La pintura: el imperio de lo sensitivo
El imperio de las formas es uno de los elementos esenciales de la
expresión plástica. Está formado por el contorno y la perspectiva
las cuales dan efectos de profundidad visual dentro del espacio;
entre lo lejano y lo cercano. Como artes visuales, la plástica se
vale de las proporciones equilibradas de los contornos para
definir; en el espectro cuadrángular de un lienzo, madera, cartón o
mural, las distancias. La cromática como elemento esencial de la
pintura tiene la virtud de proyectar a través de los colores. La
Luz en sus diversos matices: penumbra, luz y sombra, generan, el
claroscuro tan perfeccionado por el genio renacentista Leonardo da
Vinci en imágenes que el pintor visualizó y que el pintor
actual no puede soslayar en sus obras, visualización abstraída del
medio exterior y de su propia imaginación, como en el caso del
surrealismo. El objetivo principal de cualquier corriente pictórica
es el efecto OBRA-ESPECTADOR.
David de Miguel Ángel
La pintura bien entendida no es más que el equilibrio cromático en armonía con la perspectiva y la forma. Antes del renacimiento, partiendo de la edad media, la pintura era de carácter religioso y exaltaba en su técnica, la expresión santística de algunos seres humanos, en la cual la bondad de sus rostros dentro del efecto OBRA-ESPECTADOR produce una sensación de sublimación. El renacimiento franquea los motivos, los diversifica y expande los estilos con más frescura en la expresión, tendiendo más al realismo que al figurativismo o que al expresionismo clásico, dando nacimiento al culto a la anatomía humana tal como lo plasmó Miguel Angel Buonarrotti. En consecuencia, no tardó en aparecer el desnudo, tanto en la pintura como en la escultura, como arte de la naturaleza misma, oculto tras los tabúes del obscurantismo medieval, despojado de sacrismo y de toda timidez, quizá retomando la griega concepción erótica del cuerpo humano, plasmados en sus antiguas cerámicas y frescos murales visualizados en las ruinas atenienses y espartanas, libres de toda preocupación de estilo y circunscritos a su vez en las escenas voluptuosas, insinuantes y libidinosas de sus impresionantes obras.
La influencia de los italianos,
franceses y españoles, muy griega, fue tal vez más allá, con sus
frescos motivados por una mitilogía hedonista con figuras de dioses
y diosas atractivas como el David de Miguel Angel, la diosa Diana de François
Boucher, el nacimiento de
una Venus de Boticelli, cuyas representaciones plasman el mito
humano de sus dioses y
diosas antropomorfas como una incitación
al placer visual, sin mostrar la sensualidad que las expresiones
del cuerpo humano muestran hoy día en todo su esplendor en las
cuñas de TV.
Diana de François Boucher
La pintura moderna abre el
compás a la libertad de los estilos sin detenerse en las formas,
quedando a merced del color la apreciación visual de las obras.
Contrariando así al expresionismo clásico, pintores como
Monet, Rembrant, Cezánne, Gauguin, y otros, rompieron los esquemas en
boga, de las formas y el color apareciendo el impresionismo, que
avivó la cromática más que las formas misma del trazado, en su
búsqueda de la luz, logrando cierto efecto de vibración cromática
en pinceladas cortas. De ello se desprendió el puntillismo que
produjo como el impresionismo, un efecto visual en las distancias
angulares OBRA-ESPECTADOR.
Todas las corrientes pictóricas persiguen la armonía entre la
perspectiva y la cromática. Sin una buena perspectiva el color se
apaga y muere en la retina del espectador la admiración por la
belleza contemplada en una obra, que es el fín primordial de toda
obra. En síntesis, la mala perspectiva, producida por el mal
dibujo, mata el color y desarmoniza la composición cromática,
arropando la creatividad y desperdiciando los efectos de
profundidad, cercanía, lejanía contorno y escorzo; elementos estos,
que juegan un papel protagónico en el imperio de las formas.
Sabemos que el arte es la recreación de los sentidos, a través de
ellos el ser humano descubre la belleza existente en la estética
del mundo exterior aunque su concepto correspondan al marco de los
juicios de valor, la mayoría de las civilizaciones occidentales
coinciden en sus conceptos sobre la belleza; excepto, ciertas
civilizaciones africanas no occidentalizadas, las cuales poseen un
concepto diferente sobre la belleza, incluso, diferente al concepto
oriental. La belleza y la estética provocan en el hombre un impulso
frenético de acariciar una obra y ser acariciado por ella, no tan
sólo táctilmente,
(La Escultura) pues, este sentido no es para el arte, sino
visualmente (La Pintura), en su proceso de construcción se plasma
de cualquier objeto circundante (Paisaje, Bodegones, etc.) en la
cual el artista se imbuye y penetra de tal manera en su dimensión,
que el espectador se embriaga de ese mundo cromático y de las
formas que el artista crea.
Van Gogh
La pintura es almíbar para la vista; el sabor en el arte
culinario es el color del gusto; las notas musicales son los
colores de la audición; los colores son notas musicales para la
visión; la fragancia y el aroma son melodías para el olfato, las
metáforas poéticas son caricias para el espíritu, así como la
tersura y la lozanía son los sabores del tacto. Entonces, la
belleza es la inspiración del alma que está en todas las
manifestaciones sensitivas del hombre.
El desequilibrio armónico es la antagonía a la estética para los
sentidos. Así tenemos que el valor de la fealdad es para la vista
lo que el ruido es para la audición, el hedor para el olfato, lo
áspero para el tacto y lo amargo para el gusto. Cinco variantes
sensitivas que no son más que los mismos elementos inarmónicos que
rompen con la agradable percepción de la estética. De manera pues,
que nuestros sentidos se nutren de la estética, independientemente,
del juicio de valor que adoptemos, logrando el equilibrio emocional
humano. Se estima que el desarrollo de las artes ha humanizado al
hombre a partir de su despliegue, lo ha sublimizado, (dando un
vistazo por la historia nos percataremos que los pueblos que
desarrollaron las artes fueron pueblos pacíficos en su momento) a
niveles inestimables de espiritualidad. La estética, la belleza, y
la armonía son los pétalos que configuran esa flor del alma que
nunca se marchita, atomizando la mente del artista cuando el arte
atrapa su fragancia para perfumar sus creaciones virtuales.
El arte es ese númen hecho expresión en todas las manifestaciones
del hombre; pero, no todo lo que se hace en nombre del arte lo es,
puede que sea un capricho artístico, aunque sea del gusto del
público. La Inspiración del artista debe llevar una buena dosis de
talento y creatividad, además de un alto sentido de originalidad en
la obra. Los mediocres conciben que cualquier raya, trazo, o forma
amorfa, sobre un lienzo o en mármol o piedra puede constituir arte.
La obra debe causar una afectación en el ánimo y en el
gusto del espectador y no pasar por desapercibida. Es menester
advertir que el arte tiene sus reglas ya que los artistas que han
revolucionado con sus originalidades, han impuesto nuevas reglas
sin derogar las anteriores, dando nacimiento a las nuevas
corrientes y estilos, puesto que tales reglas las impone la
estética en su sentido valorativo. Mediante el concepto de belleza
y su relatividad se han distinguido los grandes genios de los que
se inclinan por el arte sin talento alguno y generan
subliminalmente un insulto al espectador exigente y conocedor del
arte que contempla, ni los mismos críticos de arte atinan acerca de
la genialidad o mediocridad de una obra hasta que ella cause
impacto en el colectivo conocedor-como han sido las gordas de
Botero o los relojes derretidos del surrealismo de
Dalí en su obra persistencia de la memoria.
Entonces, esos mismos críticos cambian de opinión cuando el
colectivo atrapa al pintor y sus obras, de modo que el artista
subestimado por una élite de críticos gana su fama por el público
que ha apreciado su genialidad, como es el caso de Vincent
Van Gogh, a quien en vida ni el público ni los críticos lo
elogiaron sino hasta su muerte, cuando se le reconoció su talento e
impuso post mortem, a los pintores posteriores a el predominio del
amarillo, el anaranjado, el escarlata como colores vibrantes en
contraste con colores muertos y frios del violeta y el lila que
delataban las profundas depresiones del artista, lo que dió mayor
auge y vigor plástico al denominado post impresionismo.
Comentario de los lectores:
- La pintura: el imperio de lo sensitivo