Descubrir a Salinger
Cada año que empezaba un nuevo curso, al reencontrarme con mis
antiguos compañeros, me daba la impresión de que no habían
cambiado, mientras que yo me encontraba más maduro y
despierto.
Aquel año empezábamos el instituto. Daniel, un amigo, se trajo a
clase "La historia interminable" y lo
abrió y me mostró como en unas páginas la letra estaba escrita en
rojo y otras en verde.
- Un color es cuando se encuentra en el mundo real -me dijo-. Y
otro cuando entra en el Mundo de Fantasía.
Mostraba devoción por el libro, el cual había leído tres veces ese
verano.
A los pocos días, en clase de ética, nuestro profesor nos dijo que
antes de Navidad sólo quería que conociéramos "El
guardián entre el centeno".
Encargamos los libros en la papelería y mi compañero de pupitre se
hizo con un ejemplar antes del fin de semana y lo llevó a clase el
lunes.
- Tienes que conseguir el tuyo -me dijo-. Es divertidísimo.
- ¿De qué trata?
- Es un chico que expulsan del instituto y que no se lleva bien
con nadie.
Sacó el libro y me leyó un fragmento. Aquel en el que se
encuentran en la capilla y el protagonista recela de la
honorabilidad del cura. No tuve dudas de que sería especial.
En cuanto conseguí mi ejemplar me sumergí en su lectura. Me tumbé
en la cama, como ya hacía para leer, y no me levanté en toda la
tarde. No había leído algo con lo que me identificara tan
personalmente, nos entrelazábamos, comprendía a Holden
Caulfield. Podía ser la vida de cualquiera de mis
amigos.
Pero había algo más, un murmullo, como una segunda voz,
revoloteaba entre las páginas. Lo suficiente para acompañarte una
vida entera. Como siempre han logrado las buenas novelas.
Comentario de los lectores:
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