"El hijo del desierto" en el Museu Egipci de Barcelona
Jueves, 10 de Junio de 2010
En el centro de Barcelona, rodeado de asfalto, hormigón y
humanidad, palpita un pedacito del corazón del Antiguo Egipto: el
Museu Egipci de Barcelona. No se me ocurre un lugar mejor en la
ciudad condal para presentar el último libro de Antonio
Cabanas, El hijo del desierto.
Sarcófagos, piedras y secretos dibujaron el entorno perfecto para
trasladarse 3.500 años atrás, a la época en la que Tutmosis III
gobernaba en el país del Nilo. Mª Ángela Taulé,
Directora de la Fundación Clos, fue la encargada de abrir esa
puerta. Ante ella un nutrido grupo de personas aguardaba,
expectante, el inicio del viaje.
Hizo de copiloto el Dr. en Egiptología
Javier Martínez Babón, que alabó especialmente la
extraordinaria labor de documentación de Antonio Cabanas, ajustada
a esa época y no a cualquier otra. El Dr. Martínez destacó la
importancia de la vida militar de ese período y que cobra una
especial relevancia en la novela. Pero no sólo de soldados y
armamento vive la trama, también en ella se cocinan ceremonias y
fiestas públicas, el papel de la mujer, la administración de la
justicia o el funcionamiento del templo de Amón.
Y fue entonces cuando le llegó el turno al piloto de este
memorable viaje. Tomó la palabra Antonio Cabanas
para hablar de su obra, del argumento, de los personajes, de la
magia y del misterio de un Egipto que, en aquel enclave, parecía al
alcance de la mano. Fue él quien invitó a todo el mundo a
embarcarse en ese avión llamado El hijo del
desierto para recorrer unos cuantos años, unos
cuantos metros, y sumergirse de lleno en una historia
fascinante.
Quienes ya habíamos tenido la suerte de leer el libro, fue como
reencontrarse con viejos amigos. Los menos afortunados tomaron un
ejemplar y subieron hasta la terraza del museo, donde se les
obsequió con una copa de cava y un cielo límpido y brillante.
En la sombra pero siempre presente, Elisabeth García i
Marrasé, trabajadora del Museo y encargada de que todo
fluyera sin tropiezos. Una mujer hermosa y encantadora, y una
magnífica profesional.
Antonio Cabanas firmó muchos libros esa tarde,
charló con sus lectores, compartió miradas cómplices y detalles de
la trama, y al finalizar la velada casi podíamos sentir el arrullo
del Nilo, mientras el cielo se oscurecía sobre nuestras
cabezas.
Y así, con un trocito de Egipto en el corazón, nos fuimos
marchando todos. Soñando con desiertos y estrellas, con grandes
hazañas y grandes pasiones, y con esas historias sobre dioses y
hombres que uno no se cansa nunca de escuchar.
Comentario de los lectores:
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