Escribir es espiar para fabular la vida
Aunque brille el sol, parece que los escritores prefieren la
sombra. Están habituados a viajar en un cuarto. Casi siempre, con
las persianas bajas pero con vistas al exterior. Porque su
profesión es espiar, escudriñan a los demás para escribir un
registro detallado de sus vidas. Exploran desde cualquier ventana
para contar sobre los otros como quien buscara contarse también a
sí mismo.
Ricardo Piglia ha escrito en Diario de un loco:
"Desvelado, desde la ventana de una pieza
de hotel, el que acecha, ve, en la noche cerrada, la luz que
ilumina fugazmente, abajo, en el jardín, la mano blanca del que ha
venido por él."
Los escritores espían para registrar vidas, pero no con la
finalidad de reproducirlas con la pluma o ante la pantalla, sino de
inventarlas de nuevo.
Ricardo Piglia ha escrito en una de sus novelas sobre la
navegación de los barcos como si estuviera hablando de los
escritores. Ha escrito de la inutilidad de su iluminación de noche,
porque "todos los barcos navegan a ciegas,
guiados por el ojo helado del radar".
Los escritores son espías que observan e inspeccionan con su radar
todos los detalles para captar lo que a simple vista no se ve. Es
lo que ha hecho también Enrique Vila-Matas en Extraña forma de
vida, una novela cuyo protagonista es un escritor llamado Cyrano
que se dedica a espiar a su familia, a sus vecinos, a sus amigos y
también a otros escritores como Salvador Dalí y Graham
Greene.
Cyrano, hombre casado, desea inicialmente preparar una conferencia
sobre "la escritura mítica del héroe". Después cambia el tema de la
exposición, porque quiere fascinar con sus palabras a Rosita, su
amante. Esta ha tomado la decisión de dejarlo una vez que haya
cumplido con su promesa de asistir a la conferencia y
escucharlo.
Cyrano no solo se dedica a espiar en la novela. También se
propone, finalmente, dedicar su discurso a la relación endogámica
entre espionaje y literatura. Así se expresa en uno de los pasajes
de la novela:
"Hablaría de cómo me había pasado la vida
espiando a todo el mundo (...) y de lo parecidos que son los espías
y los escritores y de cómo tanto los unos como los otros siempre
miraron, siempre escucharon, siempre se movieron y se perdieron por
situaciones embrolladas y extraños sucesos en busca de una idea que
acabara dando sentido a todo."
Vila-Matas escribe en este libro que todos los que cuentan
historias son espías, mirones.
"La vida es demasiado breve como para vivir
el número suficiente de experiencias, es necesario
robarlas."
Alan Pauls escribe sobre el título de uno de sus libros: El factor
Borges. Aparentemente lleva la marca del espionaje, apunta, pero
pese a lo que promete, esta obra no es una novela de secretos y
espías, sino un ensayo de lectura. No obstante, refiriéndose a
continuación a la práctica sigilosa de leer, pregunta:
"¿no hay acaso la ilusión, el vicioso
designio de entablar con un libro, una obra, o un autor esa
relación de aventura y suspenso -hecha de incursiones nocturnas,
cerrojos burlados y claves robadas- que conocemos de lejos bajo el
nombre de espionaje?"
Leer es, según Alan Pauls, desgarrar, entrometerse, irrumpir en un
orden sereno, satisfecho de sí, devoto del silencio, las puertas
entornadas y las persianas bajas. Inmiscuirse en esa extraña forma
de vida que llevan, según apunta Vila-Matas, los escritores que se
dedican a explorar a los demás sin ser vistos y que
"se sienten muy solos en sus oscuros
despachos, en sus puestos de observación mientras imaginan, con las
cortinas cerradas, un número infinito de tramas que tienen todas
lugar fuera de allí."
Sobre ello sabe Emily Dickinson. Siempre encerrada en su cuarto y
vestida de blanco, espía y escribe poemas y cartas. En una de sus
cartas escribe a su cuñada y querida amiga Sue, quien lleva semanas
de viaje. La echa tanto de menos que le dice que en todo la
incluye. Quiere pensar en ella cada hora, y como si quisiera
espiarla mentalmente, le escribe:
"Qué estás diciendo -haciendo- quiero
caminar contigo, como viendo pero sin ser vista."
Comentario de los lectores:
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