Antonio Gamoneda. Cómo salvarse de un intento de linchamiento
Antonio Gamoneda. Cómo salvarse de un intento de
linchamiento
Bastó que el célebre poeta Antonio Gamoneda abriera la boca y la
polémica estaba servida. La noticia se extendió como una mancha de
aceite a través de todos los medios. La sinceridad y la hondura se
pagan, incluso cuando se habla con el respeto que mostró Gamoneda
durante la presentación en rueda de prensa de su último libro, Un
armario lleno de sombra. Coincidía la fecha con la atmósfera de
condolencia por el fallecimiento un día antes del escritor uruguayo
Mario Benedetti. El mismo Antonio Gamoneda expresó su profunda
pesadumbre por esta muerte. Dijo literalmente:
"Su muerte me ha entristecido. Era un hombre necesario que
destacó por su honradez intelectual y capacidad de crítica. Lo que
intentó hacer lo hizo bien. Cumplió su propósito
ampliamente".
Es su respuesta a la petición periodística de una opinión por su
parte sobre Mario Benedetti. A continuación,
después de este enaltecimiento de la figura de Benedetti,
añadió:
"Respeto su manera de entender la poesía pero no la
comparto. Para mí, la palabra meramente informativa y la crítica
moral tienen su lugar en los periódicos, en la televisión, en los
púlpitos si se quiere, pero la modalidad esencial del pensamiento
poético no es ni reflexiva ni crítica, sino un tipo de otra
naturaleza, y determina un lenguaje que también es de otra
naturaleza."
A raíz de estas palabras, Antonio Gamoneda ha recibido insultos
desde todos los lados. Ahí donde Gamoneda plantea un debate teórico
sobre diferentes visiones en torno a lo que es la poesía y sobre
diferencias no sólo conceptuales, sino también estéticas, se han
desatado todo un enjambre de descalificaciones hacia su persona y
su obra. Ningún análisis sobre sus planteamientos y su concepción
de la poesía frente a la de Benedetti, sólo injurias. Y como dice
el proverbio: "Quien no tiene argumentos para rebatir, recurre a
las injurias." Es el modo de proceder que han elegido en esta
ocasión incluso intelectuales o pensadores de renombre. Lo han
puesto con saña por los suelos.
Antonio Gamoneda ha exaltado a Benedetti por su honda humanidad y
por su escritura. Se ha atrevido a sacar de la oscuridad un debate
sobre la esencia de la poesía. Ha dicho que no la considera ni
información ni reflexión ni crítica moral. Piensa que la modalidad
esencial del pensamiento poético es de una naturaleza específica y
que, por tanto, requiere también un lenguaje de otra
naturaleza.
Se puede estar o no de acuerdo con sus afirmaciones, pero lejos de
que los intelectuales, creadores y escritores hayan esgrimido sus
propios argumentos a favor o en contra, han intentado despellejar y
cortarle el cuello a ese gran poeta que es Antonio Gamoneda.
Ni imaginar quiero cómo habrían intentado linchar a poetas de la
talla de John Keats, Yeats, T.S. Eliot o Emily Dickinson,… que,
seguro, de seguir vivos, habrían mostrado su conformidad con la
visión de Gamoneda. El poema Oda a una urna griega, de Keats, es un
botón de muestra que diferencia la visión poética de este último de
la concepción de Mario Benedetti. Dicho esto, sin restarle un ápice
de talento a la escritura de éste, cuya muerte seguimos
llorando.
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