Anika entre libros

epígrafe

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
epígrafe

Título: epígrafe
Título Original: (epigraph, 1996)
Autor: Gordon Lish
Editorial: Periférica


Copyright: Traducción de Juan Sebastián Cárdenas
1ª Edición, Enero 2011 ISBN: 9788492865239
Etiquetas: autores cartas correspondencia epistolar escritores estadounidenses literatura americana literatura estadounidense literatura norteamericana norteamericanos

Argumento:

Gordon Lish  cede su nombre al personaje protagonista de su novela, un viudo enajenado que escribe cartas a distintos destinatarios (funcionarios institucionales, miembros de una congregación religiosa, y, sobre todo, señoras que cuidaron de su difunta esposa durante su enfermedad...), para increparles o hacerles proposiciones indecentes, respectivamente.

Gracias a esa batería de cartas conocemos el interior del viejo Lish, quien, cercado por la propia muerte, deja hablar con libertad a su interior atormentado.

Opinión:

La editorial independiente Periférica apuesta en firme por el reconocido editor Gordon Lish, y ha publicado ya dos de sus novelas, Perú y esta que nos ocupa, Epígrafe. Lish, conocido por el sobrenombre de Captain Fiction, ha dedicado buena parte de su vida profesional a descubrir nuevos talentos y a dirigir publicaciones culturales de referencia, además de haber editado (de forma polémica) la obra cuentística del célebre Raymond Carver. Sólo a partir de los cincuenta años comenzó a publicar sus novelas, que han contado con una gran acogida de la crítica.

Epígrafe  es la primera novela de Gordon Lish que he leído. Puedo decir que a ratos me ha irritado, que a ratos me divertía terriblemente, que me ha costado en ocasiones avanzar en su lectura y que en otras me fascinaba, sin que pudiera precisar muy bien el porqué de cada uno de esos estadios. Gordon Lish exige un lector tenaz, que asuma riesgos a la hora de descifrar este muestrario de cartas, del mismo modo que el autor ha aceptado  los suyos antes de realizar este ejercicio literario audaz, lleno de humor negro, de lucidez y dolor. No en vano Gordon Lish se nos aparece a ambos lados del espejo, como escritor y como personaje, difuminando los límites de la realidad y la ficción. Hasta qué punto el joven rebelde que todavía vive en él, ese intelectual audaz y descarado que emprendió numerosas cruzadas literarias en los años 60 lleva a cabo un experimento formal, y hasta qué punto este libro no es sino un ejercicio de catarsis del propio drama vital (su mujer padeció una enfermedad degenerativa, igual que la señora Lish de la ficción, y se llamaba Barbara, como ella), es difícil de precisar. Pero ambas vertientes queda claro el riesgo asumido página a página en la novela, y se escucha la voz lúcida en medio de la locura, doliente y verdadera del escritor de cartas Gordon Lish, para dar lugar a una obra inclasificable, que relata una historia a partir de fogonazos obsesivos, de recuerdos fragmentados cuyos elementos constitutivos debemos tener presentes una y otra vez, si queremos descifrar, al menos en parte, qué sucedió en los últimos días de vida de Barbara.

Desde el punto de vista etimológico, un epígrafe es una cita o sentencia que encabeza un discurso, o un resumen previo a un capítulo, o bien una inscripción que se realiza en piedra o metal. La poesía epigráfica era un género muy cultivado en la antigüedad clásica, que solía honrar a sus muertos con textos recordatorios grabados en rocas, en la linde de los caminos. Me gusta pensar que Lish ha jugado con el tercer significado de esta palabra, que sus desquiciadas cartas son los últimos poemas doloridos con los que increpa su personaje a la vida que huye, que degenera los cuerpos y sume a cada ser humano en una soledad que linda muchas veces con la demencia y el genio poético.

Lish, el ficticio, va sembrando su camino sin retorno de estos mojones epistolares, donde se muestra rijoso, si recuerda los senos imponentes de alguna de las cuidadoras de su mujer; furibundo, si los hermanos de la orden religiosa que se los proporcionó reclama alguno de los artilugios de los que precisaba Barbara para comunicarse con el mundo, en la última fase de su enfermedad; atormentado, si recuerda las infaustas muertes de las mascotas de su mujer, ambas ocurridas en extrañas circunstancias. Hay poco de ejemplarizante, de modélico, en estos textos en los que el pensamiento del narrador se ve poseído por algunos temas recurrentes que pueden desconcertar o irritar al lector. Pero, en puridad, una de las misiones de la literatura debería ser incomodarnos, mostrarnos la realidad desde un ángulo desconocido, perturbador. Y esta colección de epígrafes enviados por un ser anclado en la locura, incapaz de comunicarse ya con los vivos, cada vez más alejado del uso adecuado del lenguaje y sus estrategias, a fe que lo logra. 

Patricia Esteban Erlés

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