Anika entre libros

Una cuestión de sangre

Ficha realizada por: Mar Gázquez
Una cuestión de sangre

Título: Una cuestión de sangre
Título Original: (A Question of Blood, 2003)
Autor: Ian Rankin
Editorial: RBA


Copyright:

© John Rebus Limited, 2003
© RBA Libros, S.A., 2012

Traducción: Francisco Martín Arribas
Edición: 1ª Edición: Abril 2012
ISBN: 9788490062531
Tapa: Blanda
Etiquetas: género negro policiaca literatura inglesa novela sagas serie Rebus
Nº de páginas: 512

Argumento:


Un antiguo militar de las SAS - regimiento de las fuerzas especiales del ejército británico - entra en un colegio y mata a dos alumnos adolescentes dejando a un tercero malherido y suicidándose a continuación.

Paralelamente, un delincuente que acosaba a Siobhan, la colega del inspector Rebus, aparece calcinado. Todos los indicios apuntan a Rebus como el culpable: él fue la última persona que vio con vida al delincuente y al día siguiente del luctuoso suceso aparece con las manos vendadas, según él, porque se las había quemado con agua caliente.

Con la ayuda de Siobhan, Rebus investigará la vida del exmilitar y el que fue su entorno con el fin de encontrar el móvil que lo impulsó a cometer los asesinatos, y no serán pocos los obstáculos a los que se tendrá que enfrentar - militares que se interponen en su camino, la propia investigación que se cierne sobre él como sospechoso de la muerte del acosador, la prensa amarilla inmiscuyéndose…- ni los asuntos turbios que se destaparán.

 

Opinión:

 

Michael Connelly no se equivocaba cuando decía que Ian Rankin era uno de los mejores escritores de novela negra de la actualidad. Los premios con los que ha visto reconocida su obra confirman las palabras del estadounidense. Con Black and Blue y Resurrección, se alzó con dos de los premios más prestigiosos en el género del crimen: el Gold Dagger y el Edgar, respectivamente. En España su obra tampoco ha pasado inadvertida y en el festival BCNegra 2010 le fue concedido el Premio Pepe Carvalho, galardón que también ostentan pesos pesados del género como el propio Connelly o Henning Mankell.

Una cuestión de sangre es la tercera novela que leo de Ian Rankin, lo cual es poca cosa si tenemos en cuenta que la saga protagonizada por el inspector John Rebus lleva ya dieciocho novelas, y probablemente habrá Rebus para rato puesto que Rankin ha anunciado que continuará con la serie después de haber "jubilado" al inspector en La música del adiós. Ya quisiéramos los seguidores de Wallander que Henning Mankell siguiera su ejemplo y nos devolviera al inspector, pero mientras que eso no suceda y el sueco siga dedicado a la literatura intimista, la serie del inspector John Rebus es una perfecta opción para los amantes de la novela policiaca con mayúsculas.

Con Black and Blue y Aguas turbulentas Rankin me gustó lo suficiente como para repetir; con Una cuestión de sangre me ha conquistado del todo y es que, a mi entender, Rankin se supera en esta novela que, sencillamente, me ha parecido redonda.

El inspector Rebus, entrado en la cincuentena, fumador empedernido y bebedor pese a estar tomando medicación por las quemaduras de las manos, sigue deleitándonos con su inconformismo y tenacidad, virtudes que en esta entrega se palpan más que nunca cuando se empeña en desentrañar un caso aparentemente sin solución: si el asesino de los estudiantes se ha suicidado, ¿para qué complicarse? Sin embargo Rebus no se conforma y busca el móvil, no le cuadran las cosas y quiere saber el porqué. Si normalmente se implica en los casos como si fueran personales, esta vez lo hará con verdadero motivo puesto que el padre de una de las víctimas es primo del inspector y la búsqueda del móvil se convierte para él en una cuestión vital, o como reza el título, en una cuestión de sangre.

Rebus sigue siendo un auténtico solitario, aunque en esta ocasión lo tendrá más difícil puesto que tendrá que compartir todas sus pesquisas con Siobhan, ya que, por un lado ella es protagonista directa de una de las tramas -la de la muerte de su acosador- y por otro, al tener Rebus las manos vendadas, será Siobhan la que tendrá que llevarlo en coche a todas partes, cobrando así un protagonismo muy relevante y acentuado que da como resultado un tándem muy atractivo, sobre todo por los piques e insinuaciones que surgen entre ellos al pasar tantas horas juntos.

Las dos tramas -la del asesino de los estudiantes y la del acosador de Siobhan- se irán desentrañando pero también complicando de forma paralela conforme se van interrogando testigos y se van atando cabos. Rankin no necesita de técnicas artificiosas para enganchar al lector. Con un ritmo nada trepidante y sin sobresaltos pero siempre constante y sin decaer ni un ápice, un lenguaje ágil y ameno, unos diálogos ingeniosos y unos personajes -hasta los más secundarios- más que atractivos, articula una trama poderosa que, en mi opinión, no presenta ni una sola arista.

Una de las cosas que más me gustan de la novela negra es la denuncia social y Rankin, pese a no llegar a las cotas de Mankell o Márkaris, se vale del inconformista inspector Rebus para darle un buen repaso a la sociedad. Lo hace con la política a través del padre del estudiante malherido, un político que aprovechará las circunstancias para hacer campaña; lo hace con las SAS, criticando abiertamente la situación de indefensión en la que quedan los militares una vez que dejan de pertenecer al ejército, muchos de los cuales acaban en la mendicidad o incluso suicidándose, como ocurre con el personaje del libro. La prensa sensacionalista también será vapuleada en el libro y muchos más asuntos bastante turbios que obviamente omito para no desvelar la trama. Estas cuestiones dotan a la novela de un interés que va más allá del mero entretenimiento de investigar unos crímenes y que a la postre se convierte en un fiel testimonio de la realidad social en que vivimos.

Casi todos los inspectores de ficción que conozco tienen afición por la música. No pretendo en esta reseña hacer una disertación sobre el tema, de modo que tan solo mencionaré que a unos les gusta la ópera, a otros el jazz… y a Rebus le gusta el rock. Y sin embargo la música está mucho más presente en las novelas de Rankin que en las de sus colegas de profesión. El escocés fue músico (creo que todavía hace sus pinitos) y la música es en sus libros lo que la gastronomía en los de Vázquez Montalbán. En Una cuestión de sangre adquiere mucho protagonismo e incluso algún misterio se articula en base a temas de conocidos grupos de rock.

Con un estilo que lo acerca a los clásicos del género, Una cuestión de sangre es un auténtico festín para los amantes de la buena novela negra y policiaca. Sin truculencias ni vísceras, atrapa irremediablemente en una misteriosa trama regada de denuncia social y que se cierra de forma soberbia, cumpliendo con creces con lo que el lector esperaba encontrar en sus más de quinientas páginas.

Mar Gázquez

 

 

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