sexo / muerte

Opinión:

Este inteligente y entretenido libro viene a confirmar la intuición freudiana de que Eros y Thanatos son las fuerzas ineludibles que determinan nuestra existencia. O como ya dijo creo que Chesterton: "El hombre pasa la primera mitad de su vida anhelando el sexo y la otra mitad temiendo la muerte".
 
Ahora Tyler Volk y Dorion Sagan se suman a esa lista de pensadores que han reflexionado larga y certeramente sobre estos dos procesos moleculares y que tienen algo nuevo (y a menudo provocador) que decir al respecto. Y lo hacen desde una perspectiva profundamente científica pero tremendamente accesible.
 
En el primer ensayo, Dorion Sagan entrelaza la biología evolutiva con sus lecturas de la vida y obra de escritores como el marqués de Sade para ofrecernos una Breve historia de las cosas sucias.  De la mano de su prosa fresca e irreverente Sagan nos explica la extraordinaria innovación evolutiva que supuso el salto de la reproducción asexual a la que aquí nos ocupa; el por qué con la aparición de la meiosis (división celular para crear gametos) aparece también la mortalidad; las razones por las que el marqués de Sade, a pesar de todo, era el último moralista; o la conexión que existe entre la segunda ley de la termodinámica y las novelas eróticas de George Bataille. 
 
 
Como puede verse, Sexo toca muchos palos (y los toca bien) aunque en varias ocasiones los capítulos acaban convirtiéndose en un almanaque de curiosidades sólo útiles para fardar en las cenas de alta sociedad («Señora marquesa ¿sabía usted que la hembra del chimpancé, cuando está en celo, puede aparearse diariamente hasta con sesenta machos?», o «Ahora que veo la forma de esta espátula… ¿sabían que las libélulas tienen penes muy parecidos a este objeto para sacar el semen que otros machos hayan podido dejar dentro de la hembra? Fascinante, ¿no les parece caballeros? Pues esperen a oír esto sobre el hipertrofiado clítoris de la hiena…»). 
 
Tyler Volk por su parte ofrece una lúcida y concisa investigación para responder a esa pregunta tan simple como terrible: ¿Por qué mueren las cosas? 
 
Todos aquellos que, como Woody Allen, no le tienen miedo a la muerte pero prefieren no estar ahí cuando ocurra puede que, a juzgar por lo que cuenta Volk, se pierdan algo fascinante si se ausentan. Y es que la respuesta que Volk teje para nosotros explica (de forma bastante convincente por cierto) que la muerte es la fuerza creativa más importante del universo; que los organismos nos servimos de ella para mejorar la vida; que sin la huesuda mujer de la guadaña, en definitiva, no podría haber verdes bosques, ni fértiles océanos, ni sabanas cuajadas de antílopes y cebras, ni guarderías repletas de niños.
 
Partiendo de una experiencia autobiográfica y de un análisis de la filosofía de Epicuro sobre el «dejar de existir» Volk define las ventajas que la muerte reporta a la especies, analiza el posible origen de los ritos funerarios, estudia las defensas que utilizamos para negar la muerte y nos invita a imaginarnos como seres eminentemente mortales pero profundamente insertados en los ciclos de renovación de energía y materia del universo que, en cierto modo, equivalen a una forma de inmortalidad cósmica.
 
La lectura de estas dos piezas (todo un acierto la encuadernación a cara o cruz del libro, lástima que la traducción sea a veces tan descuidada) evidencia que el sexo y la muerte van juntos. Que son dos caras de la misma moneda. Y que, desde una perspectiva física y científica (liberadora para algunos, inaceptable para otros), existimos simple y llanamente para satisfacer una función natural de la energía. 
  
 
Héctor Pascual