Día 4 - La casa de Edgar Allan Poe
Ayer fui a ver El fantasma de la ópera al teatro Majestic, muy cerca de Times Square, en el corazón de Broadway. La obra nace en 1986 basada en una novela de entrega por capítulos de Gaston Leroux. Es el musical de más éxito y que más veces se ha interpretado en la historia y tengo que reconocer que salí, después de dos horas sin parpadear, muy impresionado. Además de que en la sala no había ninguna localidad vacía, el espectáculo, en más de veinticinco años de triunfos, no ha perdido su fuerza y el interés del público, que llega de cualquier parte del mundo.
Hoy es nuestro último día de ajetreo literario en Manhattan. Madrugo y me dirijo al vestíbulo de un hotel cercano donde se aloja un conocido escritor, articulista, traductor y dramaturgo mejicano: Juan Villoro (Ciudad de México - 1956). También ha sido profesor de universidades como la UNAM, Yale, Princeton, y la Pompeu Fabra de Barcelona. En 2004 ganó el premio Herralde con su novela El testigo - Anagrama. Y contacté con él porque no quería irme de esta ciudad sin recoger las palabras de un escritor que escribe en español, publica en nuestro país, pero ha vivido o vive la mayor parte de su tiempo lejos de nuestras fronteras.
Dada tu dilatada experiencia, y habiendo vivido en Méjico, Estados Unidos y España, me gustaría saber tu visión del actual panorama literario hispano.
Gran cuestión para empezar. Este es un momento fascinante y al mismo tiempo inquietante por desconocido. Nos encontramos en una situación de dispersión total, donde se han roto muchos paradigmas que antes sustentaban todo este negocio. Por un lado está la crisis de la industria editorial, una industria que vivió mucho de la especulación y fichajes que no se comparaban en montos, pero sí en criterios a los del fútbol, anticipos monumentales que no podían ser cubiertos, etc… Yo creo que la crisis va a castigar sobre todo a los grandes grupos editoriales. Al mismo tiempo tenemos las plataformas electrónicas; a este respecto yo estuve dando clases en la universidad de Princeton el pasado otoño y aquí es muy fácil constatar la migración de los lectores del formato papel al formato digital, por lo menos en este sector de la población concreta. Esto es ya una realidad. Hay cálculos que dicen que pronto la mitad del mercado en los Estados Unidos será electrónico, y si te fijas en España las cifras están muy lejos de ser parecidas a éstas, por lo que algo no encaja, o bien las editoriales en España no quieren ver este cambio de paradigma o el mercado va más lento que en el resto del mundo hacia lo que es inevitable.
Supongo que también tiene que ver con el cómo llega esta información a los lectores.
Claro. Fíjate. Ahora la mayoría de los estímulos para la lectura llegan de blogs, de portales como el vuestro que realizan una labor de difusión y promoción valiosísima, y al mismo tiempo las vías de comunicación tradicionales se encuentran en crisis. Esto ha traído la posibilidad de que editoriales más pequeñas o independientes puedan luchar en condiciones con las editoriales más grandes. Yo publiqué, sin ir más lejos, un libro en McNallys, un libro que es una iniciativa de unas escritoras chilenas que viven en Nueva York y que tienen una pequeña editorial, Brutaseditoras. Pues este libro se fabricaba en cuatro minutos en la misma librería en una máquina de IBM. Nosotros lo presentamos, y no había ningún ejemplar a la vista. La gente guardaba una cola y el libro se fabricaba conforme la gente lo pedía en esta máquina. Viendo estas posibilidades y alternativas uno piensa que está todo por hacer.
¿Y esto cómo afecta a la literatura?
La literatura goza de muy buena salud, viendo lo que se está produciendo en los distintos países de habla hispana. Al mismo tiempo, hay una incertidumbre grandísima de cuáles van a ser los canales de distribución y los criterios de valoración que acabarán implantándose. Los premios literarios, por ejemplo, algunos perdurarán como importantes, otros desaparecerán o quedarán en menciones honoríficas, porque muchos de ellos están asociados al mercado y a las ventas y esto no sé si se podrá seguir haciendo… A la larga, esto va a ser bueno para la literatura, y malo para la industria. Porque la literatura siempre se tonifica con las crisis y encuentra nuevos estímulos artísticos. La industria que depende mucho de las ventas regulares, de lo previsible, de crear tendencias, modas, se va a ver muy afectada por esto, seguro. Las grandes editoriales tendrán que transformar su visión, desde el punto de venta hasta el manejo de los derechos del autor. Todo se va a tener que reajustar. Y tengo que decir que la posición más conservadora que conozco en estos momentos es la de la industria editorial española.
¿Y por qué la industria editorial española se ve tan conservadora desde el exterior?
Yo creo que es una reacción de prudencia de los grandes grupos. España tiene ahora una industria editorial de dos velocidades. En los últimos años han aparecido extraordinarias editoriales independientes. En otros tiempos, ser independientes impedía llegar a muchas librerías, etc… Hoy en día hay muy buenas redes de distribución para los autores de estas editoriales. La autoedición también ha puesto en el mercado buenos libros. Por otro lado, los grandes grupos tienen demasiada musculatura, demasiadas inversiones y dependen demasiado de controlar el espacio físico, la superficie, y el cambio de paradigma hace que estos espacios se deslocalicen por completo. Para mí, la edición independiente es la solución. Tomar las editoriales como filtros de calidad hacia el mercado. Una de las características de la red es que tenemos un acceso masivo a la información, y portales como el vuestro, o estas editoriales pueden hacer su trabajo y actuar como ese filtro hacia los lectores. Internet es bueno si tienes una brújula con la que buscar, pero si haces una búsqueda indiscriminada puedes caer en la masificación sin límites y encontrar cualquier cosa. Por ejemplo, yo he buscando la fecha de la muerte de John Lennon y la he encontrado mal varias veces, pero si visitas la enciclopedia Real Británica, ésta se convierte en un sello de garantía, en un valor donde extraer información verídica. Ese es el valor.
¿Y el futuro?
Lo que ocurre en la actualidad pone a prueba todos los niveles medios de la comunicación. Hay fenómenos que han sucedido, por ejemplo, de cambio de plataforma. Hay un bloguero argentino, Hernán Casciari, que fue leído por un dramaturgo, y con el blog de Hernán hizo una obra de teatro en Buenos Aires que fue un éxito. Con las ganancias de la obra de teatro, Hernán decidió hacer una revista que solo se imprime en papel. Aquí tienes el camino de alguien que surge de una plataforma digital, pasa por el teatro que es algo presencial, y acaba en una revista en papel, un formato tradicional. Estos fenómenos, antes eran imposibles. La imaginación estuvo en la red, el dinero surgió del teatro, y el resultado fue al papel. En definitiva estos momentos de carencia sirven para que lo bueno, lo diferente, lo válido nazca y germine.
Dejando a un lado el lado convulso de esta industria, cuéntame qué estás haciendo en estos momentos.
Escribo para el periódico de Cataluña en Barcelona, para Reforma en México y para otros medios, lo que me obliga a estar bastante cerca de las circunstancias, de los temas de hoy. Y a todo esto trato de recoger historias a partir de circunstancias reales, como en uno de mis últimos libros, ¿Hay vida en la Tierra? - Almadía. También escribo para niños y el teatro. Espero que pronto se estrene en España mi última obra de teatro que viene de tener éxito en Buenos Aires. Y mi novela más reciente es Arrecife - Anagrama.
¿Puedes profundizar un poco en esta novela?
Arrecife es una novela sobre la especulación sobre la violencia contemporánea en varios ejes, que profundiza en lo inmanente que tiene el ser humano de violencia dentro de sí. La acción transcurre en la Riviera Maya, en un hotel o parque temático en el Caribe, donde un visionario crea programas de entretenimiento que estimulan a la gente a tener sensaciones violentas. De pronto, el ser humano se aburre de sí mismo y necesita adrenalina, en ocasiones bebe demasiado, consume demasiado, juega a la ruleta. La novela reflexiona sobre la atracción que sentimos por esa violencia. Fíjate en una cosa, en Estados Unidos puedes comprar un arma por correo, y muchas de ellas acaban en México. Y las armas sirven para matar personas, no hay más.
Precisamente donde nos encontramos ahora mismo, en Estados Unidos, parece que esa violencia de la que hablas existe en todos los ámbitos de la sociedad.
Absolutamente. Lo que ocurre es que los efectos no se ven habitualmente en las calles. Aquí tienen veintitrés millones de adictos, son el cinco por ciento de la población mundial pero a la vez tienen el treinta y cinco por ciento de los presos del mundo…
Perdona, ¿el treinta y cinco por ciento de los presos del mundo?
Así es. Es una locura. Esta es una sociedad que se castiga a sí misma sin resultado alguno.
Volviendo a tu obra literaria, ¿qué estás preparando ahora?
Estoy haciendo desde hace un tiempo un libro sobre la ciudad de México. Este es un libro muy personal porque es una mezcla de autobiografía e historia del cambio. Cuando yo nací tenía cuatro millones de habitantes, ahora no sabemos cuántos tiene pero probablemente serán unos dieciocho o veinte millones.
¿Hacia dónde se dirige Juan Villoro?
Es muy importante para un escritor no perder la curiosidad. Hay que encontrar nuevos desafíos. Fíjate que a medida que un escritor publica va consolidando una voz, entonces ves escritores que son muy buenos pero reiteran sus recursos, su voz o sus historias. A mí me preocupa convertirme en un autor autosatisfecho, yo quisiera encontrar nuevos desafíos y nuevas sorpresas. Una manera de lograrlo es cambiar de género. Cuando tú terminas un ensayo literario, y después escribes un libro para niños, estás ante un desafío muy distinto. Yo empecé a escribir teatro a los cincuenta años, lo que me convirtió en un principiante en esta materia. Quisiera seguir encontrando estos desafíos y estas respuestas mezclando la imaginación con las formas más inadvertidas de lo cotidiano. Creo que nada es tan extravagante ni tan raro como la realidad si la sabemos mirar. Definidamente, la ciencia ficción no está en el futuro, está entre nosotros. Y en este difícil presente, las botellas más resistentes de los náufragos que intentan comunicar su arte, serán las que lleguen a los demás.
Me despido de Juan agradecido por el tiempo que hemos pasado juntos. Es hora de viaja a los suburbios de Nueva York. Ahora estamos muy lejos de nuestro último destino, el Bronx. Un condado muy distinto a Manhattan y en el que viven un millón y medio de personas, la grandísima mayoría de raza latina y negra. De hecho, cuando salí del metro en el corazón de este barrio parecía encontrarme en otra ciudad completamente diferente. En esta megalópolis la comunidad blanca domina Manhattan y lo étnico es del Bronx. Aquí es difícil encontrar los característicos taxis amarillos del centro o personas encorbatadas. Lo que buscaba estaba a unos centenares de metros de la parada, en ST. James Park, y me llamó la atención la nula colaboración de las personas a las que preguntaba. Incomprensiblemente nadie sabía nada de un lugar que estaba a poco más de cinco minutos caminando, por lo que recomendaría venir hasta aquí con alguien que conozca la zona si no quieres perderte.
La última casa de Edgar Allan Poe
El 3 de Octubre de 1849 se encuentra en las calles de Baltimore a Edgar Allan Poe delirando, con ropas que no eran las suyas y muy enfermo. El 7 de Octubre a las 5 de la madrugada muere en el hospital sin ser capaz de explicar cómo había ido a parar de Richmond, a doscientos cincuenta kilómetros de distancia, hasta allí. Los informes médicos desaparecieron, y se dice que murió de alcoholismo o tuberculosis. La realidad es que, días antes, Edgar Allan Poe se comprometió a dejar sus malos hábitos y a contraer matrimonio después del fallecimiento de su esposa Virginia en 1847, y de varios intentos de suicidio. La idea parecía hacerle de nuevo feliz según algunos amigos, por lo que nadie entendió lo ocurrido. A día de hoy, el final de la vida de este escritor permanece en el más oscuro de los misterios.
Al margen de la historia que todo el mundo conoce, sorprende que poca gente sepa que por aquella época vivía en una casita de campo a las afueras de la ciudad de Nueva York. Y que esa casita se ha conservado en muy buen estado, siendo la pieza central de un pequeño parque en el Bronx. Además, recientemente, el arquitecto Toshiko Mori ha construido un centro de recepción de visitantes que, aunque humilde, es muy bonito y útil para promocionar las actividades que se realizan en torno a Poe.
Inconfundible entrada a ST James park indicando lo que nos vamos a encontrar.
Centro de recepción de visitantes, con vistas a la casa de Edgar Allan Poe. Una instalación pequeña pero bonita y práctica. En ella se organizan actividades de todo tipo que también sirven para dinamizar la zona.
Vista frontal de la casa de campo de Edgar Allan Poe desde el interior de la recepción de visitantes, obra del arquitecto Toshiko Mori.
Primer plano de la casa donde Edgar Allan Poe escribió El cuervo o Eureka, su último y más enigmático libro.
En la casa se respira un aire cargado de misterio. Supongo que los que entramos estamos dispuestos a dejarnos llevar por la lúgubre historia de su último huésped. A excepción de una minúscula recepción en la entrada, donde uno puede comprar los típicos souvenires, el resto de la casa está conservado para que se muestre al público tal y como se podía encontrar a mediados del siglo diecinueve. La visita no es muy extensa, después de todo, la vivienda es bastante pequeña, pero para cualquier buen aficionado a la literatura se hace una visita indispensable.
La recepción no era otra cosa que la cocina. Allí se mezclaban indistintamente los utensilios de cocina y los de limpieza sin un orden aparente. No había nada que llamara especialmente la atención salvo una gran cocina de hierro ennegrecido con una cañería igual de oscura que ascendía hasta penetrar en el tejado.
Muchos de los utensilios y muebles de la casa son los mismos que cuando vivía Edgar en ella. Esto, por sí mismo, es ya interesante, pero si además te encuentras nada más entrar a un extraño hombre que parece una enciclopedia viviente de Poe, lo es más. Cuando le confirmo que estoy allí para hacer un reportaje en un medio español comienza a explicarme el origen de la casa y lo que cada estancia alberga. El hombre es muy simpático y me permite rebasar las barreras de paso para examinar de cerca los diferentes objetos.
Atravesando una puerta desemboco en la parte central de la casa. Aquí reposan el escritorio, la silla y el espejo originales del escritor. El resto de piezas son de la época, pero repuestas más tarde. Justo detrás de la pared de la estantería se encuentra el dormitorio donde pasó sus últimas noches Virginia, su esposa. Me puedo imaginar al escritor, de noche, sentado a la luz de una vela escribiendo y sin poder dormir, escuchando a su mujer del otro lado de la pared sin poder hacer nada más que escribir. Edgar no sabía hacer otra cosa, él estaba seguro de que había nacido para escribir. Y para su desgracia, fue uno de los que quisieron convertir el oficio de escritor en su modo de vida.
El escritorio de uno de los genios del relato corto. Creador del género negro y uno de los maestros del terror. Muy probablemente, en este lugar escribió su famoso poema El cuervo. Al final de esta crónica enlazo una de las mejores interpretaciones de este poema en castellano. Te invito a que lo escuches ahora mismo... Espero que cuando leas esto no sea de noche y estés solo.
El espejo original de Edgar Allan Poe. Detrás de mí se puede ver a mi guía en la visita.
El lecho donde su esposa pasó sus últimos días es el único de la planta baja. El resto de dormitorios se encuentran en la parte superior, cerrada al público porque actualmente las habitaciones se encuentran vacías. La silla que se puede ver recuerda las horas que pasó Poe velando por la salud de Virginia. El escritorio queda tan cerca que puedo asomarme por la puerta e imaginar el tormentoso vagabundear nocturno de Poe de la silla a su escritorio y de su escritorio a la silla.
Mi inesperado guía me deja solo. Observo y me dejo llevar. Imagino como Poe escribe cada noche pensando en un futuro mejor, una realidad que nunca llegará. No sabe que sus más oscuras emociones e impulsos lo lanzarán a la miseria de su noche plutónica. La esperanza lo mantuvo vivo poco tiempo, el suficiente para dejar huella en la literatura contemporánea, una de las más visibles. Recuerdo la entrevista con Juan de hace unas horas. -Las cosas diferentes se abren paso en las crisis-. Poe en sí mismo fue una gran crisis, una crisis que nos descubrió una nueva literatura.
Antes de salir compro varios regalos en la recepción, entre ellos
un documento réplica del manuscrito original de The raven,
El cuervo. Aún resuena en mis oídos ese "Nevermore"…
Mi viaje se acaba. A pocas de horas de volver a Madrid mantengo una conversación sobre la ciudad con la persona que me ha ayudado a conocer un poco mejor al escritor que vivió en esta casa. Un escritor más al que Nueva York susurró alguno de los misterios de esta vida que no acabamos de entender del todo. Y menos mal.
Más información sobre la visita al Cottage de Edgar Allan Poe en el Bronx: http://www.bronxhistoricalsociety.org/poecottage.html
Fin (y bienvenidos a la nueva Anika Entre Libros)