steve jobs

Opinión:

Pocas veces un personaje es capaz de suscitar amores y odios tan profundos como los que fue capaz de provocar Steve Jobs a lo largo de su vida. Una dualidad que no sólo está presente en los protagonistas secundarios de esta biografía, sino también, y de forma curiosa, en su propio biógrafo. Una característica que no le resta un ápice de valor a la obra, sino que, al contrario, le aporta profundidad y humanidad, pues nos permite descubrir las dos caras de una persona y cómo era capaz de influir en todos los que le rodeaban.
 
Steve Jobs ha sido descrito en muchas ocasiones como un genio de la informática, aunque nunca inventó nada. Sus detractores afirman que él sólo tradujo las inquietudes de los ingenieros informáticos en productos que el público quería consumir, convirtiéndole en un comercial sobrevalorado, como si esa labor fuera algo que cualquiera podría haber hecho, pero que curiosamente nadie hizo tan bien como él. Sin embargo, su única creación real, Apple, se ha convertido con los tiempos en una de las empresas tecnológicas más valoradas. Y no sólo por su capital tecnológico e innovador, sino también por la relación que ha sabido establecer con sus clientes, que en algunos casos raya la devoción. Igual que el propio Jobs.
 
Se han contado historias de terror acerca de cómo Jobs trató a su familia o a sus compañeros de trabajo, tanto en la empresa de la manzana como en su otra gran aventura empresarial, Pixar. Y en esta biografía no nos encontraremos grandes revelaciones al respecto, sino la confirmación del único hecho en el que todos los que le conocieron parecen coincidir: trabajar con él no era fácil. Mantenerse en el nivel de exigencia que él consideraba mínimo no era algo que cualquiera pudiera hacer. Ni en el trabajo ni en la vida familiar.
 
Desagradable, egoísta, ególatra, enajenado por una búsqueda espiritual que nunca terminaba de llenarle, cambiante, desagradable, brusco... Steve Jobs era todo eso, sin duda. Pero también podía ser inseguro, adulador, compasivo, capaz de ver en otros una grandeza a la que él sólo podía aspirar y admirarles y adorarles por ello, ingenuo, carismático, encantador... Un ser humano lleno de logros y faltas tan profundas como lo que le hacía grande.
 
Las biografías corren el riesgo de resultar tediosas si el protagonista no ha tenido una vida tan interesante como él cree. O de resultar empalagosas si el biógrafo se excede en las alabanzas y no guarda una debida objetividad. Afortunadamente este libro no peca de ninguna de las dos cosas. En el caso de la primera porque, ciertamente, la vida de Steve Jobs ha sido de todo menos anodina. En el caso de la segunda porque si bien es cierto que Isaacson no guarda siempre esa distancia de seguridad que es la ideal en estos casos, los saltos son siempre sutiles y, como ya se ha dicho antes, oscilan de la admiración a una cierta repugnancia que ayudan a guardar el equilibrio. Este es, en definitiva, un libro que merece ser la pena leído tanto por los appleadictos como por aquellos que le odiaban o por los que, simplemente, sienten curiosidad por la historia de los avances tecnológicos en nuestra época.
 
María Martín