Crónica Especial del VI Premio de Novela Ciudad de Torrevieja 3
Conociendo a los escritores en persona, y las fotos de
los premios
Comer no era -al menos para mí- lo más importante de la cena. En
aquellos momentos empezó a dolerme la barriga, algo que con la
noche se fue acentuando, de modo que preferí disfrutar de la
compañía y de los descubrimientos. En una de las visitas
Manel-Anika, descubrí que estaba Fernando Marías ¡¡¡¡Fernando Marías!!!!
Dios, quería verlo, pero ya, YA, ¡YA!
Manel me acompañó hasta él, me hacía una ilusión tremenda
conocerle, y cuando fui a saludarle no esperaba que sólo con
decirle que era Anika me reconociera con tanta rapidez y se
levantara inmediatamente para saludarme. Por supuesto me fui de
allí con foto porque si no me llego a hacer una fotografía con
Fernando Marías a mí me da un patatús. Lo vi altísimo y muy
delgado. ¡Más atractivo que en las fotos, por Dios! Casi no lo
reconocí porque lo había visto sólo en fotografías que no le hacen
justicia. Ni siquiera la que nos hizo Manel.
Fue el mismo Fernando Marías quien me dijo:
- Ahí está José Carlos Somoza ¿no quieres
saludarlo?
Estaba en su misma mesa, yo le daba la espalda. Al girarme me
volvió a pasar lo que me ocurre con las fotos, que no les reconozco
a la primera porque me falla algo. José Carlos se había cortado el
pelo y le faltaba el mechón largo que luce en mi web, así que
aquello fue prácticamente lo primero que le dije, que no le
reconocía sin el pelo largo. Debo agradecer, y mucho, las palabras
que tuvo conmigo, porque fueron de lo más amable, pero además
halagadoras. Manel y yo nos fotografiamos con él (pedí estar en
medio porque imaginaba mentalmente cómo quedaría una foto en escala
y no quería que pareciéramos los Dalton, del más alto a la más
bajita). José Carlos ya me habló en aquel momento de "Anika Entre
Libros" y parecía que sinceramente le gustaba mucho la revista, así
que os podéis imaginar lo contenta que estaba yo (aunque en las
fotos parezca que fuera fumada).
Por cierto, esto me sirve para indicar algo. Aparte de mi dolor de
barriga y el cansancio, lo cierto es que disfruté tanto aquella
noche que no posé en ningún momento, no hubo ni una sola foto
forzada, por eso aparezco en casi todas las fotografías con los
ojos casi cerrados. A veces es porque sonrío y se me sube el
moflete cerrándome los ojos, pero lo cierto es que para que se note
que tengo ojos tengo que abrirlos a conciencia (pero no soy china,
es pura vejez).
Lo que yo no sabía es que Fausto Tortosa también me estaba
haciendo fotos mientras charlaba con José Carlos Somoza. A
las pruebas me remito: (¡gracias guapo! se ve que las hiciste de
bien lejos porque cuesta verlas por el desenfoque, pero se
agradecen igualmente)
En otra de las ocasiones -esta vez visitaba yo la mesa de Manel-
éste y la compañera que estaba a su lado me dijeron que estaba allí
Nerea Riesco.
Llevo meses escribiéndome con ella, me leí su libro (Ars
Magica) y la entrevisté, así que tenía muchas ganas de
conocerla en persona. Además para mí fue una sorpresa que estuviera
allí.
- ¿Dónde está? -pregunté.
- ¿Ves aquella columna?
- Sí.
- Mira hacia abajo ¿ves a esa mujer de pelo negro?
- Sí.
- Esa es Nerea Riesco.
- No. -dije, tajante.
- Que sí, que es ella.
- Que no, que Nerea Riesco es rubia.
- Que sí, que se ha teñido el pelo.
Ya estaba yo pensando que me habían tomado el pelo y querían
gastarme una broma cuando al final dije:
- Muy bien, voy a ir allí, voy a preguntarle si es Nerea, ¡¡¡y
como me hayáis tomado el pelo os vais a enterar!!!
Quienes conozcan su primera web o hayan visto las fotos que hay de
Nerea Riesco en mi web (página de Autora Destacada o en la
entrevista) sabrán o habrán visto que era rubia, con el pelo
larguísimo y una tremenda mirada felina. Al llegar a su mesa me
agaché un poco y pregunté:
- ¿Nerea?
- Sí.
- ¿Eres Nerea Riesco?
- Sí.
- Soy Anika
- ¡Anika!
La verdad es que a excepción de los periodistas, la mayoría de
escritores sí me conocían y reaccionaban igual al saber que yo era
la Anika que de vez en cuando les escribía desde "Anika Entre
Libros", así que era un verdadero show verme por ahí
saludándolos. Hablamos un rato, me contó porqué era ahora morena
(lo ha sido siempre, lo raro fue ser rubia durante unos meses), y
luego me sugirió que nos fotografiáramos.
Nerea y yo fotografiadas con su
cámara
Más tarde volveríamos a hablar. Personalmente puedo deciros que
es tan maja en persona como por e-mail, que tanto ella como yo
estábamos deseando conocer a Toti Martínez de Lezea (bueno,
ella la conoció finalmente y yo aún estoy con las ganas) [nos unen
las "brujas" a las tres] pero que es más guapa en la realidad que
en las fotos, aunque no se puede negar que en esta habéis visto ha
salido muy bien… Llevaba un traje rojo de los de quitar el hipo
pero no he conseguido ninguna para mostrárosla. Una pena. Si mi
marido me hubiese comprando la tarjeta de la cámara…
grrrrrrrrrrrrrrr.
Jorge Bucay subió al escenario y
aquello tomó otro rumbo.
Ahora tocaba la parte oficial. Se acababa la cena y Bucay, ganador
el año anterior del mismo certamen, ejercía de presentador.
Bucay contó un cuento sobre un tímido que debía hablar en público
y no sabía qué decir, y provocó las risas de los asistentes. A
continuación fue presentando uno a uno a los componentes del
jurado: el periodista y escritor J. J. Armas Marcelo (Juancho para
los que lo conocimos a través de los programas de Julia Otero en
los que intervenía) que ejerció como Presidente del Jurado, el
escritor José Calvo Poyato, el editor Julio Ollero, la directora de
la editorial Plaza & Janés Nuria Tey, el concejal de Cultura
del Ayuntamiento de Torrevieja Eduardo Dolón, y David Trías (aunque
de éste no contó realmente su voto porque actuaba de secretario del
jurado), para, al final, comunicar quiénes eran el finalista y el
ganador de los Premios de Novela Ciudad de Torrevieja en su 6ª
edición.
También estuvieron la consellera de Cultura, Trinidad Miró, el
conseller de Justicia y Administraciones Públicas, Fernando de la
Rosa y el Director General del Libro, Rogelio Blanco, que también
habló por el micrófono. Entre otros asistentes estaban, por
supuesto, el alcalde de Torrevieja, Pedro Hernández (encargado de
entregar el premio), y unas chicas con bandas cruzadas al estilo
Miss España o falleras, que debían ser las reinas de las fiestas de
Torrevieja (creo que Bertolín lo hace mejor que yo cuando se
refiere a ellas. Indudable su talento para estas cosas del
periodismo)
El ganador resultó ser Bruno Peña, con su novela titulada "La
búsqueda" -que luego será "La llave del abismo"- (¿y ése quién
leches es?) ¡pues claro! ¡Nuestro José Carlos Somoza!.
Manel le fotografió justo cuando se
levantaba de su mesa para recoger el premio
Juan Cobos Wilkins, el finalista, firmó como Stephen Sitwell su
falsamente titulado libro "Un árbol de Cambridge", que luego se
convertirá en "El mar invisible". Y todos felices y contentos
posaron para los medios.
De entre todas las fotografías he
decidido hacer uso de esta por la calidad de la foto, propiedad de
Gonzalo Gayo (gracias). En ella pueden verse a José Carlos Somoza y
a Juan Cobos Wilkins con sus respectivos premios.
Pero como me sabe mal que Manel
hiciese tantísimas (las hay que habrían sido geniales si hubiera
conseguido sacarles la calidad de las siguientes) pondré algunas
suyas que he podido mejorar con el ordenador. En realidad no es que
su cámara fuera mala, la culpa ha sido siempre de la
iluminación.
José Carlos Somoza con su
premio.
Juan Cobos Wilkins con su
premio.
Juro que mi dolor de barriga, que iba en aumento, no tenía nada
que ver con Bucay, fue pura casualidad. Seguramente los nervios.
Pensad que aunque tenga ya mis 39 añazos lo cierto es que mis
reacciones de felicidad son tan expresivas y francas como la de los
niños. Disfruto lo que vivo con verdadera intensidad, no me
avergüenza ser así, de vivir con ilusión, no tengo ese sentido del
ridículo, y probablemente todo aquel dolor de barriga eran puro
nervio y no comer apenas nada. Fernando Marías me sugirió que me
tomara manzanilla sin azúcar y le hice caso. Bueno, me dijo que me
tomara varias pero sólo llegué a una (5), a continuación vino la
rueda de prensa y abandonamos el salón para entrar en otro donde
estaba preparado el escenario, las sillas, etc…
(5) Hay que decir, y en la Cartelera
Turia puede leerse, que J. R. Bertolín también se pidió una
infusión, pero como se levantó de la mesa -como casi todo el mundo
porque se trasladaban donde se haría la rueda de prensa- y los
camareros ya estaban retirándolo todo, me levanté medio agonizante
(¡qué exageración! Pero sí, casi, me dolía mucho en aquel momento)
y le dije a un camarero que llevaba más de media hora esperando mi
infusión. Y me la trajo. Me la tomé solita prácticamente porque el
salón se iba quedando vacío, por eso no pedí una segunda. Eso sí…
Bertolín llegó un momento cuando yo estaba tragándome la manzanilla
sin azúcar (ajjjj) y frunció el ceño. Ya no repartían nada más. Lo
siento, guapetón. Como te habías ido no se me ocurrió pedirte otra
a ti.
Lo más interesante de la rueda de prensa podría resumirse en algo
que mi compañero Bertolín me indicó (¡gracias!): Juancho Armas
Marcelo contó que en una de sus clases estaba hablando de cuatro
elementos de la Literatura, a saber: Religión, Nobleza, Sexo e
Intriga, y pretendía que entre sus alumnos alguien consiguiera
hacer algo al respecto. Y no sólo lo consiguió uno de ellos sino
que, además, fue un microrrelato sorprendente: "¡Ay Dios mío
-dijo la duquesa-, me he quedado embarazada y no sé de
quién!."
Imagen de la rueda de prensa cedida
-de nuevo- por Gonzalo Gayo (¡mil gracias!)
Me volví al hotel caminando en vez de esperar a la salida del
autobús, respirando el aire puro y salado del mar, y me sentí muy
bien acompañada del periodista Onofre Valldecabres
(Radio Nou) con el que estuve hablando todo el tiempo, Toni, Manel
y Fausto. El paseo era mejor que el autobús, sin duda.
Aunque los demás hicieron su trabajo..., yo no me encontraba bien,
así que le dije a Manel que iba a tumbarme en mi habitación para
ver si se me pasaba el dolor de barriga, que me pondría la alarma
del móvil. Después de todo tocaba fiesta, celebración, o sea
música, copas y baile.
- Pero lo apagaré seguro -le advertí-, así que si ves que dentro
de tres cuartos de hora no bajo, llámame.
Así quedamos, y así fue.
La alarma del móvil sonó y la apagué (por cierto que
descubrí que yo estaba instalada en la habitación
embrujada, de modo que no diré qué número era, por los
miedicas). Apagar el móvil cuando sonó la alarma fue un acto
automático, ni lo pensé. Es lo que hacía en casa, ni más ni menos.
Entonces sonó una llamada. La canción de "American Idiot" de
Greenday es otra cosa: la oigo y despierto. Me lavé la cara y bajé.
Aquello ya era diferente. Había fiesta. La gente bailaba, bebía,
reía, charlaba, bailaba, bailaba, reía, bailaba…. En fin… lo que se
hace en las discotecas.
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