conquistar a una mujer

Opinión:

Esta novela, entretenida y bastante amable, tiene sin embargo dos fallos argumentales que llaman la atención desde el inicio. Uno es el hecho de que una jovencita de buena familia, en 1817, por muy liberal e independiente que sea, se vaya a vivir ella solita a una casa de huéspedes regentada por dos cortesanas ya retiradas, y donde las inquilinas se dedican, en su mayoría, a la prostitución. El otro asunto tiene que ver con la deuda de juego adquirida por dichas cortesanas, que asciende a la friolera de cuarenta mil libras, un importe que me parece desmedido. La misma autora comenta que un ama de llaves o una institutriz podían ganar unas cincuenta libras anuales. Si tenemos en cuenta que una familia noble de la época podía vivir cómodamente con cinco mil libras al año, la cantidad que las señoras han perdido a las cartas resulta abrumadora, por mucha mala fe o mucha manipulación que hubiera existido por parte del dueño del garito en cuestión.
 
Evidentemente, esos dos aspectos de la trama son esenciales para el desarrollo de la historia, por muy descabellados que ambos puedan parecer. Tal vez por eso cueste un poco engancharse a sus páginas, si además añadimos la continua repetición de la protagonista con el tema concerniente al desastroso matrimonio que tuvieron sus padres, algo que ella no está dispuesta a repetir.
 
Llega un momento, no obstante, en el que el lector se reconcilia con la autora y comienza a disfrutar de veras de la novela. Nicole Jordan introduce una especie de juego en el que el galán debe ir acumulando puntos para ganarse el derecho a cortejar a la dama, reacia completamente a la idea del matrimonio. Dicha estrategia, ideada por las dos cortesanas, tiene su gracia, su chispa y su originalidad. Y es a partir de ese momento cuando logramos olvidar lo que no funciona bien y nos limitamos a disfrutarla, sin cuestionarnos nada más.
 
Desde ese instante comenzamos a apreciar a sus protagonistas, a dejarnos enamorar por su historia y su encanto, a divertirnos con las tretas de ambos para conseguir su propósito. Y el objetivo de entretenernos queda sobradamente cumplido.
 
Pilar Alonso Márquez