Anika entre libros

Edmundo de Amicis: el recuerdo de un viaje por España

Cátulo, abril 2007


Al poco tiempo de llegar a España tuve la ocasión de leer en castellano una edición del libro "Corazón" de Edmundo De Amicis. Siempre se ha considerado que esta es su obra fundamental, la más importante y, posiblemente, si nos atenemos al número de ediciones y traducciones así sea. Desde luego, siendo niño, su libro, que hoy veo con otros ojos, me causó cierta emoción.

Quién me iba a decir que iba a poder escribir sobre este entrañable autor que está bastante más relacionado con España de lo que se puede pensar, por ser un país que le dejó un importante impacto.

Creo recordar que, en algún comentario anterior, mencioné la disposición de los italianos a olvidar a las personas que de algún modo han contribuido a engrandecer la cultura propia. Me parece que en esto hay algún parecido con España. Porque, a parte de si nos gusta o no su estilo literario, De Amicis ha sido uno de los autores más traducidos y sus obras han tenido una repercusión importante fuera de Italia. Posiblemente más que dentro.

Para ilustrar esta curiosa situación bastan dos detalles: la ciudad donde nació nuestro personaje -Oneglia- ha desaparecido, o mejor dicho ya no se llama así. Ahora se la conoce pomposamente como Imperia y es el resultado de la unificación con otra ciudad que se llamó Porto Maurizio.

Permítanme mis amigos españoles que les explique, aunque sea muy brevemente, la historia de este, en mi opinión, desatino absoluto. Porque, ¿alguien puede creer que Alcalá de Henares se uniera a Torrejón y se llamarán desde entonces Corredora?

En el año 1922 se inició, ya en la era de Musolini, una reorganización administrativa del país. Oneglia, situada en Liguria, próxima a Génova, fue unida, pese a la mayoritaria oposición de muchos ciudadanos, a Porto Maurizio, Piani, Caramagna, Castelvecchio, Borgo, Costa, Poggi, Torrazza, Moltedo y Montegrazie.

Así, el 21 de octubre de 1923, un decreto de Vittorio Emanuele III, decidió que estos 11 pueblos se llamaran Imperia, porque por allí pasa un torrente que se llama Impero. Ciertamente resulta curiosa la elección del nombre, sobre todo si se tiene en cuenta la veleidad imperial de Benito Musolini.

Bien, lo que don Benito ate en Italia nadie se atreva jamás a cambiarlo.

La segunda cuestión es también paradójica. En el libro "Corazón" hay un relato sobre un niño genovés que se llama Marco, que va de Italia a Argentina (de los Apeninos a los Alpes) en busca de su madre. Pues bien, fue una empresa japonesa la que usando el relato de nuestro personaje se enriqueció. Típico.

Hace unas pocas semanas se celebró en la Universidad de Florencia un curso de perfeccionamiento de lectura en el que se incluyó una intervención sobre Edmundo De Amicis como precursor de libros de viajes y para comparar su actividad como turista "burgués" de la época, con el nuevo turismo emergente. Estoy fue lo que me sirvió de base para este cometario sobre el viaje del autor a España.

¿Por qué De Amicis? Sencillamente porque es, en efecto, uno de los precursores de los relatos de viajes. Fue precisamente en 1872, cuando el diario La Nazione de la capital toscana, le nombró corresponsal y le envió durante varios meses a España que, en ese momento, tenía como rey a Amadeo de Aosta (Amadeo I) y en Italia aún estaba muy reciente la unidad nacional de la que De Amicis fue un valedor importante.

Quería La Nazione que De Amicis fuera un corresponsal que contase a los italianos qué pasaba en España, donde un italiano, bien que por pura casualidad, había sido coronado rey.

El éxito de las crónicas fue tan importante que en 1873 se publicaron en un libro de forma independiente (editorial Barbera), y que alcanzó también lo que hoy consideraríamos un éxito de ventas impresionante porque se reeditó en varias ocasiones.

El viaje de De Amicis empieza en Barcelona, donde arriba procedente de Génova, y las impresiones iniciales no son muy positivas. Siente que es considerado un enemigo sin que sepa exactamente por qué.

Amadeo de Aosta es llamado por los españoles "pobre bambino" y al ejército italiano se le compara con una compañía de bailarines y cantantes (y aún no había ocurrido lo de Guadalajara). Sin embargo, De Amicis no lo toma muy negativamente y lo atribuye, con cierta ironía bien intencionada, al carácter de los españoles.

En cuestiones políticas, posiblemente las que más interesaban a los lectores de La Nazione, encuentra que la sátira contra los políticos es muy similar a la que se da también entre los italianos y refiere una anécdota que le sucedió en la provincia de Burgos, donde un mirandés le cuenta "ben felice", que en España hay cinco partidos principales, pero que con las correspondiente escisiones hay más de veinte facciones, cada una con su correspondiente líder. Omito las disidencias y sus jefes porque sería muy extenso.

En Madrid, De Amicis se encuentra muy contento. Para él es una ciudad viva, con ganas de diversión, que bulle, que se regodea en la ironía, en la chanza. Los madrileños frecuentan los cafés y los teatros (incluidos los de dudosa moralidad como el, según parece, Capellanes).

El recorrido del viajero burgués continúa por tierras de Andalucía, donde hay, en el capítulo X, una curiosa referencia a los vinos de Cádiz. Es posible que algo de esto sirviera a De Amicis para su libro posterior "Los efectos sicológicos del vino", aparecido en Turín en 1881 y que, por cierto, no se muestra benévolo con su consumo.

La mayoría de los estudiosos coinciden en señalar que el viaje de Edmundo De Amicis a España fue importantísimo para su posterior producción. España es citada en muchísimas ocasiones, muchas veces incluso cuando no tiene demasiado sentido.

La estancia en España, que duró casi medio año, fue el punto de inicio de una serie de viajes que concluyeron con sus correspondientes crónicas: París, Holanda, Constantinopla, Argentina y en todas el recuerdo de España, sino no es a través del Duque de Alba, lo es en la referencia mediterránea de Turquía.

Lamentablemente De Amicis ha quedado un poco encasillado y desde luego, para muchos, su lenguaje es anticuado, lo mismo que su estilo. Es posible que esto tenga algo de verdad pero, en todo caso, no es menos cierto que fue un gran humanista que siempre trató de ser útil a su país cuando Italia aún se estaba formando. Este debía ser motivo de admiración.

De Amicis, que no tuvo una vida nada sencilla, murió en Bordighera en 1908, tras sufrir un derrame cerebral y fue enterrado en Turín, con una despedida multitudinaria.



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