Juan Ramón Jiménez
Memoria histórica en el cincuenta aniversario de la muerte
de un poeta, Juan Ramón Jiménez
Poeta español-republicano autoexiliado en tierras de América,
desde 1936 hasta su muerte en 1958.
Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, Huelva, el 23
de diciembre de 1881, y murió en San Juan, Puerto Rico, el 29 de
mayo de 1958, a los 77 años de edad. Dos años después de recibir el
máximo distintivo literario: Premio Nóbel de Literatura, que le
otorgara la Academia Sueca en Puerto Rico: el Premio Nóbel
de Literatura es uno de los 5 premios específicamente
señalados en el testamento del inventor y millonario sueco Alfred
Nóbel (1833-1898). El galardón se concede desde 1901, en que por
designación testamentaria se otorgaría el primero y también los
sucesivos en alusión al apellido del químico y creador fundacional:
Alfred Nóbel. Desde entonces existen una decena de literatos
hispanos, entre cuales destacan cinco escritores y poetas españoles
enumerados en la siguiente relación numérica, y que han sido
galardonados en los últimos 107 años: 1º- José de
Echegaray, en 1904. 2º- Jacinto
Benavente, en 1922. 3º- Juan Ramón
Jiménez, en 1956. 4º- Vicente Aleixandre,
en 1977. Y 5º- y último español distinguido, Camilo José
Cela, en 1989.
Juan Ramón Jiménez estudió Derecho en la
Universidad de Sevilla, aunque no llegó a concluir los estudios y a
posteriori ejercería de profesor de facultad en distintas
universidades de América. Juan Ramón Jiménez provenía de una
familia adinerada que se dedicaba al comercio del vino, aunque los
altibajos económicos del mercado empresarial les condenarían a
entrar en mejores y peores estandartes de reconocida posición
económico-privilegiada, pero luego vendrían a menor estatus de
privilegio monetario... Juan Ramón Jiménez era neurasténico, por
culpa de tomar el tónico Roce, según Ian Gibson. A pesar de ello
sería uno de los grandes poetas españoles que iniciara andadura
poética atraído por el Modernismo de la poesía hispánica que Rubén
Darío destacara en sus poemas. Además de un poeta español
galardonado en "destierro", por exilio voluntario el 22 de agosto
de 1936, aunque provocado por los recientes atropellos
sangriento-justicieros, entre nacionales, republicanos e
intelectuales. Posiblemente en evitación al devenir de
encontronazos vengativos o de crueldad represiva y exterminadora.
En la recién iniciada sublevación sanjurjista y continuativa del
franquismo, Juan Ramón Jiménez y su esposa Zenobia saldrían de
España por el paso fronterizo de la Junquera. Sin embargo, veinte
años después sería el único poeta español de grandeza consumada que
alcanzaría la gloria fuera de su tierra, "y no para su tierra,
obtendría el máximo distintivo literario-artístico de
reconocimiento internacional: Premio Nóbel de Literatura".
Mucho antes de la trifulca
nacionalista-republicana, el poeta ya solía iniciar viajes
asiduos a Francia y a los Estados Unidos de América, en la segunda
década del siglo XX, por ejemplo, donde en 1916 se casa con Zenobia
Camprubí Aymar que nació en Cataluña y era hija de un ingeniero de
caminos de origen catalán, aunque naciera en Pamplona, y de Isabel
Aymar, hija única de un rico hacendado puertorriqueño, a la que
previamente conociera en el Madrid de 1913. Aunque ambos se
comprometieran en 1915. No obstante, lo tardío de los dos años
habría de deberse a que la joven moza, en principio, no haría
ningún caso al persistente galán. Aunque después fuera su fiel
amada y también la inseparable amiga y compañera, así como
colaboradora-traductora-literaria. En tal colaboración se aunarían
para traducir las obras completas de Tagore, Shakespeare, Séller,
Poe, Pound... La joven Zenobia, sin embargo, contrajo los primeros
síntomas de la enfermedad del cáncer en 1931, y ello acrecentaría
el dolor y la angustia del ya frágil y depresivo estado
anímico-neurótico del poeta español. Estado anímico que le antecede
al tiempo de soltería, e incluso se agravaría a posteriori, a
fechas de cuando residían en el barrio de Salamanca, calle Pradilla
38, de Madrid; aunque los síntomas hipocondríacos persistirían
hasta la mismísima muerte del poeta.
El matrimonio inicia un viaje a Granada en 1924 y
conocen a Federico García Lorca: de ello hay constancia en la
publicación de la Revista Ínsula (1921-1922), donde publicaban
Bergamín, Gerardo Diego, Pedro Salinas, Jorge Guillén y buena y
gran variedad de poemas de Lorca. Juan Ramón Jiménez también
publicaba artículos en el quincenal del diario madrileño: El Sol,
en la serie "Con la inmensa mayoría". Y su opinión tenía una gran
influencia en el mundo literario, cuya valoración mereció
importancia con la excelente aportación de Miguel Hernández, cuando
La "Revista de Occidente", le publicara la "Elegía a Ramón Sijé",
junto a varios sonetos de "El rayo que no cesa", y que causarían
muy buena impresión a la crítica y al público en general. Aunque
especialmente tendría buena acogida en la sabiduría poética y
profesional de Juan Ramón Jiménez que por entonces escribía en "El
Sol", y de Miguel Hernández, dijo: "Poeta a la vista".
La fragilidad anímica de Juan Ramón Jiménez, sin
embargo, se agrava cuando a los pocos años de su dulzor literario
estalla la Guerra Civil Española: el 18 de julio de 1936. Y es el
día 31 de julio del mismo mes y año cuando Juan Ramón Jiménez firma
junto a otros eruditos literarios la "Declaración de los
intelectuales, ante la sublevación militar. El poeta es fiel a la
república y también a la humanidad que claramente se palpa en su
espíritu de apoyo y ofrecimiento de atención, auxilio y cariño a
los más pequeños e indefensos de la humanidad: él y su esposa
acogen en casa a buena cantidad de niños huérfanos abandonados por
la crueldad de la barbarie, e incluso se encargan del cuidado
personal y de la manutención... No obstante, conforme avanzan los
primeros días de la guerra empeora la situación económica del
matrimonio, así como se deterioran los cauces de comunicación con
el exterior y Zenobia no recibe la asignación dineraria que tiene
atribuida en América y que periódicamente recibe en España. Además,
a los intelectuales llegan noticias confusas y rumores sobre el
reciente e injusto fusilamiento del poeta Federico García Lorca.
Por ello, y ante el cariz que va tomando el asunto, Juan Ramón y
Zenobia se verán obligados a un inminente autoexilio a Washington,
aunque antes de la partida dejarían los pocos ahorros que aún les
quedara para atender las necesidades de aquellos niños huérfanos de
guerra en desamparo.
Antes de partir, en cambio, preocupado por la
función que tenía contratada en Puerto Rico, sobre una antología de
su obra: Verso y prosa para niños, y de supervivencia en general,
consigue entrevistarse con Manuel Azaña y éste le nombra agregado
cultural de la Embajada Española en Washington. Juan Ramón y
Zenobia se trasladan a Valencia, de aquí a Barcelona, luego a
Figueras, y el 22 de agosto del 36 cruzan la frontera por la
Junquera, pasan unos días en París, donde observan la falta de
interés de los franceses por la guerra española y el 28 de agosto
se desplazan en el Aquitania, desde Cherbourg a Nueva York, donde
residía José, un hermano de Zenobia, director del diario en lengua
española: La Prensa. El poeta busca soporte internacional para la
causa republicana pero en Washington no consigue los apoyos que
esperaba para la II República y se decepciona, mientras los
americanos se encuentran inmersos en la campaña de reelección de
Roosevelt. La marcha viajera de la pareja prosigue y en septiembre
alcanzan Puerto Rico, en noviembre Santiago de Cuba, después la
Universidad de Coral Gables, en Miami, y de ahí a la Universidad de
Río Piedra.
La pérdida humana de Zenobia -que aún habría de
llegar en el tiempo y en la forma- sería algo más que el adiós
definitivo a un amor entrañable, de compañerismo y de
compartimiento de actividad, tal cual denota el propio poeta en
distintos cambios de título a su poemario, para incluir el primero
y el segundo de los apellidos de su amada esposa, Zenobia. Y para
quien
recientemente en España se ha dedicado un sello de correos con la
imagen de su faz y su nombre, a fecha de emisión en Moguer, Huelva,
2 de junio de los actuales 2008. Los primeros viajes del poeta por
América, sin embargo, y el contacto con la poesía inglesa, le
marcarían profundamente en la formación de una nueva etapa poética.
Etapa que, aun perteneciendo a la generación literaria del 27, él
mismo bautizara como la época intelectual que le vinculara a la
corriente literaria del novecentismo: (conjunto de movimientos
intelectuales, artísticos y literarios del primer tercio del siglo
XX.) Época significativa, de alta riqueza literaria y conyugal,
intelectual, cultural y deportiva-tenista de la moza Zenobia,
engrandecida por varios premios deportivos, culturales y por
extensos conocimientos y reconocimientos que recibiera en formación
familiar, universitaria y pública, ampliada con multitud de
profesores particulares y con una larga trayectoria viajera en
familia y en pareja. Entre cuales destacan los Estados Unidos de
América, la misma España, Nueva York, Puerto Rico o Cuba…, donde
trabajó como voluntaria en las cárceles de mujeres, hasta que se
trasladara a Miami y a Washington, y de allá al pueblecito de
Riverdale, cerca de la Universidad de Maryland, donde Zenobia
ejercería de profesora en español.
Con la participación de los Estados Unidos en la Segunda
Guerra Mundial, Juan Ramón y Zenobia impartirían clases de
Lengua y Literatura Extranjera a los combatientes soldados, para
promover el aprendizaje universal. Después iniciarían un viaje
triunfal por Hispanoamérica, de donde Juan Ramón vuelve muy
satisfecho, aunque abatido por la multitud de conferencias, así
como entrevistas sociales y culturales. Sin embargo, la
satisfacción perdura poco y Juan Ramón Jiménez recae en su ya
conocida enfermedad anímico-neurótica. Aunque en aquel trance sería
bien aconsejada Zenobia por los médicos de su marido para que
decidiera cómo buscar al poeta un lugar de parentesco al clima
español. Se decide por Puerto Rico, donde se trasladan y donde a
ella se le reproduce el cáncer del que fuera tratada en España,
allá por la década de los años treinta. Ahora, en cambio, debe
trasladarse de urgencias a la ciudad de Boston para ser intervenida
quirúrgicamente de un cáncer de "matriz-vaginal".
Ante tan desolador panorama, el poeta Juan Ramón
Jiménez se asienta sobre un horizonte turbador que día a día le ve
abatirse, aún más, y con demasiada frecuencia, agudizando incluso
en determinadas épocas de su vida. Aunque después caería de lleno
en estado de no retorno cuando en 1951 fuera intervenida
quirúrgicamente su amada Zenobia -como ya anunciamos- de cáncer de
"matriz-vaginal". Por cuya causa, en 1954 se agrava su estado y en
1956 muere en la ciudad de San Juan, Puerto Rico: veinte años más
tarde del inicio del exilio y tres días después de serle otorgado a
su esposo el Premio Nóbel de Literatura. Premio que en su nombre
recogiera el Rector del Recinto de Río Piedras de la Universidad de
Puerto Rico, el Sr. D. Jaime Benítez Rexach. Aunque los rumores
entre literatos circulaban en la intimidad y a Juan Ramón Jiménez
le fue comunicado con anticipo a la concesión, extraoficialmente,
por su propia esposa Zenobia, en el ya agonizante adiós de su lecho
de muerte en el Hospital Miniya de San Juan, Puerto Rico.
Los antecedentes literarios, culturales y
deportivos que rodearan a Zenobia, sin embargo, esfuman de lo
cotidiano y de lo tradicional en lo femenino de una época en que el
hombre europeo ocuparía el mayor protagonismo socio-cultural. Lo
que indica que Zenobia no era una mujer cualquiera, sino una
erudita formada intelectualmente en distintas facetas, como
demuestra parte de su biografía universitaria y el dominio de
varias lenguas. En donde además de múltiples actividades regentaría
un negocio de artesanía popular, cuyo nombre se conoce por el de la
Tienda de Arte Popular Español. Asimismo sería cofundadora de
Enfermeras a Domicilio, colaboradora del Grupo el Reportero de
Santa Rita y también de Visitas Domiciliarias, así como del Comité
Femenino de Higiene Popular… Igualmente fundaría el comité para
concesión de becas a mujeres españolas en el extranjero y fue
miembro de la Asociación Nacional de Mujeres de Acción Feminista,
Política, Económica y Social. También colaboró con María de Meztu
en el Lyceum Club: primer club de mujeres fundado en España, y en
cual Zenobia ocuparía el cargo de Tesorera. A todo ello añado que
no es menos cierto que las raíces de la in carencia económica y
cultural, así como la excelente predisposición familiar a la
enseñanza, afloran en carácter de privilegio y de solvencia social.
Privilegio que deriva de posición acomodada en los ascendientes
maternos y paternos de Zenobia. Ascendientes directos que
pertenecían a las familias más poderosas de la época, cultas,
hacendadas y acomodadas en lo económico, político y social, así
como en rango y en trayectoria militar.
Tumba
El abuelo materno de Zenobia era un rico
comerciante norteamericano de origen corso, quien al nacer su hija
Isabel, madre de Zenobia, le regala una de las esclavas propiedad
de la familia. La esclava en cuestión se llamaba Bobita, aunque
años más tarde sería liberada y no por ello abandonaría la
servidumbre, ni la casa de sus señores, sino que seguiría al lado
de su ex ama hasta el mismísimo día en que las separara la muerte
de Bobita. Al morir Bobita dejaría todas sus pertenencias
testamentarias a Zenobia, hija de Isabel. Por cuyo actuar se
refleja en altruista bondad que la fiel Bobita consideraba a
Zenobia su propia nieta, y a ambas, madre e hija, compañeras
inseparables en "altruismo familiar".
Nota de autor en colaboración con mi editor: la memoria de la humanidad española no ha
distinguido al poeta con merecimiento ni equidad cultural. Y a lo
expuesto hemos de añadir que el cincuentenario de la muerte de Juan
Ramón Jiménez, Poeta Nóbel exiliado en vida y en muerte, ha pasado
sin pena ni gloria por los entresijos de la España Cultural. Así
como su desaparición se ha deslizado y casi evaporado por las
sombras del olvido y la carencia de recuerdo valorativo en los
medios de comunicación y, aún más de las televisiones españolas.
Presuntamente porque la idea intelectual de la nueva España
cultural de la actualidad sea olvidar a aquellos hombres que
sufrieron la triste historia de nuestra adorada, aunque en
ocasiones, injusta y desconsiderada España. Aquellos ilustrados
humanos se deslizaron sobre un terraplén de tormento y pesadumbre
que deriva del azar de un inmerecido destino, y que a varios de los
eruditos costaría la vida o el exilio. Sin embargo, el sufrir de
aquellos intelectuales, a nosotros nos dejaría en herencia su
riqueza intelectual, así como el conocimiento de padecer en vida y
en carne propia la injusticia precedente, proveniente y pasadera de
una guerra, del exilio y de una trágica posguerra. Agustín
Conchilla Márquez
Comentario de los lectores:
- Juan Ramón Jiménez