Crónica de los Premios de novela Azorín 2014 - 5
Crónica de los Premios de novela Azorín 2014, página 5
Algo que hago siempre que viajo y me instalo en algún hotel es sacar una foto del panorama que tengo frente a mí. Como la foto la hice de noche, este era el paisaje nocturno desde mi balconcito:
Y por supuesto faltaba el contraste. Cuando me levanté saqué otra foto para ver lo mismo pero con luz.
Y así estaba el sol en esos momentos del amanecer:
Y a esa hora, siete y veinte de la mañana aproximadamente, con el frío que hacía ¡había un tío bañándose en la playa! Qué valor tienen algunos. A lo mejor otros lo véis normal pero yo, que tengo una temperatura corporal natural entre 34'5 o 35'5 y siempre tengo frío, aquello me parecía como bañarse en el polo norte.
Por cierto… me pregunto para qué sugerí al hotel que me despertaran a las ocho de la mañana si a las siete y veinte ya estaba con los ojos abiertos de par en par. (Nota: voy a echar de menos sus almohadas, qué bien y qué cómoda se duerme entre las dos, especialmente la cuadrada). En fin, me sirvió para tener tiempo de sobra, sacar esas fotos, pegarme una ducha, sacar más fotos… (por supuesto que hay una selfie de ese día, véase):
Después me fui a desayunar y para variar casi me toca vaciar el bolso entero para encontrar el papelito con el número de mi habitación para poder certificar que no era una homeless tratando de papear de incógnito. Y desayuné sola (qué lástima, con lo divertido que era desayunar en Torrevieja con todos ojerosos pero muertos de la risa), pero frente a esta imagen:
Y entonces pasó lo de siempre… Vuelvo a la habitación del hotel y busco el billete de vuelta ¡Que lo he vuelto a perder! Casi me da un pasmo. Ya perdí el billete de vuelta de Alicante a Valencia en uno de los viajes de los premios de Torrevieja (pude volver porque falló un periodista y había un billete a mi disposición, pero me tocó abrir la maleta en la misma estación y pasé una vergüenza tremenda). El caso es que MUJER PREVISORA VALE POR DOS: ¡TOMAD NOTA! Antes de salir de casa imprimí dos copias de los billetes. Guardé uno a mano, en el bolso, y metí la copia en la maleta, y gracias a eso no me dio el pasmo que me tenía que haber dado porque ¡¡viva mi precaución!! Podía volver tranquilamente a casa con la copia. Después encontré el billete perdido entre camisetas, bolsas y zapatos -o sea, en la maleta- en un lateral, pero ya me daba igual. Me sentía súper precavi-woman.
Por cierto, voy a contaros una anécdota: estábamos hablando de cómo utilizar el móvil, que si escribiendo, que si grabando el mensaje con voz, que si dictando el mensaje al tiempo que el móvil escribía lo que oía y el mensaje se enviaba escrito… y hablando de esta última opción dije que lo que no me molaba es que cuando lo dictaba no sacaba los acentos, y yo soy muy tiquismiquis, cuando escribo pongo tildes siempre. Y quedé como un zoquete ¡claro que pone los acentos! Lo que cambia son las palabras enteras, eso sí. Es como el Word, pones Facebook y te pone Factbook, o pones "a ver" y te pone "haber" y eso es peor, muuuucho peor.
En fin, tocaba volver. Subí al coche de un taxista muy amable; demasiado quizá, quería que me sentara en el lado del copiloto. Rechacé al propuesta, me sentía mejor detrás con el cristal en medio. Pero lo cierto es que el tío era majo. Estaba escuchando la radio (reconocí la voz de Almudena Grandes), y se pasó el camino charlando conmigo muy animado.
Y un detalle "literario" que os molará: en el tren estábamos cerca unos de otros -pero con espacios- unas seis personas, y cinco de ellas ¡estábamos leyendo! La sexta también tenía un libro pero estaba pegada al móvil todo el viaje. En esta foto se aprecia mi libro a la derecha y en la izquierda, en la esquinita, se aprecia otro libro.
También había gente leyendo detrás. Me hubiera gustado hacer foto de tantos lectores pero no era cuestión de tener tanto morro :P
Por cierto ¿creéis que se lee así en el tren?
A lo mejor, excepto si eres yo, que tienes a mano una bolsita de almendras chocolateadas a mano para almorzar mientras lees ;)
Aquí la prueba. Dios, qué buenas están. A mí no me déis acelgas, dadme chocolateeee :D
Y los que ya conocéis mis historias "raras" os preguntaréis ¿pero hubo fantasmas? Pues es posible, hubo algo relacionado con el móvil y la cámara de fotos a lo que aún, días después, no hemos encontrado explicación, pero esa es otra anécdota para mi álbum de historietas raras.
Espero que hayáis disfrutado conmigo de mis anécdotas: el vestido de cuero de mala malota, el recuerdo espontáneo de por qué ya no me pintaba la raya de los ojos, la pérdida del billete de vuelta, la "zoquetez" con el móvil -incluyendo lo de las tildes-, que sea capaz de llenar el estómago con una simple croqueta (ojo, era grande), mi diálogo de besuga con Milagros Frías…
Por cierto, después de ver todas estas fotos creo que voy a volver a cortarme el pelo.
Para los que se pregunten qué libro estaba leyendo... "El paciente", de Juan Gómez-Jurado (Ed. Planeta)
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