eterna juventud

Opinión:

Ser eternamente joven, poder frenar el inexorable paso del tiempo, vivir no tan rápido, morir joven y dejar un bonito cadáver, permanecer sin mácula por los siglos de los siglos sin lienzo de Dorian Gray que nos recuerde nuestras depravaciones, es uno de los anhelos que el ser humano guarda en su corazón desde la noche de los tiempos. Todas las culturas tienen su leyenda sobre la fuente de la eterna juventud, incluso el conquistador Ponce de León fue en busca de ella en su conquista de América. Pero ¿qué pasaría si ese sueño se hiciera realidad y todos permaneciéramos jóvenes y lozanos como si siempre tuviéramos veinte años? Probablemente el tremendo y tremendista relato que Drew Magary ha imaginado sea lo más cercano a la realidad y, sinceramente, pocas cosas hay más pavorosas que ver convertido el planeta Tierra en un inmenso Shangri-La.

“Eterna juventud” es una historia estremecedora de un mundo en el que el sistema de valores se trastoca desde la base. Parece buena idea, frenar la vejez y con ello todas las enfermedades degenerativas que se ceban con nuestro cuerpo, conseguir que la vida –si un infarto o un cáncer no lo evitan- sea una continua fiesta hacen pensar que todo es casi perfecto. Lo malo es que tras los días de vino y rosas se impone la dura realidad, así que dándole una vuelta de tuerca a lo que dijo Whitman toca disfrutar del pánico que provoca tener la vida por delante, literalmente. Lo que comienza siendo la gran noticia de la historia del hombre se convierte en algo aterrador, una vorágine desesperanzadora en la que no hay vuelta atrás y no se adivina salida posible. En unos pocos decenios la humanidad vuelve a vivir todo aquello que la asoló a lo largo de los siglos, hambrunas, guerras, genocidios indiscriminados, campos de exterminio, todos los horrores que pensamos que jamás se repetirían surgen en medio de una sociedad que ha perdido por completo el norte y la objetividad. A esto se une el agotamiento de los recursos naturales, la sobrepoblación, el alzamiento de sectas a favor y en contra de ese estado de semidios; en definitiva, una crisis a nivel mundial en todos los ámbitos que desata el infierno en la tierra. Una tierra que ha olvidado por completo lo que es la evolución y se ve sometida a una involución forzosa.

Magary nos sumerge en esta historia de una manera paulatina, lógica, con grandes dosis de realismo, que consigue funcionar gracias a la gran variedad de tonos creados para los personajes y los diferentes estados ante la situación, desde la euforia inicial hasta el caos, el terror, el espanto final, dejando al lector con muy mal cuerpo tras todo lo narrado, basándose en una trama compacta, bien estructurada y sin fisura alguna. Lo que asusta de este debut en la literatura son sus visos de realidad, es un futuro plausible, el paso siguiente de una sociedad que vive obsesionada por el culto al cuerpo, la delgadez, las arrugas, sin pensar en las consecuencias y las implicaciones. Las cosas dejan de tener valor porque no podemos compararlas o relativizarlas, valoramos la juventud porque es efímera, y la vida porque nos aguarda la muerte, pero cuando ambas cosas desaparecen todo deja de tener sentido y significado. El autor consigue que el lector se implique en los hechos, le hace pensar de una manera como pocas veces se ha logrado en la ciencia ficción.

Vivir siempre en una “Eterna juventud” es el sueño de millones de personas que, probablemente, han olvidado que el sueño de la razón produce monstruos y el ser humano es el más terrorífico de todos ellos.

Patricia Rubiera