El astillero

Opinión:

Onetti es uno de los grandes narradores injustamente poco apreciados por el gran público, algo imperdonable por su maestría narrativa.

Su prosa es literatura en estado químicamente puro, porque a su formidable calidad se une una singular visión de la existencia, esa que le permitió escribir grandes obras.

Como esta, en la que los personajes no buscan la empatía o la complicidad del lector, la comprensión ajena de sus cuitas o sus miserias, sino que viven al margen de ser comprendidos, sin más causa que el propio vivir en sus mundos particulares donde casi nada cobra más sentido que su propio devenir, encerrados en el mundo hermético de un astillero en ruinas.

En esta obra, la decadencia, la locura, la mentira, las convenciones, incluso unos amores radicalmente dudosos, se adueñan de un espacio en el que la herrumbre, los escombros, el polvo, los viejos muebles, los cristales rotos por donde asoman los vientos de la implacable realidad, esa que no engaña, esa que no perdona, la misma que convive con la simulación, con ese arrastre de días, uno tras otro, en un sucesión inalterada, que sobrevive apenas con su propia justificación, en una realidad paralela ajena a las leyes y lógicas que organizan el mundo.

Pero al mismo tiempo, una acerada inmersión en las sombras de la existencia humana, esa hecha de convenciones y compromisos, de miedos y sueños, de traumas y esperanzas.

Larsen, el protagonista, es un misterio más allá de sus características personales, porque esconde una actitud vital que deja pocos resquicios a la certeza. Su extraño amor por la hija loca del dueño del astillero, su apuesta por una empresa ruinosa sólo explicada por unas expectativas imposibles, su relación con el empresario que le emplea como gerente del negocio pese a sobrevivir en una mentira a la vez que en un formidable y constante esfuerzo de simulación, los empleados que no ocultan la miseria de una existencia que no encuentra más acomodo explicativo que una inercia inexcusable, o la realidad de la taberna donde la vida real ofrece su descarnado empeño, se unen para evidenciar la extraña razón de la existencia de un olvidado astillero que reúne a personajes encadenados entre sí en una fatal lógica gravitatoria.

Esta es una magnífica obra literaria, grande con mayúsculas, una de las grandes piezas de la literatura en castellano. Una obra que debería ser leído por todo lector que se precie.

Jorge Riet