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cuando dios era un conejo

Ficha realizada por: Patricia Rubiera
cuando dios era un conejo

Título: cuando dios era un conejo
Título Original: (when god was a rabbit, 2011)
Autor: Sarah Winman
Editorial: Ediciones B


Copyright: © Sarah Winman, 2011
© Ediciones B, 2011
Traducción de Victoria Morera
1ª Edición, Junio 2011 ISBN: 9788466647236
Etiquetas: autores book contemporánea ebook e-book escritores ingleses libro electrónico literatura inglesa

Argumento:


Esta es la historia de Elly y su extraordinaria amiga Jenny Penny. Pero también lo es de su hermano Joe y de sus padres, de su afable tía Nancy, de amigos que encontraron y dejaron en el camino… en realidad es la historia de muchas personas que, probablemente, se conocieron gracias a que Dios era un conejo.

Opinión:


Tras el aparentemente irreverente título de “Cuando Dios era un conejo” se esconde una de las obras más bellas, emotivas, cautivadoras, tiernas e interesantes que se han escrito en los últimos años. Sarah Winman firma un debut excelente con una obra llena de matices, de deseos enterrados en cajas de galletas, de secretos guardados, miedos superados y, en especial, de amor a la vida por encima de todas las cosas.

La sencillez que impregna todas y cada una de las páginas del libro es la clave del éxito para una historia con el argumento más viejo del mundo: La Vida. “Cuando Dios era un conejo” nos adentra en la vida de Elly desde minutos antes de su nacimiento hasta que llega a la madurez emocional; algo tan simple y a la vez tan complicado que ya desde la primera página se convierte en una de las mejores experiencias que un lector pueda tener. 
 
El libro está divido en dos partes: la infancia de Elly y su joven edad adulta.

La primera parte es una maravilla en completo estado de gracia, porque ¿hay algo más puro, mágico y emocionante que ver la vida a través de los ojos de un niño? Es increíble la manera en que Winman se mete en la piel de la pequeña, transportándonos a una época de preguntas indiscretas y cómicas, -una de ellas es la que da título al libro-, a tardes de verano y rodillas despellejadas, a amigas inseparables que sueñan con un lugar en el que vivir juntas para siempre, todo contado con una ternura tal que nos deja un dulce poso de melancolía ante esos años que se fueron hace mucho tiempo.

Pero también hay sitio para temas escabrosos como la pedofilia, el alcoholismo, la homosexualidad, el maltrato, la muerte, todo ello contado con tal delicadeza y revestido con un halo de inocencia carente de maldad, que nos emociona e impresiona a partes iguales. Es la etapa de conocer a los personajes, de ver la estrecha relación que Elly mantiene con su hermano mayor Joe, y cómo la irrupción de una mágica niña llamada Jenny Penny cambiará sus vidas para siempre sin que ninguno lo sepa en ese momento. Esta primera mitad de la vida de los personajes es toda una delicia llena de frescura con la nos reiremos, sonreiremos, nos enfadaremos y lloraremos, hay pasajes en los que literalmente los ojos se empañan durante su lectura.

La segunda parte cambia el tono, los protagonistas han crecido y parte de esa frescura e inocencia han desaparecido por las vivencias que han tenido, un intervalo de casi 20 años separa una parte de la otra y la transición no se hace de manera brusca. Aquí todo viene marcado por un suceso que marcó al mundo entero y los personajes no podían ser menos. En este momento todo se vuelve más sombrío y triste, el paso del tiempo tiene consecuencias inevitables pero, curiosamente, es donde más ganas de vivir encontramos. Dos personajes entrañables y excéntricos se encargarán de enseñarnos que cumplir años es una bendición: Arthur y Ginger, maestros de la vida para Elly, nos demostrarán que se puede plantar cara a la adversidad, que en todo lo malo hay necesariamente algo bueno, y que la vida será lo que nosotros queremos que sea. La narración se centra en el miedo, las inseguridades, el temor a defraudar y en una hermosa idea central: no somos porque alguien nos recuerda, somos porque alguien nos conoce tanto que nos completa, lazos indestructibles que se crearon en los primeros años de infancia y que ni la mayor de las tragedias puede deshacer. Una narración más seria pero igual de conmovedora en la que todos los cabos quedan finalmente atados.
 
El peligro de una obra de estas características es caer en la sensiblería y la lágrima fácil. Sarah Winman evita todos esos tópicos con asombrosa facilidad gracias a un increíble pulso narrativo, envolvente y lleno de detalles, con una prosa ágil, sencilla y directa sin caer en obviedades, sensible que no sensiblera, un acierto del primer al último párrafo.

Si a esto unimos unos personajes inolvidables, fuera de todo estereotipo conocido, humanos como si fueran de carne hueso, y que los vamos conociendo según se van comportando, tenemos como resultado una historia de una calidad literaria impresionante, máxime tratándose de una óperaprima.
 
Cuando Dios era un conejo”  huele a clásico, nos lleva en volandas a revivir lo que sentimos al leer “El guardián entre el centeno” (J.D Salinger, 1951), o “El camino” (Miguel Delibes, 1950), a rebelarnos ante las dificultades, a levantarnos cuando caemos, a mañanas de Navidad y tardes cálidas de verano, a creer que todo, absolutamente todo, es posible… incluso que Dios pueda ser un conejo. Fabulosa.
 
Patricia Rubiera

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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