Anika entre libros

Carta a Juan José Millás

Anika Lillo, febrero 2005


Los fines de semana los periódicos llegan con sus suplementos gratuitos, esos que llenan nuestros estantes de casa o terminan en la basura tras ser leídos. Algunos se empeñan en estar siempre a la vista… o eso me ha parecido a mí con uno en particular que terminó por ponerme "rabiosa".

No es casualidad este artículo que escribo ahora, llevaba tiempo pensando en él, tanto tiempo como estuve viendo el suplemento en cuestión. Provenía del diario El País, iba firmado por el escritor Juan José Millás y en portada se veía a una mujer con la nevera abierta y una sonrisa feliz (parecía que estaba hablando en ese momento). El título del reportaje: "La vida de María"…

Lo primero que pensé cuando lo vi de reojo por primera vez es que sería un reportaje sobre alguna heroína, ya fuera en el mundo atlético, una mujer que luchaba contra una enfermedad, una madre coraje… no sé. ¿Qué otra cosa podía poner en portada a una chica con la nevera abierta para que viéramos los huevos, el vino de tetra-brick, los yogures del DIA, etc…? Claro; el subtítulo: "La lucha diaria de un ama de casa", por Juan José Millás.

Me quedé sorprendida y cogí el suplemento, el reportaje era largo y estaba bien surtido de fotografías: María haciendo la comida, María tendiendo, María recogiendo el cuarto de su hijo Fernando, bañando al niño, planchando, poniendo la lavadora… agotador claro, sobre todo cuando lo hacemos todas y sabemos de qué habla. Pero luego me leo el artículo y veo el resto de fotos…

María almorzando con sus amigas (si yo consigo almorzar con mis amigas pierdo la mañana de trabajo, así que casi nunca me lo puedo permitir), María puede ir a la peluquería (yo he ido una vez en… he olvidado cuántos años, le doy las tijeras a mi marido y le digo "¡corta!"), en los siete años que tiene de vida el niño ha ido dos veces al cine (bueno ¿y qué?, yo en los siete de mi hijo y los casi dos de mi hija he ido tres veces también y ya ni me quejo), María que estuvo en las manifestaciones de Irak (pues vaya, al menos salió a la calle, yo estuve trabajando, seguro que María celebró el fin de año,… yo trabajé esa noche frente al ordenador), María que se pone "Aquí hay tomate" mientras descansa un poquito (yo me tomo el cortado frente al ordenador trabajando), María que tiene un piercing en el ombligo y quiere hacerse un tatuaje (uff, yo antes de pensar en mí visto a mis hijos y les cubro de regalitos para que sean más felices por el tiempo que les roba mi trabajo "casero" y de webmaster)…

Lo siento sr. Millás, pero somos miles las mujeres llamadas "amas de casa" que también tenemos otro trabajo y lo realizamos en casa -o fuera de ella- y este reportaje llegó a darme ganas de romper la revista en pedazos. Finalmente no lo hice, la puse boca abajo porque me ponía enferma, y puse encima unas cuantas revistas más.

Ahora tiraré el suplemento a la basura igualmente ofendida. ¿Demasiado sensible? Es posible, pero también debía haberlo sido usted al escribirlo y no nombrar a las "otras", ésas que como yo, hacemos todo lo que hace María, tenemos menos tiempo libre, y además luchamos por conseguir ayudar a nuestros maridos a que llegue algún dinero a casa para pagar las facturas.

PD. Este artículo no llevará imágenes porque quiero olvidar esa portada.


Nota de Anika el 6 de enero del 2007: Después de publicarse ese reportaje, no fui la única mujer que se quejó. El diario recibió cientos de mensajes de mujeres tan ofendidas como yo. Está claro que mi carta a Juan José Millás no fue un error de comprensión. Para tratar de solucionarlo, Millás escribió un segundo reportaje tratando de calmar los ánimos.

+ Juan José Millás

 

 

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