En mis ojos

Opinión:

Si por su trabajo "El gusto del cloro" se llevó el Premio Esencial Revelación del festival de Angoulême (Francia) 2009, por "En mis ojos" yo le habría dado otro sin dudarlo. Personalmente, y a pesar de que su final tampoco es para tirar cohetes, me ha gustado más que el anterior: la estética y el personaje femenino, en esta ocasión, me han parecido visualmente mucho más atractivas, y las reacciones de la joven, mucho más vivas.
 
Volvemos al Bastien Vivès íntimo, poco original en el tema que toca y sin embargo capaz de transmitir a través de cada conjunto de ilustraciones las emociones más puras, bellas o tristes de una relación. Cómo será que el lector, que ve a través de los ojos del enamorado -personaje que no participa más que con su visión en todo el relato-, terminará enamorándose de la bella pelirroja. Una chica complicada, quizás porque está en un momento difícil (estudiando en las finales), una especie de montaña rusa sentimental ambulante que igual ríe que llora, reflexiona hasta la extenuación o se agota físicamente, que se da entera y que, al mismo tiempo, pone una barrera que sólo ella conoce. "No eres tú, soy yo", suele decir ella, y el lector empieza a comprender que posiblemente no tenga un final feliz. Pero aceptarlo, como su protagonista masculino, será lo único que pueda hacer.
 
Nos quedan las imágenes, esa sonrisa preciosa, la sensualidad de sus curvas, la espontánea alegría que enamora el alma, una especie de hada que te secuestra con su belleza y su maravilloso carácter y que, en algún momento, se desmoronará y te apartará de su lado. Una vez te ha robado el alma, desaparecerá, como en el peor de los cuentos de hadas, dejándote con un amargo sabor de boca. ¿Qué he hecho? Nada. "No eres tú, soy yo".
 
Esa es la base fundamental de "En mis ojos", cuya belleza se centra en la chica y en los lápices de colores, remarcando con finas líneas negras cada silueta, cada miembro, realzando con acierto las miradas y los gestos.
 
No importa que seas hombre o mujer, Bastien Vivès consigue que te enamores de sus coloretes naturales, de sus pecas, de su pelo rojo, sus ojos azules, su sonrisa, su mirada, su coqueteo, incluso de su tristeza.
 
Y como espectador serás él, que aunque no participe más que con su visión convirtiendo la historia en una película donde sólo actúa ella, rellenarás las lagunas de esta historia de amor, pasión y desconcierto.
 
Una historia para sentir.
 
Anika Lillo