Anika entre libros

Conversación en La Catedral

Ficha realizada por: Santi37
Conversación en La Catedral

Título: Conversación en La Catedral
Título Original: (Conversación en La Catedral, 1969)
Autor: Mario Vargas Llosa
Editorial: Alfaguara
Colección: Biblioteca Mario Vargas Llosa


Copyright:

© Mario Vargas Llosa, 1969

© Santillana Ediciones Generales, SL, 2004

Edición: 1ª Edición, Octubre 2004
ISBN: 9788420467085
Tapa: Blanda
Etiquetas: dictadura literatura peruana
Nº de páginas: 736

Argumento:

Santiago Zavala, Zavalita, periodista e hijo rebelde de una familia limeña de alcurnia, llega a casa y descubre que se le han llevado el perro a la perrera. Cuando llega a rescatarlo descubre entre los empleados a Ambrosio, un negro que estuvo empleado años atrás en la casa familiar. Y se van a un bareto de mala muerte llamado "La Catedral" a hablar de aquellos años, los años en que se jodió el Perú. ¿O fuiste tú, Zavalita, el que se jodió? ¿Cómo, cuándo?

A partir de ahí, el aluvión.

 

Opinión:

 

Santi37

Un aluvión de gentes, de sucesos, de datos, de hechos, de amores y de generalotes, de sicarios horribles y despiadados, de putas con buena suerte que torna en mala, de veleidades políticas juveniles y borracheras desengañadas en bulines, por aquí llamados burdeles. Todo cabe en este monumento, que, como las catedrales de piedra y vidrio (y yo que no me leía esta novela porque creía que era una cosa de curas…), no se puede despachar en una frase como "me ha gustado" o "no me ha gustado".

No obstante, la novela tiene un truco, que hay que conocer de antemano para poder disfrutar de ella. Vargas Llosa es un admirador (como tantos otros escritores) de William Faulkner, y consecuentemente utiliza su recurso de prescindir de la dimensión temporal en la novela. Los recuerdos surgen, unas veces de un tiempo lejano, otras de otro más cercano, sin orden ni concierto, y eso se traslada al papel. No es necesario añadir que al principio uno se lía un poco: ese famoso "¿ahora quién habla?", o mejor dicho "¿ahora, en qué tiempo estamos?". Si te haces a ello, si entras en el juego, la novela se rinde a tus manos, y el autor logra pasajes verdaderamente memorables, trepidantes: en especial, las maniobras del sicario del General Odría, Cayo Bermúdez, por mantenerse en el poder manipulando a unos y a otros, sobornando unas veces, adulando otras, amenazando siempre. Un personaje malo remalo de los que crean afición.

Las peripecias del famoso Zavalita… pues me han gustado menos. Es un poco lo de siempre: niño bien con mala conciencia de clase, que juega a hacerse comunista… eso no quita para que sus vivencias y las de los personajes que lo rodean se sigan con interés.

Total, que la novela que según su propio autor, "sería la única que salvaría del fuego", supongo que por la currada que supuso hacerla, que eso no hay quien se lo niegue, me ha gustado… aunque sigo prefiriendo "La Fiesta del Chivo", lo que son las cosas. En los amores no se manda.

Recomendable a librófagos con paciencia y ganas de saber algo más de las dictaduras latinoamericanas.

 

Freth

Es un libro muy bueno. En realidad es una novela netamente política, aunque en la mayoría de los momentos son tantas las diversidades de historias que hacen que realmente se oculte esa trama política; aunque no se pierde, siempre se mantiene en la inconciencia del libro y por lo tanto, en la del lector. La novela te presentan una gran cantidad de historias muy privadas, que cumplen la tarea de mostrarte la mentalidad de las personas que gobiernan y de los que los rodean.

Se divide en cuatro libros, el 1º con el mismo estilo que el 3º, y el 2º con el del 4º (algo muy curioso. No sé si me equivoco. Los impares están escritos como La ciudad y los Perros y los pares como La Casa Verde).

Pero aunque son tantas las historias que se presentan, todas ellas quedan en una plano secundario y giran alrededor de las vidas de dos hombres: Santiago y Ambrosio, que son lo que tienen la conversación en la Catedral (que pensé que era un templo religioso). Estos hombres son las dos caras de la moneda en la historia y están unidos por la vida y las circunstancias, y los dos al igual que el Perú quedaron jodidos.

 

Nacho Pérez 

Suele pasar que los libros preferidos de los autores son los que menos calan en el público, quizá porque la elección del artista quiere compensar la baja popularidad obtenida. Puede ser el caso de Conversaciones en la Catedral, de Vargas Llosa. El libro es difícil, denso, confuso, plúmbeo en definitiva, porque en ese afán innovador del "boom" sudamericano, el gran autor peruano ha querido mezclar diálogos, tiempos, historias, y la narración se hace complicadísima de seguir hasta el punto de hastiar. En ningún momento los personajes logran tomar vida, se diluyen como azucarcillos en apariciones fantasmales, pues aparecen y desaparecen en el pasado y el presente sin que el lector alcance a averiguar por dónde anda. Vargas Llosa aburre, está a años luz de esas otras novelas geniales, donde el humor y la trama se combinan con maestría, donde cada párrafo y cada oración es un recreo para el lector. Señor Mario, no salve esta novela del fuego, por favor. Déjela arder, perderse en aquella década del sesenta. Cien años de soledad ya estaba escrita, y también Tirano Banderas, de Valle Inclán. Las novelas de dictadores pasaron a la historia.

 

 

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