El timo de la independencia, según Saramago
El 30 de julio pasado un querido amigo me hizo llegar una
invitación para escuchar una conferencia de José
Saramago. A pesar de que la conferencia fue
pronunciada en Santander, es decir, bastante lejos de mi
residencia, me animé porque la ocasión fue posiblemente
irrepetible. Creo que el Nóbel portugués es una de las mentes más
lúcidas de la actualidad y además el tema, nada menos que la
independencia del periodista, era muy interesante. Tenía interés en
oír lo que piensa Saramago sobre esa ficción que es la libertad de
prensa. Así que me armé de valor y encaminé mis pasos a la capital
cántabra donde mi amigo Pepe me esperaba con impaciencia. He tenido
la suerte de trabajar con él muchos años y es un buen colega y un
excelente periodista.
Saramago no me decepcionó en absoluto y creo que puso las cosas en
su sitio. En su opinión no se puede hablar de la independencia del
periodista. Entre los que se hayan tomado la molestia de leer las
crónicas sobre lo que dijo este escritor, habrá quienes piensen que
Saramago efectuó una crítica general sobre el "mundillo" de la
información y sus "componentes".
Yo creo que en general el periodista normal y corriente, en que
cada día se gana duramente su jornal trabajando, logrando noticias
allí donde incluso parece imposible quedó bastante bien parado y
que como dijo Saramago es consciente de que es utilizado. Una veces
con descaro y de forma burda y otras con más elegancia pero, en
definitiva, es un mero instrumento. Sin embargo insisto es que este
profesional al menos es más digno que los llamados creadores de
opinión.
No pueden decir lo mismo los empresarios o los "figurones" de la
información que, en la mayor parte de las ocasiones se han olvidado
de su ética y profesionalidad para caer en la peor de las
subjetividades. Y que conste que la subjetividad no es negativa en
sí misma. No creo que un periodista tenga la capacidad de
abstraerse de los problemas que le rodean y ser capaz exponerlos de
forma totalmente aséptica. Lo que no es admisible es la utilización
de la mentira, la calumnia, el insulto y todo eso que tanto agrada
a esos que participan en las tertulias y que se aprovechan de una
especie de impunidad social.
Yo, que se he sido cocinero antes que fraile, sé una buena parte
de lo que se cuece en las cocinas de los medios de comunicación. Lo
primero que hay que decir es que no conozco ni uno solo que sea
independiente y esto afecta, desgraciadamente, a los de titularidad
pública que son mantenidos de forma directa o indirecta con los
impuestos de todos los españoles y a los privados que están siempre
al servicio de intereses empresariales y no al de la información
veraz.
En cuanto un Gobierno -el que sea- llega al "poder", lo primero
que hace es controlar los medios de comunicación sobre los que
ejerce el control que, en nuestro caso, son TVE y la Agencia EFE.
Es cierto que dentro de esta normal general hay matices, y se puede
pasar desde la vergonzosa manipulación, como en los pasados años, a
la presión más o menos subliminal pero, a efectos del trabajador,
el resultado es el mismo: la pérdida de libertad y muchas veces la
autocensura.
Por lo que hace a los medios de propiedad privada no comprendo
como tienen la desfachatez de poner la palabra "independiente" en
la cabecera de sus portadas. No hay nada menos independiente que un
periódico. Dependen sobre todo de la publicidad, ya que, con las
ventas diarias a los lectores, y más en este país no sacarían ni
para pagar el sueldo del repartidor. Y si dependen de la
publicidad, está claro que no van a atacar a aquellas empresas o
instituciones que les dan de comer, salvo que sea un caso tan
escandaloso que no quede más remedio y, desde luego, siempre dentro
de unos límites razonables.
Supongo que los lectores de cierto medio nacional se percatarían
en su momento de que la campaña que en su día se organizó contra
cierto ministro del PP, se acabó poco antes de que la empresa
propietaria de ese diario lograse hacerse con el control de cierta
plataforma televisiva. Curioso ¿verdad?
Como también es curioso que desde otro medio nacional se confunda
a la ciudadanía con la existencia de un tal Juan III, que habría
sido rey de España y que curiosamente jamás ha existido.
Sencillamente es un invento, una tergiversación. Eso por no hablar
de casos más difíciles de detectar. También pasa que, en demasiadas
ocasiones, se dan noticias sin haberlas contrastado
suficientemente, o que han partido de un rumor y que sólo podrían
aparecer en diarios sensacionalistas o sencillamente son producto
de la necesidad de hacer una portada llamativa.
De igual manera que se explota vergonzosamente a miles de
profesionales con horarios interminables, sueldos de miseria, la
espada de Damocles de los contratos temporales, presión para que
logran la tan ansiada exclusiva y cosas similares.
¿Se han dado los lectores cuanta de que en los medios de
comunicación es extrañísimo que se haga un paro? Evidentemente no
es consecuencia de que tengan unas condiciones óptimas laborales
sino de que hay tal cantidad de chicos y chicas con contratos por
renovar cada tres o seis meses, que el miedo a perder ese
"excelente" puesto de trabajo, supera cualquier otro tipo de
reivindicación por muy justificada que esté. Con lo cual nos
encontramos ante la famosa pescadilla que se muerde la cola: yo no
reivindico porque tengo miedo de perder lo poco que tengo y el
propietario se aprovecha de esa situación para no hacer
concesiones. Y así llevamos años.
Por si todo esto fuera poco, cada año salen de las dichosas
facultades de periodismo cientos de jóvenes que no tienen donde
trabajar y que incrementan una legión de parados en expectativa de
mejora que se conforman con lo mínimo y suponen en peligro para los
que ya han conseguido meter la cabeza en cualquier medio.
Así que, no sólo es que los medios de comunicación carezcan de la
mínima objetividad e independencia, lo que es perfectamente
demostrable, sino que en casi todos los casos se trata de empresas
que están entre las más explotadoras.
Son muchos los que carecen de un verdadero convenio colectivo y
las negociaciones salariales se llevan individualmente entre el
trabajador y el director del medio. Evidentemente esto fomenta la
tan alabada competitividad y la deslealtad entre los propios
compañeros.
Resulta grotesco y penoso que quienes se pasan el día escribiendo
y pontificando en terribles editoriales sobre las actividades y
actitudes de los demás tengan tantos trapos sucios en su casa,
donde parece que es difícil que entre el jabón y el aire
fresco.
Comentario de los lectores:
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