Concha García: Una visión lateral de la poesía y el TODO como motor de la experiencia
Al hablar de la poesía de Concha García hay varios temas que
debemos tener en cuenta, uno de ellos es la experiencia, que debe
referirnos la más amplia acepción que podamos pensar. No solamente
experiencia de anécdotas y vivencias sino también la experiencia
más mundana, más material. Así, si la poeta se encuentra rodeada de
una ciudad con unos escaparates, unos bares donde tomar una copa…
debemos pensar que todo ello es también parte de su
experiencia.
Todo ello nos lleva a hablar de la cotidianeidad en los versos. La
autora parte de que TODO es poetizable, y pongo
ese todo en mayúsculas para que pueda abarcar el máximo de cosas.
Uno puede versificar sobre el amor en un paisaje bucólico, pero
también puede hacerlo si al tomar una tapa de mejillones, empieza a
pensar en la amada (como ella misma ha incluido en alguno de sus
versos).
Por lo tanto, la poesía de Concha García parte de la necesidad de
reflejar en todo momento una realidad que la envuelve, sin tapujos
ni excesos de ornamentación poética.
No obstante el hecho de que no haya esa excesiva retórica no
implica que detrás no haya un trabajo y un estilo propio. Porque
precisamente los versos de Concha García gozan de un estilo muy
claro y de una necesidad de mostrar una complejidad como arma
poética.
La complejidad es pues uno de las grandes características de la
poesía de su autora. A ella le interesa este mecanismo para
transmitir sus sentimientos y sus experiencias. Y es interesante
que lleve a cabo estas formas porque en caso contrario estaríamos
ante una poesía desnuda, demasiado accesible y eso podría acabar en
unos versos demasiado sencillos que, teniendo en cuenta que hablan
de la cotidianeidad, podrían abocar al lector a un cierto
tedio.
El lector debe trabajar también los poemas de Concha García; es
más, debe trabajar cualquier texto literario que tenga en sus
manos, más si es poético. El lector no solo debe actuar como
lector, sino también como creador, algo semejante dijo también Gamoneda. La
poeta propone y el lector dispone, es decir, ella va a escribir una
serie de poemas complejos, herméticos, y el lector va a intentar
desenmascarar esos sentimientos que se pasean por el
poemario.
Hay en su poesía un juego constante de metáforas, de dobles
sentidos y de otras encrucijadas poéticas. La sintaxis es
quebradiza, como diría Vázquez Montalbán los
finales de cada columna, a manera de bordes de abismo donde el
poema se detiene.
Todo forma parte del rol poético que los versos de la autora
plantea, no solo complejidad en el fondo sino también en la forma.
Todo un conjunto de métodos temáticos y formales que encierran la
esencia de la autora, tras ello se esconde un yo poético latente,
que está vivo y que espera ser descubierto.
En su poesía, Concha siente la necesidad de vaciarse, de
desubicarse o de descentralizarse para verse a sí misma, para ver
quién es y poder hablar de la que es, de la que fue o de la que
pudo haber sido. El yo queda más desplazado por las circunstancias,
la angustia no la aporta ella, sino que la aporta lo que la
envuelve.
Es innegable el carácter moderno e innovador de su poesía. Lo
importante de la autora es la visión que aporta de la existencia,
una visión lateral, descentrada. No le interesa hablar de la
experiencia bajo los preceptos del positivismo o del racionalismo
que la sociedad nos ha inculcado. A ella le interesa el
sentimiento, el descontrol de lo pasional. Vemos una poeta que está
al margen de una poesía que refleja una confesionalidad
transparente y que acaba con la compasión del lector hacia ella. Es
más bien una manifestación de la libertad personal de escribir lo
que siente, bajo un punto de vista absolutamente antiracional y
antipositivista, prefiere esa lateralidad. Es una poesía anti
cualquier convencionalismo, pero no debemos confundirnos, no es un
antipoema. Es poesía en estado puro.
Algo semejante puede sentirse cuando se lee "Rayuela" de Cortázar, es
una obra que rompe con los clichés, con las formas convencionales y
pone de manifiesto la libertad personal de crear como el autor
quiera. ¿Es Rayuela una antinovela? ¿Es "Lo de ella" un antipoema?
Seguramente ni una cosa ni otra. Una es una novela en su máxima
plenitud y lo otro es un poemario que reclama la misma
libertad.
Creo que ha quedado manifestado lo que implica la poesía de Concha
García. No solamente un poemario de amor, de angustia, de recuerdo…
sino un alegato de la libertad poética. Cuando un lector se adentre
en sus versos se encontrará con trampas, con juego de imágenes, con
encrucijadas… Se meterá en un laberinto del que podrá salir con la
ayuda de las pistas que va sembrando la poeta en sus versos y si no
encuentra la salida propuesta, encontrará otra igual de
válida.
Uno no debe nunca sucumbir ante la complejidad de un poema, sino
que debe aceptarlo como un juego propuesto por el autor. Al igual
que cuando miramos un cuadro abstracto, no debemos intentar saber
qué quiere decir el pintor, sino que debemos jugar con lo que nos
inspira -dentro, siempre, de los límites de las posibilidades
interpretativas-.
Con muy buen criterio muchos cuadros abstractos tienen como título
"Sin título", para evitar precisamente que el espectador pierda el
tiempo intentando descifrar qué ha sentido el pintor. Al igual que
muchos poemas, como es el caso de muchos de la autora, no llevan
título, sino que solamente hay un título genérico que va en la
portada del libro.
Ya decía Ortega y Gasset en sus ensayos de arte y estética que
cuando uno no entiende el arte tiende a descalificarlo, es cuando
la obra de arte supera al espectador. Caso contrario es cuando el
espectador entiende la obra de arte y la hace suya o la rechaza: en
este caso el espectador está por encima de la obra y puede escoger,
ha alcanzado la meta del juego.
A Concha García, una vez se la ha leído, puede gustar o no, pero
no puede dejar indiferente.
Al entrar en ella estamos ante esa complicidad autor-poema-lector,
ese juego poético. Y cuando uno le da la oportunidad a la poesía,
es cuando disfruta de toda la potencia de un poema.
Y con buen juicio Concha García abre uno de sus poemarios, "Lo de
ella", con una cita de Wittgenstein: Si alguien puede creer con
certeza en Dios ¿por qué no creer en el alma de otro?
Creamos pues que otra poesía es posible.
Comentario de los lectores:
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