ESPECIAL Francisco Candel: el joven que quiso ser escritor
-Te lo conocerían en seguida que no sabes nada.
Eso no se puede disimular.
Lorenzo no opina igual:
-¿Por qué? Escribe únicamente de
lo que conozcas bien, al detalle.
-No puede ser. Me pasaría la vida escribiendo
de mis barrios sucios y asquerosos, del
estúpido vecindario que me circunda;
es lo único que conozco al dedillo, lo único sobre
lo cual poseo una cultura vasta, extensísima.
-Pues escribe sobre eso -afirma Lorenzo.
Hay una juventud que aguarda, Francisco Candel.
Francisco Candel
¿Qué me lleva a escribir este artículo? Esta pregunta me abre otras tantas: ¿quién es realmente Francisco Candel?, ¿debemos conformarnos con lo que él dice de sí mismo en sus libros?, ¿es un buen escritor?, ¿es un escritor tan conocido en España como podría serlo Umbral, Marsé, Delibes o Marías?, ¿es un escritor que ha salido afortunado por un golpe de azar?, ¿qué literatura es esa que sale de su mano?
Podría continuar lanzando preguntas, pero bien haría si intento contestar las ya planteadas y, si acaso, ya iremos sacando otras cuestiones.
Francisco Candel nace en Casas Altas (Valencia) en 1925 y siendo niño viene a Barcelona, a las chabolas de la Zona Franca (como él quiere que se diga, le gusta dejar bien claro que tuvo una infancia marginal).
…Hay que insistir en este prácticamente, porque en las síntesis biográficas de solapa libresca no se me señala esta condición de barraquista. Es como un título de honor tan escasamente recitado que parece que no me lo merezca. Me duele no servir de estereotipo.[1]
Es la Zona Francalo que le va a dar su primer éxito, pero no adelantemos acontecimientos.
Francisco Candel empieza su andadura literaria gracias a la publicación de una novela, "Hay una juventud que aguarda", publicada por la editorial de José Janés en 1956 y prologada por otro escritor, Tomás Salvador.
En realidad, y para ser más concretos, su primera novela fue Brisa del cerro, que presentó al Premio Nadal en 1952 con la intención de meterse en el mundo literario. La novela no obtuvo el favor del jurado y descansó en algún cajón. Sí fue publicada su segunda obra, la que hemos citado anteriormente.
Esta primera novela no tuvo demasiado éxito, pasó inadvertida. Sin embargo, Candel decidió escribir sobre lo que realmente dominaba: su barrio.
Las Casas Baratas -pequeño barrio dentro de la Zona Franca de Barcelona-, en aquella época -años cincuenta- era un conjunto de casas pareadas donde vivía gente pobre: gente con pocos recursos, gente que vino para trabajar a Barcelona, desde Almería y Murcia sobre todo, cuando el franquismo ya se había consolidado…
Esa falta de recursos con la consecuente falta de cultura, así como también la cercanía entre las familias del barrio provocaba que constantemente hubiera choques y peleas de todo tipo.
Hay un hecho que me parece fundamental destacar. Las puertas de las casas y las ventanas siempre permanecían abiertas, nadie temía ser robado, porque no tenían nada para poder ser robado. Con esto era fácil que los gritos de dentro de las casas, las anécdotas (discusiones, actos sexuales, agresiones…) quedaran a la vista de cualquiera que pasara por ahí. Y Candel estaba por ahí.Y como íbamos diciendo, el autor decidió escribir un libro (no digo novela, ya explicaremos por qué), "Donde la ciudad cambia su nombre". Con este libro abrió las puertas de las Casas Baratas a toda España, y con ello, las puertas de lo más íntimo de cada familia que allí vivía.
Fue esta obra la bomba que tarde o temprano tenía que estallar. Aunque el autor pensaba que nadie del barrio leería la obra (por falta de poder adquisitivo y falta de cultura, como ya apuntábamos), no fue así. La obra fue leída y el lío estaba servido.
El caso Candel había saltado a la prensa.
Un hombre en busca del reconocimiento.
Toda la obra de Francisco Candel contiene una gran carga autobiográfica. Si leemos "Hay una juventud que aguarda", "¡Dios, la que se armó!", "Un charnego en el senado", "Historia de una parroquia", "Donde la ciudad cambia su nombre"… podemos ver que su vida está ahí, en cada página. Me atrevería a decir que no hay ninguna novela del autor que huya de su propia biografía (ficcionada o no) y no me refiero a que todo escritor pone parte de su experiencia en sus novelas, sino que podemos ver en sus páginas que todos esos personajes existen realmente, sean disfrazados o no. No recuerdo ninguna novela del autor que no esté basada en hechos reales.
Quiero aclarar antes de que nada, que en este artículo no menciono obras como "Los otros catalanes", "Inmigrantes y trabajadores", "La nueva pobreza", "Carta abierta a un empresario"… No es esta literatura la que me lleva a redactar estas líneas.
En cualquier caso, y retomando el hilo que nos interesa, la obra de Candel se ha nutrido de lo que él ha vivido, ha escuchado, ha visto, le han contado… No hay mejor ejemplo de todo esto que la novela Donde la ciudad cambia su nombre.
El barrio donde él se ha criado le ha dado toda la fama que reclamaba. Y esto es irrefutable, los hechos están ahí: en sus sucesivos libros, en los prólogos a sus libros, en la prensa de la época que reflejó los escándalos y en la prensa cada vez que ha ido sacando un nuevo libro; siempre ha habido esa reseña de "el autor de Donde la ciudad cambia su nombre". Cierto es que también es "el autor de Los otros catalanes".
De cualquier modo, vamos a retomar lo que explicábamos al principio y vamos a aclarar cómo llega Francisco Candel a esa novela que tanta polémica dio.
Decíamos que siempre había querido ser escritor, desde pequeño ha leído mucho y le atraía la fama literaria. Intentó conseguir el estrellato con su primera novela, "Brisa del cerro" (1952), pero a pesar de que la presentó al Premio Nadal, al Premio Planeta, al Premio Ateneo de Valladolid…, no ganó y tampoco se la publicaron. No perdió la esperanza y con su segunda novela, "Hay una juventud que aguarda" (1954), se presentó al Premio Nadal otra vez con más esperanzas que en su anterior obra, pero el premio se lo llevó Francisco Alcántara con La muerte sienta bien a Villalobos. Sin embargo, a pesar de no ganar, la suerte le sonrió; uno de los miembros del jurado, Sebastián Juan Arbó, escribió a Francisco Candel diciendo que si bien la obra no iba a resultar ganadora, sí podía animarle a seguir escribiendo porque era buena.
"Me ha gustado su novela, aunque no ganará. Pero hay tanto empeño en esta novela, que parece que, si no gana el premio, dejará de escribir. No lo haga, usted tiene talento de escritor".[2]
Arbó le dio a leer la novela a Ignacio Agustí -autor de Mariona Rebull- y este le escribió a Candel y le recomendó que fuera a ver al editor José Janés. Y José Janés le dio cinco mil pesetas, se quedó con la novela y le prometió que le publicaría todo lo que escribiera.
Pero esa novela no tuvo mucha repercusión en la crítica ni tampoco en ventas. Candel tenía lo que tanto ansiaba, la fama, el lugar entre los escritores. Si bien en "Hay una juventud que aguarda", Candel narraba su propia experiencia al escribir "Brisa del cerro" a través de otro personaje, en su siguiente obra "Donde la ciudad cambia su nombre" narró lo que más a mano tenía, la vida que le rodeaba: su barrio.
Y "Donde la ciudad cambia su nombre" no es una novela o, al menos, yo no lo creo. No tiene ninguna trama, es como el propio autor me confesó "una fotografía del barrio que yo tomé y plasmé en el libro". Habla de las barbaridades de sus vecinos.
Y Francisco Candel llevó la obra al Premio Ciudad de Barcelona pero no ganó. Sin embargo, la leyó Tomás Salvador (que fue quien le prologó Hay una juventud que aguarda) y le entusiasmó. Tanto es así, que llamó a José Janés para que la publicara. Y éste así lo hizo.
No pensaba Francisco Candel que la obra fuera a crearle problemas porque en su barrio no había mucha cultura y el libro valdría demasiado caro para los bolsillos de sus vecinos. Además, Janés le animó y le apoyó en todo momento, así que qué había que temer.
Donde la ciudad cambia su nombre.
El título hace referencia precisamente a esa Barcelona que nadie conocía, a esos suburbios que tan alejados quedaban de la acomodada burguesía barcelonesa. Donde Barcelona dejaba de ser Barcelona para ser un simple suburbio.
El suburbio donde él vivió durante tanto tiempo y donde tan cerca vive actualmente.
Uno de esos personajes que aparecían en el libro era un tal Marcelino.
"El Marcelino era un personaje que si lo llegan a tropezar Dostoievski o Baroja, lo cazan, no se escapa, seguro… …El Marcelino sólo veía de un ojo, y aún, de éste poco. Éste, el ojo que veía, era negro; el otro azul, diáfano, claro. Cuando el Marcelino te miraba, el ojo vidente te penetraba, queriendo escapar de la órbita, igual que si fuera un tentáculo o periscopio. Enarcaba las cejas para ello, y fruncía la frente, y el entrecejo, tanta fuerza y obsesión ponía en ello. El otro ojo, el azul y cristalino, entretanto, proseguía tranquilo e indiferente en su cuenca, cual si a él no le fuera ni le viniera nada. El Marcelino, además, ostentaba un peinado a la raya, un peinado infantil con u remolino rebelde en la coronilla. La nariz la tenía puntiaguda, aguzada; era una de esas narices de las que te hacen imaginar, sin saber por qué, que en el invierno siempre llevarán la moquita colgando (…).
El Marcelino, en invierno, llevaba unos pantalones bombachos, unos zapatones, una camisa de franela y un tabardo: en verano no llevaba nada, lo que se dice nada. Sólo los calzoncillos. Así, de esta guisa, se paseaba por la calle Pinatell, arriba y abajo (…).
El Marcelino y la Rosalíadormían en una cama que no tenía somier, sólo los cuatro palos y las barandas. Echaban la borra en el suelo y una manta encima. El somier lo habían empeñado. La cama, así, era una especia de marco o adorno. Faltaba uno de los largueros, que el Marcelino quemó un año para encender el brasero (…).
El Marcelino, a veces, en el triciclo, llevaba a la Rosalía, oronda y satisfecha, a la Plazade España, y así ahorraba cuartos de autobús. Como no veía mucho, el Marcelino conducía despacio y con cuidado; aun así, en ocasiones atropellaba a alguien y se armaba la de Dios."[3]
He cogido estos fragmentos como ejemplo de lo que Candel decía en el libro. No es lo más grave ni el Marcelino es el personaje más afectado. En "Donde la ciudad cambia su nombre" aparecen asesinatos, puñaladas, peleas, insultos, escándalos sexuales…
La cuestión es que el Marcelino fue el primero del barrio en comprar el libro y leerlo, a pesar de lo caro que valía. Tal fue su sorpresa al ver lo que el Candel decía de él y del barrio, que fue a la plaza de las Casas Baratas anunciando lo que Francisco Candel había dicho de todos.
A cada vecino que pasaba por la plaza le decía: "oye, ven aquí, que mira lo que ha dicho el Candel de tu mujer" o "el Candel dice que ésta es una puta y tú un borracho".
No todo el mundo se había leído el libro porque pocos eran los que sabían leer, pero todos acabaron enterándose de esto. El libro empezó a ir de mano en mano y cuando todos se informaron, decidieron dar caza al Candel.
Quisieron tomarse la justicia por su mano y fueron a lincharlo a su casa (que entonces vivía en Mare de Déu de Port, en la Zona Franca ). Antes de todo, los vecinos descubrieron que dos de ellos habían estado facilitando información al autor sobre los habitantes de las Casas Baratas y de las intimidades de ellos. Estos dos fueron los primeros en caer en las manos de los afectados.
Francisco Candel se refugió en su casa y de vez en cuando se escapaba lejos a la espera de que la marea se calmara. Habló con José Janés y con Tomás Salvador. Janés lo calmaba y le decía que no pasaría nada y Tomás Salvador, que a parte de escritor era policía, le dijo que sus amigos lo protegerían.
Pero las cosas no se calmaban. Algunos prefirieron ir a juicio, otros, la gran mayoría, optaron por apalearlo.
Los de la pelea fueron calmándose poco a poco, mientras que el juicio prosperó. Candel se salvó de pagar una fuerte indemnización para fortuna suya. Sin embargo, tuvo que ir a la radio para que lo entrevistaran y decir cuánto sentía lo sucedido.
Pero esto hizo que la prensa tomara parte en el asunto. Uno de los periodistas, Enrique Rubio de la revista Soli, hizo un reportaje y fue en diversas ocasiones a las Casas Baratas para hablar con los vecinos (calmarlos e informarse). A partir de las publicaciones de Enrique Rubio, la intervención en la radio… se bautizó todo lo sucedido como el caso Candel. Y el caso Candel salió en periódicos importantes de tirada nacional, como La Vanguardia.
Consecuentemente, la fama de Francisco Candel empezaba a crecer a pasos agigantados. Desde el extranjero llegaban cartas al autor de ánimo o de rechazo, pero se hablaba más allá de las fronteras españolas. Una editorial alemana se mostró interesada por el escándalo y compró los derechos para traducirlo. Así empezó Candel a ser leído en el extranjero. Incluso en Alemania, tiempo después, se realizaron tesis doctorales sobre su obra.
Francisco Candel estaba asustado con todo este boom, pero tenía lo que quería: fama.
La realidad.
Creo que es oportuno decir en este mismo momento que ese personaje que tan mal le sentó el libro de Francisco Candel, el Marcelino, es mi abuelo.
Soy nieto de uno de los personajes del libro "Donde la ciudad cambia su nombre".
Por esa razón conozco de primera mano lo que sucedió: he hablado infinidad de veces con mi abuelo, con mis padres, incluso con el propio autor en su casa.
En todos los problemas hay puntos de vista diferentes. Si bien Francisco Candel era el verdugo y mi abuelo -como los demás vecinos del barrio- las víctimas para uno y viceversa para otros, yo quiero aportar el punto de vista neutro.
Me dijo Francisco Candel que su gran error no era el haber escrito lo que escribió, ya que él dijo la verdad; el gran error fue poner los nombres reales de los personajes. Ello facilitaba enormemente que la gente se sintiera identificada en las páginas.
No es cierto todo lo que dice Francisco Candel en su novela ni todo es falso. En cuanto a contenido, podríamos decir que tiene razón en casi todo. Sí hubo un asesinato, sí existían las peleas, sí existían los escándalos sexuales, sí existían los rumores…
Era un barrio suburbial de la Barcelona de la posguerra habitado por gente con pocos recursos y poca cultura -como ya he dicho- criados con la ley del "ojo por ojo y diente por diente". La distribución de las casas, su cercanía, facilitaba los roces personales entre vecinos y yo he personalmente he vivido esas peleas, las he visto. Yo he visto puñaladas siendo niño y he escuchado lo que ocurría en el interior de las casas. Cuando había una pelea, nadie intentaba separar a los que se peleaban, sino que gritaban por todo el barrio para que vinieran a ver le pelea.
Pero eso era tan asiduo que llegó a convertirse en algo normal. Algo que todo el mundo aceptaba como tal. Cuando Candel publicó "Donde la ciudad cambia su nombre", la gente se sintió avergonzada, dolida, porque toda España iba a leer sus vidas.
Pero como digo, no todo lo escrito es cierto. Candel no escribió la obra solo basándose en lo que él había vivido, sino que, una vez se fue a vivir a la Zona Franca y dejó las Casas Baratas, empezó a preguntar a esos dos vecinos que apuntábamos anteriormente qué ocurría en su anterior barrio. Estos dos vecinos le contaron los rumores que circulaban de boca en boca, muchos de ellos infundados. Y Candel no se tomó la prudencia de filtrar lo cierto de lo falso, sino que escribió. Simplemente escribió.
Y resultado de ello fue una "novela" donde se retrataban sus vecinos con sus verdades pero también con sus mentiras.
Cometió pues dos errores: poner los auténticos nombres y no discernir entre lo real y lo inventado.
Pero para los lectores que no conocían a los personajes, esta novela era una bomba de relojería que había que leer, sobre todo cuando fue prohibida y se vendía de estraperlo.
La prensa alimentaba la polémica y las ventas de ejemplares, cada vez había más gente que quería leer "Donde la ciudad cambia su nombre". Cuando, tras la prohibición, se pudo volver a vender el libro en las librerías, las ediciones se dispararon. Los ánimos en las Casas Baratas ya se habían apaciguado.
Lo que vino después.
Tras "Donde la ciudad cambia su nombre" vinieron otras novelas. La siguiente fue "Han matado a un hombre, han roto un paisaje". En esta, como en otras, siguen apareciendo las anécdotas de los vecinos del autor y sus propias anécdotas, pero esta vez cambió los nombres y puso advertencias en todos sus libros de que los personajes eran producto de su imaginación y demás.
Nota aclaratoria a "Temperamentales" (1960):
"Existe Barcelona. Los demás escenarios de la obra son ficticios. Los personajes, también. Los hechos, ídem. Cualquier parecido con la realidad, eso que se dice siempre: coincidencia."
Nota aclaratoria a "Han matado a un hombre, han roto un paisaje" (1963):
"Después del jaleo que consigo trajo la publicación de mi anterior novela, considero necesaria esta nota o aclaración. Quede bien sentando que no me gusta la literatura de escándalo y que no me agradaría pasar a la posteridad -es una pretensión- con este remoquete. Por un perro que maté, mataperros me llamaron. Que nadie busque parecidos o realidades en esta ficción. En ella he barajado los cuatro sobados y manidos tópicos que se dan en todo los arrabales de todas las grandes ciudades industriales en las cuales la urbe avanza sobre el campo. Cualquier parecido con circunstancias o circunstantes será mera casualidad. Quisiera advertir también, que igual que los nombres propios -Francisco, Pedro, José, todos- no son privativos de nadie, tampoco lo son los motes o apodos, como, por ejemplo: Grúa, Costipao, Gangrenica, Sesentaynueve, etc."
Nota aclaratoria a "Le christ noir" (edición francesa de "Han matado a un hombre, han roto un paisaje"):
"Après le tapage suscité par mon dernier roman, je crois bon d'apporter ici quelques précisions. Qu'on m'entende bien : je n'aime pas les auteurs à scandale et détesterais passer comme tel à la postérité -quelle prétention ! Je vole un oeuf, et c'est un boeuf que l'on m'acusse d'avoir volé! Qu'on ne voie pas davantage personnes ou faits réels dans cette oeuvre d'imagintaion. J'y exploite pêle-mêle maints lieux communs relatifs aux faubourgs des grandes cités industrielles où la ville gagne sur la campagne. Toute ressemblance de circonstances ou de personages serait donc l'effet du basard. Un mot encore : si des noms tels que Francisco, Pedro, José et autres n'appartiennent en propre à personne, il en va de même de surnoms ou sobriquets que Grua, Costipao, Sesentaynueve, etc..."
Nota aclaratoria a "Historia de una parroquia" (1971):
"Esta obra es el fruto e una larga y continuada experiencia, pero no el calco de una realidad; cualquier parecido con personas o entidades verdaderas será pura coincidencia."
Pero lo cierto es que no siempre ha editado con José Janés como éste le prometió cuando le compró los derechos de "Hay una juventud que aguarda". José Janés murió al poco de aparecer "Donde la ciudad cambia su nombre" en un accidente de coche y Francisco Candel ha ido publicando en editoriales menores: Laia, Marín, EM, AHF, La Biga , Marte… aunque también es cierto que ha publicado algo más en Plaza & Janés, Planeta… A partir de "Los otros catalanes", publica en Grup 62.
"Brisa del cerro", aquella primera novela que aguardaba en un cajón, acabó publicándose en Bruguera en 1970. Todo el escándalo que suscitó "Donde la ciudad cambia su nombre", lo escribió Candel en otro libro, ¡Dios, la que se armó! Aquí explica cómo acabó teniendo una relación de amistad con el Marcelino, así como también con los otros vecinos.
Se han llevado a cabo varias ediciones de obra completa de sus libros, una de ellas en Dima Ediciones (1969), que reunió en su primer volumen "Donde la ciudad cambia su nombre", "¡Dios, la que se armó!" e "Historia de una parroquia" bajo el título genérico de "A palo limpio" (refiriéndose a lo ocurrido en las Casas Baratas con su segunda obra publicada).
Este mismo año ha sacado en Península "Primera historia, primera memoria", el primer volumen de sus memorias. Candel vuelve a la carga con el tono de "Donde la ciudad cambia su nombre". Vuelve a hablar de sus antiguos vecinos, de sus escándalos sexuales…
Con la excusa de hablar de su vida, habla nuevamente de la vida de los demás. Quizá sea porque sus últimos libros han pasado más que desapercibidos (El sant de la Mare Margarida , Petit món…) y quiere recuperar la fórmula que tanto éxito le dio y que lo subió a la fama.
En este libro, Candel descubre algunos personajes (el Gafas, el Grúa…) disfrazados que han aparecido con otros nombres en novelas suyas como Han matado a un hombre, han roto un paisaje y que en realidad son sus vecinos.
De algún modo Candel echa toda la carne en el asador en este primer volumen de sus memorias y parece no importarle que se vuelva a repetir lo que una vez tanto dolor de cabeza le dio o quizá quiere que se repita para que se vuelva a hablar de él o sencillamente piensa que en el siglo XXI esto ya no pasa.
En cualquier caso, en "Primera historia, primera memoria" ha quedado de manifiesto que su literatura se nutre de su vida y los que con él compartieron sus vidas. Candel no es un autor de imaginar una gran trama para una gran novela, sino un autor de plasmar lo que ha visto, lo que ha vivido. Esto no es desdeñable, es admirable que sepa sacar tanto partido a su vida como hacen otros escritores (véase a Francisco Umbral).
En "Primera historia, primera memoria" Francisco Candel pone punto y final a su trayectoria literaria. Él siempre dijo que uno debe escribir sus memorias cuando esté cercano a irse y no antes. Sus achaques de salud han empeorado en los últimos años y tiene graves problemas de memoria. Si le quitan la memoria a Francisco Candel, ¿qué le queda?
Francisco Candel siempre será el autor de "Donde la ciudad cambia su nombre" y "Los otros catalanes". Algunos todavía dirán que lo que escribía era mentira (como los que todavía quedan vivos en las Casas Baratas), otros dirán que era verdad, pero lo que sí es cierto, es que Candel era un escritor que destacó en la literatura con su verdad.
A pesar de que en su último libro insista en hacernos creer a los lectores que él siempre ha sido un santo y los demás unos descerebrados, a pesar de que insista en explicarnos que su familia era un ejemplo de bondad cuando los hechos dicen lo contrario, a pesar de que siga escribiendo sobre sus antiguos vecinos -como mi abuela- como método de seguir vivo en la literatura, como forma para seguir con ese reconocimiento que tanto ha deseado toda su vida... A pesar de ello, Francisco Candel es un excelente escritor, que ha tenido suerte, que ha sabido sacarle partido a esa fortuna y que gracias a ello, ha sabido crear un estilo propio y un nombre dentro de la literatura española.
NOTA: Actualmente Francisco Candel, a sus 82 años, atraviesa un delicado estado de salud. Desde aquí mando mis deseos de mejora.
[1] Candel, Francisco, Primera historia, primera memoria, Península, Barcelona, 2006, p. 23.
[2] Fragmento de la carta de Sebastián Juan Arbó a Francisco Candel, núm. 306 de la Revista L 'Avenç, pp. 14-20.
[3] Candel, Francisco, Donde la ciudad cambia su nombre, La Biga, Barcelona, 1998, pp. 147-151.
Comentario de los lectores:
- ESPECIAL Francisco Candel: el joven que quiso ser escritor