Dos buenas noticias para el idioma
Los que estamos interesados en la conservación de todas y cada una
de las lenguas que existen en España y que, además, abogamos por la
convivencia pacífica de todas ellas, hemos recibido en las últimas
semanas dos buenas noticias.
Por un lado, la Agencia EFE ha presentado su Fundéu (Fundación del Español
Urgente), que se realiza sobre la base del departamento de
estilo que ya tenía la citada empresa informativa aunque, he de
reconocer, que no me gusta el nombre.
Bien está, sin embargo, que las empresas de titularidad pública se
preocupen, y mucho más si están en el ámbito informativo, del
cuidado y buen uso del idioma castellano. Tampoco sería mala idea
que ese cuidado se extendiera asimismo a los restantes idiomas que
se hablan por estas latitudes, tan necesitados de cuidados o más
incluso que el castellano. Y para comprobarlo no hay más acudir a
las hemerotecas y repasar las noticias que sobre este asunto se han
publicado.
Porque las agresiones que sufre el idioma castellano, pese a lo
que se diga desde algunos sectores más preocupados en fastidiar y
dividir que en la verdadera conservación del patrimonio cultural,
no vienen de las otras lenguas peninsulares que, desde el punto de
vista de los que tanto defienden la constitución, son tan españolas
como la castellana. Eso es demagogia.
No hay más que leer algunas informaciones o incluso artículos de
opinión, para constatar la invasión de extranjerismos que sufre el
castellano, especialmente de palabrejas de origen inglés que
podrían ser perfectamente traducidas. ¿Pereza, desinterés o las dos
cosas a la vez?
Que nadie crea con esto que voy a caer en la ridiculez del régimen
franquista que en su fanatismo nacionalista llegó a extremos
inauditos, tales como suplantar las voces originales por estúpidos
neologismos: el Cognac siempre será coñac y la ensaladilla rusa
será conocida también por ese nombre.
En realidad me refiero a palabras como zapping, mobing,
piercing y similares que han invadido de forma ostensible
nuestro idioma. Palabras que, además, no presentan graves
dificultades a la hora de ser traducidas. ¿Por qué seguir usando
márketing, cuando se puede emplear técnicas de mercado o
mercadotecnia? ¿Y rénting y leasing?
Durante años, los que retransmitían partidos de tenis utilizaban
los términos ingleses, hasta que poco a poco se impuso el
castellano. Ya nadie dice "deuce", sino iguales o empate o "ace"
por tanto de saque directo. Pues bien, si en el terreno deportivo
se han conseguido avances muy significativos, ¿por qué en el resto
no se avanza?
Y por volver a la Fundéu, lo que no me acabo de explicar es que
pinta en todo este asunto el BBVA, entidad privada con ánimo de
lucro (y mucho) que también participó nada menos que con su
polémico presidente, en la presentación. Supongo que dada la
mentalidad mercantilista del citado banco, intentará sacar alguna
ventaja o contrapartida.
Así que como desde los medios de comunicación se puede y debe
hacer una gran labor en la defensa del idioma a través de su buena
utilización me alegro de la iniciativa de EFE y espero que se
extienda lo antes posible.
La segunda buena nueva, aunque sé de sobra que algunos no
compartirán en absoluto mi entusiasmo, es la decisión de la
Academia de la Lengua de la Comunidad Valenciana de reconocer la
unidad lingüística del catalán, algo lleno de sentido común y que,
para nada, impide el reconocimiento del valenciano como idioma.
Bienvenida sea pues ésa decisión.
La unidad de la lengua catalana no significa la inexistencia de
una variedad lingüística, con personalidad propia, que merece
reconocimiento. Ya he dicho en alguna otra ocasión que el error
está en usar el idioma como arma arrojadiza, como elemento de
controversia, como río donde pescar votos. Nadie en su sano juicio
se pondría a discutir sobre el origen latino de las lenguas
castellana, catalana, francesa o italiana, por citar las más
conocidas. Pues bien, el valenciano y el mallorquín comparten ese
origen con, y a través del catalán.
Por tanto, no hay que confundir unidad lingüística con unidad
política, error muy común y casi siempre interesado y que tiene
consecuencias casi siempre nefastas. El alemán se habla en zonas de
la República Checa, en Suiza y en Austria y hoy ya nadie reclama la
unidad de esos países. Comparten el idioma pero con instituciones
bien separadas. Este es el ejemplo a seguir salvo que los
ciudadanos decidamos otra cosa.
Comentario de los lectores:
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