razones para la rebeldía

Opinión:

El presente libro se abre con una nota editorial de Manuel Fernández-Cuesta en el que nos cuenta el backstage del libro que vamos a leer: las charlas que tuvo el actor con el periodista Pascual Serrano para vertebrar el presente libro (trascrito por este último).
 
Después de estas palabras preliminares, el lector se encuentra con un prólogo titulado “Las aldeas de Potemkin” del conocido ex dirigente de Izquierda Unida, Julio Anguita. En este pórtico, Anguita nos advierte que el libro está dirigido a los ciudadanos y no a los súbditos. Así que, el futuro lector, no podrá decir que no ha quedado advertido.
 
Antes de empezar a hablar del texto de Toledo, creo que es de recibo decir que la mitad del anticipo y de los derechos devengados por el libro irán dirigidos al SOC-MRA (Sindicatos de Obreros del Campo y Medio Rural Andaluz), y que el texto ha sido publicado bajo licencia de reconocimiento 3.0 España (by-ne-nd) de Creative Commons.
 
Una vez dicho esto, pondré las cartas boca arriba y diré que no me ha gustado nada el hecho que el libro haya sido trascrito y redactado por el periodista Pascual Serrano y no por el propio Guillermo Toledo, ya que el lector nunca sabe a ciencia cierta si el actor ha dicho las cosas tal y como aparecen reflejadas en el texto o han sido “cocinadas” por el reconocido periodista. Por otro lado, el hecho que May Sánchez Seseña aparezca como la encargada de documentación, tampoco ayuda a considerar que la autoría del libro sea de Guillermo Toledo. Sé que se me podrá aducir que el actor estaba muy liado y, quizás, que todos los famosos usan “negros” para redactar sus libros; no obstante, a mi juicio, esto le resta bastante al libro.
 
En el libro, Toledo nos muestra su faceta más activista y rebelde, y no deja títere con cabeza. Se nos presenta como un ciudadano comprometido con el mundo que le ha tocado vivir. Repasa temas tan espinosos como el “No a la guerra” en la ceremonia de los Goya, las obras comprometidas realizadas con su grupo teatral, Animalario, la muerte de Orlando Zapata, Marinaleda, escasez de cine socialista en España, la producción televisiva de films y su dependencia del mercado, la Unión de Actores, la Ley Sinde, la SGAE, los manteros, la Iglesia y la monarquía en nuestro país, Palestina, el Sahara…
 
De alguna manera, el libro podría resumirse como la plasmación por escrito del paso del mundo de las ideas al terreno de la praxis realizado por este conocido actor, desde sus primeros pasos en el Colegio Estilo, dirigido por Josefina Aldecoa, las relaciones y las charlas con su padre, cercano a la izquierda maoísta, y sus amistades, hasta el día de hoy, donde es persona non grata por muchos medios de la izquierda y la derecha.
 
Uno de los puntos en los que Toledo se detiene más es en si el hecho de ser un personaje público es positivo o negativo para las causas en las que se implica. Esta incógnita parece ser que trae de cabeza al actor, aunque, por lo que dice y hace, ha determinado participar en todas las acciones que estime oportunas, por coherencia ideológica.
 
Otro de los aspectos más interesantes es que Toledo es de la opinión que el poder controla toda la industria cultural y que, con el capitalismo, es incompatible tener democracia. Con estas ideas, que el autor no ceja de hacer públicas en cada ocasión que tiene para ello, no es de extrañar que se pregunte si es sólo una casualidad el hecho que sólo haya rodado una película en los seis primeros meses del 2011.
 
Personalmente, creo que toda persona es libre de mostrar su compromiso político-social en público y, a la vez, mantenerse como no adscrito a ningún partido político existente. No obstante, creo que si está tan convencido que los mercados mueven el entramado de la cultura en el mundo democrático, es de cajón que criticarla abiertamente le pueda traer consecuencias laborales… o, quizá, simplemente todo se deba a la crisis o a que sus capacidades como actor no gustan a los directores de hoy, quién sabe.
 
Para acabar (y como apunte completamente personal) debo añadir que, aunque me parece lícito que cualquier persona escriba un libro (más todavía a requerimiento de una editorial), el texto que nos ocupa flojea bastante en el plano técnico y teórico, ya que se basa únicamente en opiniones de un actor (y, además, mediatizadas, pulidas y corregidas por Pascual Serrano, aunque éste diga que ha tocado lo mínimo las cintas grabadas), y las opiniones, ya se sabe… que cada cual tiene las suyas. Y las de Guillermo Toledo, pueden ser tan buenas o malas como las de cualquiera.
 
Con todo, es de agradecer que tanto Guillermo Toledo como Pascual Serrano y, sobre todo, la editorial Península se hayan “mojado” y, paradójicamente, hayan demostrado que es posible que un sello editorial, participado desde 2006 por el Grupo Planeta, publique textos tan críticos con el sistema social, político-económico y cultural como son estas Razones para la rebeldía. 
  
Jordi Llavoré