Edmundo de Amicis: el recuerdo de un viaje por España
Al poco tiempo de llegar a España tuve la ocasión de leer en
castellano una edición del libro "Corazón" de Edmundo De
Amicis. Siempre se ha considerado que esta es su obra
fundamental, la más importante y, posiblemente, si nos atenemos al
número de ediciones y traducciones así sea. Desde luego, siendo
niño, su libro, que hoy veo con otros ojos, me causó cierta
emoción.
Quién me iba a decir que iba a poder escribir sobre este
entrañable autor que está bastante más relacionado con España de lo
que se puede pensar, por ser un país que le dejó un importante
impacto.
Creo recordar que, en algún comentario anterior, mencioné la
disposición de los italianos a olvidar a las personas que de algún
modo han contribuido a engrandecer la cultura propia. Me parece que
en esto hay algún parecido con España. Porque, a parte de si nos
gusta o no su estilo literario, De Amicis ha sido uno de los
autores más traducidos y sus obras han tenido una repercusión
importante fuera de Italia. Posiblemente más que dentro.
Para ilustrar esta curiosa situación bastan dos detalles: la
ciudad donde nació nuestro personaje -Oneglia- ha desaparecido, o
mejor dicho ya no se llama así. Ahora se la conoce pomposamente
como Imperia y es el resultado de la unificación con otra ciudad
que se llamó Porto Maurizio.
Permítanme mis amigos españoles que les explique, aunque sea muy
brevemente, la historia de este, en mi opinión, desatino absoluto.
Porque, ¿alguien puede creer que Alcalá de Henares se uniera a
Torrejón y se llamarán desde entonces Corredora?
En el año 1922 se inició, ya en la era de Musolini, una
reorganización administrativa del país. Oneglia, situada en
Liguria, próxima a Génova, fue unida, pese a la mayoritaria
oposición de muchos ciudadanos, a Porto Maurizio, Piani, Caramagna,
Castelvecchio, Borgo, Costa, Poggi, Torrazza, Moltedo y
Montegrazie.
Así, el 21 de octubre de 1923, un decreto de Vittorio Emanuele
III, decidió que estos 11 pueblos se llamaran Imperia, porque por
allí pasa un torrente que se llama Impero. Ciertamente resulta
curiosa la elección del nombre, sobre todo si se tiene en cuenta la
veleidad imperial de Benito Musolini.
Bien, lo que don Benito ate en Italia nadie se atreva jamás a
cambiarlo.
La segunda cuestión es también paradójica. En el libro "Corazón"
hay un relato sobre un niño genovés que se llama Marco, que va de
Italia a Argentina (de los Apeninos a los Alpes) en busca de su
madre. Pues bien, fue una empresa japonesa la que usando el relato
de nuestro personaje se enriqueció. Típico.
Hace unas pocas semanas se celebró en la Universidad de Florencia
un curso de perfeccionamiento de lectura en el que se incluyó una
intervención sobre Edmundo De Amicis como precursor de libros de
viajes y para comparar su actividad como turista "burgués" de la
época, con el nuevo turismo emergente. Estoy fue lo que me sirvió
de base para este cometario sobre el viaje del autor a
España.
¿Por qué De Amicis? Sencillamente porque es, en efecto, uno de los
precursores de los relatos de viajes. Fue precisamente en 1872,
cuando el diario La Nazione de la capital toscana, le nombró
corresponsal y le envió durante varios meses a España que, en ese
momento, tenía como rey a Amadeo de Aosta (Amadeo I) y en Italia
aún estaba muy reciente la unidad nacional de la que De Amicis fue
un valedor importante.
Quería La Nazione que De Amicis fuera un corresponsal que contase
a los italianos qué pasaba en España, donde un italiano, bien que
por pura casualidad, había sido coronado rey.
El éxito de las crónicas fue tan importante que en 1873 se
publicaron en un libro de forma independiente (editorial Barbera),
y que alcanzó también lo que hoy consideraríamos un éxito de ventas
impresionante porque se reeditó en varias ocasiones.
El viaje de De Amicis empieza en Barcelona, donde arriba
procedente de Génova, y las impresiones iniciales no son muy
positivas. Siente que es considerado un enemigo sin que sepa
exactamente por qué.
Amadeo de Aosta es llamado por los españoles "pobre bambino" y al
ejército italiano se le compara con una compañía de bailarines y
cantantes (y aún no había ocurrido lo de Guadalajara). Sin embargo,
De Amicis no lo toma muy negativamente y lo atribuye, con cierta
ironía bien intencionada, al carácter de los españoles.
En cuestiones políticas, posiblemente las que más interesaban a
los lectores de La Nazione, encuentra que la sátira contra los
políticos es muy similar a la que se da también entre los italianos
y refiere una anécdota que le sucedió en la provincia de Burgos,
donde un mirandés le cuenta "ben felice", que en España hay cinco
partidos principales, pero que con las correspondiente escisiones
hay más de veinte facciones, cada una con su correspondiente líder.
Omito las disidencias y sus jefes porque sería muy extenso.
En Madrid, De Amicis se encuentra muy contento. Para él es una
ciudad viva, con ganas de diversión, que bulle, que se regodea en
la ironía, en la chanza. Los madrileños frecuentan los cafés y los
teatros (incluidos los de dudosa moralidad como el, según parece,
Capellanes).
El recorrido del viajero burgués continúa por tierras de
Andalucía, donde hay, en el capítulo X, una curiosa referencia a
los vinos de Cádiz. Es posible que algo de esto sirviera a De
Amicis para su libro posterior "Los efectos sicológicos del vino",
aparecido en Turín en 1881 y que, por cierto, no se muestra
benévolo con su consumo.
La mayoría de los estudiosos coinciden en señalar que el viaje de
Edmundo De Amicis a España fue importantísimo para su posterior
producción. España es citada en muchísimas ocasiones, muchas veces
incluso cuando no tiene demasiado sentido.
La estancia en España, que duró casi medio año, fue el punto de
inicio de una serie de viajes que concluyeron con sus
correspondientes crónicas: París, Holanda, Constantinopla,
Argentina y en todas el recuerdo de España, sino no es a través del
Duque de Alba, lo es en la referencia mediterránea de
Turquía.
Lamentablemente De Amicis ha quedado un poco encasillado y desde
luego, para muchos, su lenguaje es anticuado, lo mismo que su
estilo. Es posible que esto tenga algo de verdad pero, en todo
caso, no es menos cierto que fue un gran humanista que siempre
trató de ser útil a su país cuando Italia aún se estaba formando.
Este debía ser motivo de admiración.
De Amicis, que no tuvo una vida nada sencilla, murió en Bordighera
en 1908, tras sufrir un derrame cerebral y fue enterrado en Turín,
con una despedida multitudinaria.
Comentario de los lectores:
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