Anika entre libros

confesiones

Ficha realizada por: Héctor Pascual
confesiones

Título: confesiones
Título Original: (confessiones sancti patris nostri agustini, 398)
Autor: San Agustín de Hipona
Editorial: Alianza


Copyright: © Alianza Editorial, 2011
Traducción de Pedro Rodríguez de Santidrián
3ª Edición, Septiembre 2011 ISBN: 9788420653402
Etiquetas: autobiografía autobiográfica autobiográfico biografía filosofía religión santos

Argumento:


Las “Confesiones” de San Agustín son el relato en primera persona de un viaje, de la peregrinación tortuosa y atormentada de un hombre que busca y, finalmente encuentra, a Dios. Este camino se inicia en la infancia del santo, discurre por su adolescencia conflictiva («llena de pecado y vicio»), y termina en la juventud con su conversión al cristianismo en el año 387. Al mismo tiempo estas reflexiones constituyen un intenso y emotivo diálogo de San Agustín consigo mismo y con Dios.

Opinión:


Hace tiempo leí en algún lugar que sin San Pablo no existiría el cristianismo tal y como lo conocemos hoy. Según este argumento, fue el apóstol de Tarso quien dio estructura en sus epístolas al mensaje de Jesús de Nazareth, interpretándolo y sistematizándolo hasta convertirlo en una doctrina que en justicia habría que llamar «Paulianismo». Se esté o no de acuerdo con este dictamen es innegable que en la historia del cristianismo hay ciertas figuras de gran talla intelectual cuyas aportaciones insuflaron savia nueva al desarrollo teológico de la religión marcándola para siempre. San Paulo fue una de esas personas. Santo Tomás de Aquino otra. San Agustín, por supuesto, no puede faltar en la lista.
 
Nacido en el año 354 en Tagaste (una provincia de lo que hoy es Argelia), San Agustín vivió la desintegración final del Imperio Romano de occidente, que terminaría desapareciendo unas cuantas décadas después de su muerte. Su gran aportación intelectual y teológica es la síntesis de «Paulianismo» con Neoplatonismo que lleva a cabo, ahondando en la concepción dualista del hombre (dividido en cuerpo y alma), en la diferencia entre el mundo sensible y el Mundo de las Ideas/Reino de Dios, identificando a Dios con el Bien Supremo, y reflexionado sobre conceptos tales como el libre albedrío, el papel la gracia en la Salvación, o el problema del mal.
 
Pero centrémonos en las Confesiones. Con este texto San Agustín inventa un género nuevo  a caballo entre la autobiografía espiritual y las memorias que no tiene antecedentes en la tradición clásica. El título responde al triple significado que el verbo confesar tenía en el cristianismo temprano: declarar la fe, confesar los pecados y alabar a Dios.
 
El santo de Hipona hace con creces las tres cosas (y lo hace con un lenguaje bellísimo; a fin de cuentas fue profesor de retórica) pero sin duda la parte que atañe a sus vicios e imperfecciones juveniles es una de las que más destaca en todo el texto porque humaniza al santo y nos impregna de la agonía de su lucha por encontrar a Dios. El relato detallado de un robo cometido por el puro placer de robar, la arrogancia y el desdén de su mente privilegiada intelectualmente, los flirteos con la astrología o su vida sentimental cuajada de voluptuosidad nos sacuden casi tanto como el dolor que le aflige ante la muerte de un amigo o cuando narra el sufrimiento de su madre, Santa Mónica, al ver cómo el fango del pecado iba devorando a su hijo.  Esta es la etapa de su juventud en la que encaja esa hermosa frase que el poeta Juan Antonio González Iglesias le atribuye al santo: «Dame, señor, la castidad y la continencia… pero no todavía».
 
Sin embargo el tiempo pasa y poco a poco vemos cómo dentro del joven e inteligente Agustín rebulle el deseo de alcanzar la verdad. Sabe que el mundo que le rodea es falso y comienza así a interesarse por las doctrinas de los maniqueos, después por la de los neoplatónicos hasta finalmente quedar persuadido por los discursos que escucha a San Ambrosio en Milán. Esta experiencia y la lectura de la Biblia terminarán desencadenando su conversión al cristianismo. Con ella, el cristianismo quedará convertido en algo diferente gracias a los escritos de San Agustín
 
Agustín habita un mundo extrañamente parecido al nuestro. Un mundo en crisis, asediado por la proliferación de creencias, doctrinas y distracciones; un mundo vertiginoso, plural, incipientemente globalizado, donde las redes entre personas y los viajes son cosa común del día a día. Por eso, independientemente de las creencias personales de cada uno, este texto habla hoy en día con especial fuerza y relevancia sobre temas tan perennes como el amor, la verdad y la belleza. 
 
Héctor Pascual

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