Anika entre libros

Una noche con Claire

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
Una noche con Claire

Título: Una noche con Claire
Título Original: (Una noche con claire, 1991)
Autor: Gaito Gazdánov
Editorial: Nevsky Prospects


Copyright:

Prólogo de Patricio Pron

Nevsky Prospects, S.L. 2011

Traducción: Maria García Barris
Edición: 1ª Edición: Marzo 2011
ISBN: 9788493824631
Tapa: Blanda
Etiquetas: I Guerra Mundial literatura rusa sociedad rusa novela
Nº de páginas: 240

Argumento:

El protagonista de la novela ama a Claire desde su juventud, a pesar de la larga separación y de los distintos acontecimientos que han hecho de la suya una historia imposible. Instalado en un presente de felicidad tibia, que consiste en cuidarla cuando por fin vuelve a encontrársela en Francia, tal y como presintió en el barco en que emigra de su Rusia natal, el narrador se sumerge en una evocación deslumbrante de su pasado, desde la más tierna infancia, marcada por un padre adorado, a su experiencia como soldado que observa con la frialdad y la lejanía de un testigo el desarrollo de la contienda.

 

Opinión:

Los Nevsky han vuelto a rescatar una obra maestra. Una noche con Claire es uno de esos libros perfectos y desconocidos que abundan en la literatura rusa, a la espera de que alguien los desentierre y les devuelva la luz y los lectores que merecen. Mientras devoraba la novela, no he podido evitar recordar las palabras de una compañera mía de los primeros cursos de universidad que estaba decidida a abandonar la carrera, desilusionada con algunos de los profesores y las asignaturas, cuando cayó en sus manos la primera parte de En busca del tiempo perdido, de Proust, aquel viaje intenso, perturbador, a lo largo de la memoria, un recorrido doloroso por todos los caminos del amor y los celos cuya lectura le reintegró la certeza de que un libro magnífico puede mucho más que una legión de aburridos catedráticos. Y yo, que defiendo que el acto de leer un libro es también una experiencia física, a veces tan intensa que nos vapulea por dentro, o nos levanta a varios palmos del suelo que pisamos, he sentido esa angustia placentera del descubrimiento de un autor, de un talento que Gorki señaló en su día y que resulta avasallador, por la lucidez y la inteligencia que destilan estas páginas, plenas de una belleza y un misterio que yo solo he encontrado en autores rusos. Podría pasar horas comentando diferentes aspectos de esta novela que ya nunca abandonará mi estantería de imprescindibles. No quisiera dejar de mencionar la exactitud del título, como en él Gazdánov resume el amor imposible que experimenta un inteligente y misántropo muchacho ruso y que le lleva a adorar a la joven francesa desde la primera vez que abre los ojos y la ve sentada a su lado en el gimnasio. Claire es una presencia fantasmal durante un buen trecho de la novela, un sueño que surge de la nieve y que el protagonista está a punto de acariciar con las puntas de sus dedos en varias ocasiones, pero que siempre termina esfumándose de forma igualmente misteriosa.

Esa naturaleza etérea de la amada, su interminable ausencia, hace que la novela no sea tan solo el relato de un amor juvenil, intensamente añorado por el narrador, sino también la historia de las circunstancias de su vida que explican cómo ese amor fue posible. Evocando momentos claves de su infancia y adolescencia, el personaje incide en la educación que recibió, marcada por figuras masculinas imponentes como la del padre adorado, amante de los incendios, cazador y maestro. Tras su muerte, su lugar es ocupado por otros hombres singulares que dejan su impronta en el joven y revelan la trascendencia de ese contacto con miembros del mismo sexo de cara a las relaciones con las mujeres, empezando por la propia madre, que quedan siempre envueltas en un halo perturbador. La niñez amparada en el padre, la adolescencia arrogante que transcurre en el instituto y el colegio militar, así como la primera edad adulta, marcada por la decisión temprana de alistarse en la guerra, son periodos que se describen en profundidad, quizás porque definen perfectamente la distancia que separa al protagonista de lo femenino, encarnado en Claire, al mismo tiempo que lo arrastra hacia ella de forma irremediable.

Gazdánov retrata al personaje a través de su intrincada psicología, de las peculiaridades de su carácter que le hacen amar la soledad y mantenerse siempre alejado de casi todos los que le rodean. Ello no le impide mostrar una galería completa de secundarios pintorescos con los que va cruzándose en su camino: el abuelo centenario, su estoico tío militar, los granujas y los valientes que combaten con él en la guerra, las prostitutas del tren de soldados, la pareja de desconocidos a los que solo ve fugazmente una vez... De alguna manera, esos trazos del paisaje humano que rodea al protagonista terminan de perfilar su imagen, al igual que la propia Rusia, la tierra amada que tantas veces él siente como un reflejo o una prolongación del propio ser. Los montes y los bosques, las isbas y, sobre todo, la nieve omnipresente, cobran relieve y dejan de ser tan solo un marco, un decorado en el que se desarrolla la acción. Y una se queda con la sensación de que cada palabra, de que cada criatura y cada lugar de los que vamos conociendo son piezas imprescindibles, presencias calculadas con rigor y sensibilidad que convierten la novela en un banquete literario que, ojalá, tengan la suerte de disfrutar a partir de ahora muchos lectores.

Patricia Esteban Erlés

 

 

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