La Italia humilde
No puedo negar que el traslado a España de mi familia por motivos
laborales de mi padre me causó una profunda tristeza: abandonar a
mis amigos, a mis compañeros y a mi querida Turín, para enfrentarme
a lo desconocido no era, entonces, con poco más de diez años, motivo de
satisfacción ni de alegría.
Recuerdo con nitidez la expectación que me produjo llegar a
Madrid, en el verano de 1983, y mi inicio escolar en el Liceo
Italiano, donde pasé tres magníficos años que pronto me hicieron
olvidar, sino a los amigos, sí al menos la tristeza inicial.
Primero Madrid y después Barcelona, quizá una ciudad más parecida
a las del norte italiano, fueron los inicios de mi etapa española
en la que descubrí algunas similitudes, nada tópicas, con una
Italia de la que yo tenía memoria parcial, más que verdadero
conocimiento.
Más, cuando han pasado ya bastante años, creo que no supe cómo era
verdaderamente España, hasta que fui al sur, hasta que descubrí el
sur. Algo así como mi particular contribución a "el Sur también
existe", ése del que nos habla Mario Benedetti.
No un sur necesariamente geográfico, turístico, playero y de
abundancia, sino el sur humilde, a veces violento y casi siempre
profundo. Alegre y triste, a veces azul y otras gris. Que a veces
canta y otras llora. Ese que podríamos llamar el sur social.
Después, de vuelta en Italia, pude comprobar que allí también
existe un sur y muy similar al que ya antes había conocido en esos años
infantiles y de preadolescencia en la, entonces ya para mí, vieja y
querida España.
Sírvame esta pequeño recuerdo a modo de introducción para llevar
al ánimo de los amigos lectores de esta web, la figura de un poeta
y también guionista, ensayista y periodista italiano, que en España
es mucho más conocido por su faceta de cineasta: Pier Paolo
Pasolini.
Precisamente fue el sur italiano, o más bien el concepto del sur
social encarnado en Roma, el que me hizo interesar con cierta
profundidad por la poesía pasoliniana, a través, sobre todo, de su
obra las "Cenizas de Gramsci" que, según la mayor parte de los
críticos es la obra cumbre de la lírica de este autor y que es una
colección de varios poemas bastante extensos y de claro contenido
social. Mi emoción, que hoy todavía permanece, alcanza su máximo
apogeo cuando leo las estrofas iniciales de uno de los poemas que
se titula L'umile Italia (La Italia Humilde), allí donde "oscura es
la tristeza y ligera la alegría".
Me imagino todos los "sur" de Italia y de España y del mundo. La
Roma de los suburbios y las chabolas, igual que las de Madrid y
Barcelona y Río de Janeiro y Buenos Aires, producto de un
crecimiento desordenado, de la inmigración y de la injusticia, no
como un ente abstracto, sino como una realidad cotidiana de hambre
y de miseria.
Todas esas gentes sacudidas por la pobreza, en el sentido social
de la palabra, tal y como lo concibió Pasolini: "una jungla de
almas oscuras" que son empujados por la vida moderna a duras
necesidades y bajezas pero que, al mismo tiempo, viven en plazas y
calles donde las golondrinas trenzan la dulce noche sobre la
tierra. Es la poesía vital por antonomasia. O, como diría
ese otro gran poeta vasco, Gabriel Celaya, la poesía
necesaria.
Solo l'amare, solo el
conosceré
conta, non l'aver
amato,
non l'aver conosciuto. Dà
angoscia
Il vivere de un
consumato
amore. (El canto de la
excavadora)
Cuánta verdad se encierra en esta bellísima estrofa. Cierto, para
el hombre sólo debe contar amar en el presente, conocer en el
presente, nunca en el pasado. No hay nada más triste que el
recuerdo de un amor consumido. El amor a la mujer, el amor al
amigo, el amor a la humanidad toda.
Pier Paolo Pasolini (1922-1975) es el auténtico
representante de la Italia nueva surgida tras la unificación del
país. Es la mezcla, es el mestizaje el pueblo y sus problemas. Es
también el personaje controvertido, criticado y odiado hasta el
extremo de morir asesinado de forma infame. Tal vez de forma
premonitoria dijera...
¿Pero porque obligarme a odiar,
a mí
que casi me siento agradecido
por el mal,
por mi manera de ser diverso - y
por ello odiado-
cuando, fiel y dolorido, ya no
sé lo que amar? (Recit)
Nació en
1922 (año del asalto fascista al gobierno) en la ciudad más
izquierdista de Italia: Bolonia el cinco de marzo. Su padre,
Alberto era un teniente del ejercito y su madre Susanna Colussi,
maestra. El padre era un hombre problemático y aficionado en
demasía a la bebida. Además despilfarró la fortuna familiar.
Cuenta el propio Pasolini que su vida fue lo más parecido a la de
un nómada, de ciudad en ciudad, como consecuencia de los sucesivas
destinos de su padre.
Pier Paolo un día, también él lo explica, dejó de querer a su
padre. En cambio, tenía una relación muy intensa con su madre: "me
contaba historias, cuentos, me los leía..." Pasolini consideraba a
su madre una especie de Sócrates. Tal vez por esa influencia, ya en
1928, escriben sus primeros poemas que van acompañados de dibujos.
Tiene sólo seis años. A los 17 años acaba el bachillerato y se
matricula en la Universidad de Bolonia en la Facultad de
Letras.
En esta época (año 1939) el gobierno de Benito Musolini está en
pleno apogeo de prestigio internacional, mientras que en el
interior la represión actúa sin descanso y afecta también a los
dialectos como el friulano*, que como en todas las dictaduras no son tolerados.
Sin embargo Pasolini alterna la escritura en friulano y en
italiano.
Pero Italia entre en la Segunda Guerra Mundial y con ello todo
cambia. Pasolini tiene que incorporarse al ejército en 1943, cuando
ya estaba claro para todos que la guerra estaba irremisible
perdida. Es la época más terrible de la vida de Pasolini, porque
además del desastre nacional sufre la pérdida de su hermano Guido,
partisano comunista, que fue fusilado por una facción
garibaldina.
Heterodoxo, marxista, católico. Homosexual. Todos estos son
aspectos de la vida de Pier Paolo Pasolini. Pero
sobre todo es un poeta social. Comprometido con su mundo, con los
ciudadanos, en definitiva con la vida.
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