El talento de la riqueza vs la riqueza de talento
El talento tiene tantos significados como sinónimos puedan
atribuírsele a cualquier palabra de origen Latino. Connota, por una
parte, la antiquísima moneda imaginaria greco-romana equivalente a
60 dinas, presente en ciertas parábolas de Jesús: El Maestro de
Nazareth. También puede connotar "El conjunto de dones y dotes
naturales o sobrenaturales con que el Dios creador enriquece a los
hombres, tales como dones y dotes intelectuales, ingenio, etc. Es
la capacidad que diferencia unos hombres de otros". Este último
significado es el que abordaremos. De modo que en virtud del
talento se han clasificado, calificado, y destacado los hombres en
capaces e incapaces, mediocres o de mediana inteligencia;
brillantes y genios.
Tomando en consideración los diversos significados que se le
atribuyen a la palabra talento, esta, hoy en dia, navega por los
mares de la confusión, la tergiversación, del soslayo y hasta del
olvido. La moderna psicología diferencial ha destinado capítulos al
estudio de las diferencias que provienen del fondo innato de cada
individuo. Genio, ingenio, talento, aptitud, habilidad, son grados
distintos de la energía activa, nativa, teórica o práctica de las
personas, los cuales, determinan profundas variaciones en la manera
de desarrollar sus inquietudes y destacarse en el medio social
respectivo.
La originalidad desde el ángulo artístico, como en lo científico,
ofrece tres variantes principales o grados de talento: a) La del
hombre genial y superior a la media intelectual o mediocre, que
reune en máximo grado las condiciones de intuición, interpretación,
imaginación y creatividad; y b) El hombre de talento medio,
mediocre o normal (mi punto de vista es que no hay hombres brutos o
faltos de inteligencia, sólo hay personas más capaces que otras, y
según sus áreas de desenvolvimiento) o medianamente inteligente,
quien produce obras comunes y corrientes; representando el común
equilibrio entre las diferentes facultades, y; c) El tipo lerdo,
imitador, quien copia o asimila la forma con que se remeda una obra
original sin lograr nada trascendente, calificado aceptable y
observa los procesos que otros semejantes han desarrollado; pero, el
talento innato del ser humano, hoy en dia, cuando los valores para
apreciar las cosas sublimes han cambiado, se ve eclipsado por un
tipo de talento que muchas veces escapa a la grandeza genial del
hombre; tanto del común como del excepcional, y ese es el talento
de la riqueza. Esta abre puertas que al talento innato se le
dificulta.
Toulouse Lautrec
Puede que un artista cualquiera posea riqueza económica o tal vez sea un grandilocuente, o haya logrado tener muchas relaciones sociales e influencias en el medio social, no producidos por su buen arte, sino en función de su arte. Este artista puede que sea pobre de talento innato, sin embargo, sus insignificantes obras que su pobre talento haya producido, pueden ser convertidas en trascendentes obras, gracias al talento solidario de las élites artísticas con poder persuasivo para reivindicarlas (esto es Talento de la Riqueza) como geniales, sin serlo. Así por ejemplo, El talento de la riqueza de un Toulouse Lautrec, quien era aristócrata, rico, aunque enfermizo, se combinó con su riqueza de talento, para lograr lo que hasta hoy representa en el mundo pictórico. El fortaleció el impresionismo imperante; pero no revolucionó ningún esquema pictórico, a pesar de ser enfermizo, y nada aventajado físicamente. El era el pintor de las élites pudientes de la Francia a finales del siglo 19, sus obras se vendían en sus exposiciones y se hizo aún más rico, pudiendo anteponerse a Gauguin, a Vincent van Gogh, este último, era un holandés pobre, sin gracia en su personalidad, con una carga emotiva y lleno de complejos, quien fue reconocido después de su muerte por los críticos elitistas del arte. Quien interpreta una obra midiendo la riqueza pecuniaria, el carisma magnético de la personalidad, o la cofradía social en la que se desenvuelve el artista, no está valorando en su justa dimensión su versatilidad, su creatividad o su genialidad.
Gauguin
La calidad de la obra debe considerarse independientemente de esos elementos exógenos al arte. Si observamos como de hecho es lo usual, actualmente, un pintor que exhibe sus obras desde su mansión en la mejor zona de la ciudad donde reside, encontrará que el crítico clasista medirá el talento de la Riqueza del pintor (no necesariamente significa opulencia siempre, sino también otras cosas como la influencia social del pintor) que exhibe y no la riqueza del talento que caracterizaría al pintor genio y su creatividad, aunque sea insignificante y no soporte una crítica imparcial, se le dará importancia a su obra, no porque sea genial su estilo, sino porque sus obras están respaldadas por una gran parafernalia, con la cual el artista elitesco se carga de musas para pintar sus garabatos, además, su carga emocional estaría relajada ya que cuenta con una holgada situación económica que le permitiría vivir de sus obras solventemente, sin mayores dificultades económicas, sin exponerse a las humillaciones que experimenta el pintor pobre y con anhelos de superación. De ese modo, el pintor elitesco obtiene el apoyo de una crítica que más que especializada, es parcializada y discriminante, y sus obras, las cuales, deberían someterse al examen riguroso de los buenos críticos imparciales del arte puro en la justa dimensión del estilo y la cromática que se despliega y no a la aprobación ciega de una élite selectiva de acondicionados críticos, quienes en la mayoría de los casos son artistas frustrados por la misma ola elitesca que les ha evaluado sus obras.
Van Gogh
Envidiosos criticones de los verdaderos genios del arte que ellos critican. Sus fallas se evidencian en la explicación crítica de una obra seleccionada como ganadora en algún festival en la que los puntos analíticos de la obra se pierden en una retórica fatigosa e ininteligible, sin sentido concreto de los detalles resaltantes de obra, esto nada tiene que ver con la excéntrica creación del método paranoico-crítico de Salvador Dalí, el cual, más que explicar una forma para interpretar sus obras, las enredaba más. Lo excéntrico en el pintor nada tiene que ver con su genialidad. Los críticos nunca elogian la genialidad, excepto, cuando es el público quien con su aceptación y adquisición de las obras se convierte en el más imparcial de los críticos, no les queda más remedio que admitir y elogiar. Partiendo de este orden de ideas podemos inferir que los resultados e impresiones de esa crítica, localista, parcial, y superflua, no determinan el grado de genialidad en el talento que posee un artista plástico, incurriendo quizá en un tipo de injusticia que trae como consecuencia la frustración del potencial genio, tal como ocurrió con Vincent Van Gogh.
Salvador Dalí
Hoy en día los genios son
mediocres y los mediocres son genios, todo es parte de la inversión
de valores que trae esta sociedad actual. Así el pintor, escritor,
o escultor talentoso se vuelve ermitaño y sus obras pueden ser
rechazadas aunque sean sorprendentemente buenas, por estar
respaldadas por la pobreza, la calamidad, o por el consumo del
alcohol o estupefacientes, inspirada muchas veces por las
alucinaciones que lo produce, tal como ocurrió con el pintor
venezolano Armando Reveron a quien un destacado
inversionista capitalista de Caracas adquirió sus obras a cambio de
Ron y comida, o por las depresiones paranoides de un Vincent Van
Gogh. Ellos, generalmente, pintaron para sus elevados, susceptibles
y humildes espíritus bohemios. Nunca disfrutaron el éxito de sus
obras, del dinero que les generó después de
fallecidos.
De modo pues, que arte ha estado unido al reconocimiento de las
élites artísticas, de los clubes, a las posiciones sociales y la
alta alcurnia. Allí es donde se desenvuelve El Talento de la
riqueza, ella puede catalogar de genio a un mediocre y a un
mediocre de genio. La posteridad, la historia y la crítica deben
despojarse de esos atavismos y lastres para conocer y reconocer
mejor las obras transparentemente y con imparcialidad, la cual se
encargará de calificar acertadamente al mal reconocido mediocre y
reivindicar al despotricado genio.
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