todo paracuellos

Opinión:

Con 600 páginas y tiras gráficas de dos únicas filas por página os podéis imaginar que llamarle “de bolsillo” es un decir. El libro es ideal, enorme, la letra se lee bien, las ilustraciones, estupendamente, y en conjunto es un tocho inolvidable.
 
El tomo reúne relatos gráficos basados en distintos Hogares de Auxilio Social aunque finalmente terminaran reunidos bajo el título de uno de ellos.
 
A Carlos Giménez se le intuye en “Todo Paracuellos”. Veremos niños cuya mayor ilusión es que llegue un nuevo tebeo al centro, o cuyo mayor deseo es ser el creador de esos tebeos y querer dedicarse a ello de adulto de forma profesional. Pero veremos también cosas muy crueles, desgracias, y una educación que deja mucho que desear en manos de fanáticos religiosos y franquistas de los que pensaban que la “letra con sangre entra” y cosas por el estilo. Una vida que no está tan lejos y que demuestra que aunque se debe comprender cada época para entender ciertas actuaciones, cuando ésta viene con leyes de un dictador y normas fanáticas, inflexibles y mal interpretadas de una religión, nada puede ser positivo.
 
Cuando reseñé “Todo 36-39. Malos tiempos” quise resaltar algunos episodios para dar buena muestra de su interior, pero en “Todo Paracuellos” prácticamente cualquiera de sus relatos son ideales para saber qué encontramos en el interior, qué puede hacernos pegar un bote, chasquear la lengua o enfadarnos de verdad con nuestro pasado. Seguramente es porque los protagonistas son siempre críos, y es inevitable sufrir por lo que han debido pasar tantos niños en manos de salvajes autoritarios y desgraciados personajes que aclamaban el bien cuando normalmente ejercían el mal a su alrededor. Castigar sin comer a un niño muerto de hambre ya es ser malvado si hay comida en la mesa. Sirva esta frase de ejemplo como una de las distintas formas de maltrato y tortura que vivieron algunos de estos críos en estas casas de auspicio.
 
No todo fue malo, ahí están sus primeras ilusiones y deseos, pero si pones una balanza te percatas de que cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor.
 
Con las ilustraciones que caracterizan sus dibujos, niños y adultos pasan por nuestros ojos como si fueran reales, y tienes la impresión de haber estado conociendo la vida de tus tíos, tus vecinos, tus padres o algunos conocidos cuando era pequeños.

Un volumen magnífico, es más, imprescindible.
 
Recomiendo no saltarse el prólogo de Juan Marsé.
 
Anika Lillo