esperando a robert capa

Opinión:

Cuenta Susana Fortes que la chispa que prendió la llama de esta novela fue el estremecimiento que le hizo sentir ver una foto de Gerda Taro en la cama de una habitación de hotel dormida y plácida con el pijama de su amante y autor de la misma, Robert Capa, y que encontró por la aparición de la llamada "maleta mexicana" que contiene material fotográfico de Robert Capa, Gerda Taro y David Seymour (Sim). Una Gerda sensual que generó sus deseos de contar esa historia de amor, guerra y periodismo.

"Esperando a Robert Capa" es la biografía libre de la pareja de fotógrafos Ernö Andrei Friedman y Gerda Taro que llegaron a la simbiosis laboral forjando el nombre profesional Robert Capa y  dejaron testimonio universal y sin precedentes de fotografías de conflictos bélicos.

Susana Fortes es una de nuestra escritoras más serias y esta última novela vuelve a ser reconocida con el Premio de Novela Fernando Lara 2009 merecidamente. La autora consigue una narración cautivadora, tanto como lo fue la vida de sus dos protagonistas: el archiconocido fotoperiodista bélico Robert Capa y la que creó su personaje, Gerda Taro, la primera fotógrafa muerta en una guerra, la nuestra, la Civil, al ser arrollada por un tanque republicano en Brunete en julio del 37. La mujer más importante de Robert Capa y la que generó su amor más inmenso, que sólo despareció con él.

Gerda Taro, una refugiada judía procedente de una acomodada familia, llega a París en el 35 dejando a todos los suyos en un campo de concentración. Allí está ya "el jodido y guapo húngaro" que con la misma situación política y tres años más joven se comprometerá profesional y personalmente en el bando de izquierdas contra el nazismo emergente. París los une en una relación agitada, poco convencional pero de una pasión arrolladora para amarse, para sus celos, para la reivindicación de sus espacios y de sus oficios, para vivir luchando..., y comprometidos retratan la vida y la muerte en vida de, en el caso de Gerda, la Guerra Civil Española, y en el de Robert Capa diferentes conflictos bélicos trascendentales. Pero también les une un destino no elegido, el exilio y el azar poco afortunado.

La novela retrata. No tiene cámara fotográfica Susana Fortes, pero fotografía con palabras la vida y las guerras que vivieron cada uno de ellos, y el paralelismo es sencillo considerando que estos dos fotoperiodistas no se ocuparon de inmortalizar paisajes y gentes si no que buscaron emociones y reflejaron el interior de esos rostros que miraban o morían. Es por ello que vemos con la narración de la escritora las vidas interiores de ambos y se visualizan en blanco y negro, e incluso consigue que suene a menudo el ´click´ de las fotografías reveladas con descripciones como el sonido real de las cámaras de los protagonistas, con perfecta nitidez o borrosamente pero siempre muy intensas.

No fue la de ellos una historia de amor al uso, el espíritu luchador y reivindicativo de la niña acomodada que quería ser Greta Garbo en su adolescencia se impuso a la vida glamourosa pero quedó el poso de su irresistible personalidad, de su belleza, de su cautivadora presencia escondida bajo la ropa de campaña y en las letras idénticas de su nombre: Gerda Taro No quiso ser sombra de Capa, ni se atrevió al compromiso emocional. Los dos fueron menos valientes para el amor que para la guerra, fueron más temerosos con la entrega que con las bombas. Engullen los momentos de intimidad libre de ambos, estremece su pasión con la misma intensidad con que se narran los momentos de desolación, de guerra, de muerte, de dolor, del adiós.

La novela envuelve porque Susana Fortes ha completado un trabajo de documentación extraordinario, que imagino fue farragoso por lo poco que se conoce de Gerda, consiguiendo que los escenarios reales de París, Barcelona, Madrid, Valencia, Córdoba... entre otros, tengan además personajes que vivieron con ellos la lucha contra el fascismo y se fundan y se diluyan en la historia de ambos con generosa maestría, creando ambientes que parecen instantáneas captadas en su momento por Susana y devueltas en un álbum para nosotros..., con Alberti, Octavio Paz, Hemingway o fotógrafos, pintores y agencias de la época, militares y milicianos, políticos...

Además el manejo del tiempo, todo pasado pero con flashback a la niñez de ellos, simultaneado con el pasado presente en el que habitaron y conectado con el pasado futuro que sobrevivió a la protagonista, son un ejercicio de narración onmisciente esclarecedor.

En su lectura aparecen también fotografías emblemáticas no sólo del mejor fotoperiodista de guerra de la historia al que le "cuarteó las alas" la mejor foto de la guerra, "La muerte de un miliciano"; Susana menciona a Eddie Adam y su brutal foto del prisionero vietnamita asesinado, o a Kevin Carter, que inmortalizó a la niña sudafricana famélica presa de la amenaza de los buitres.

Vibrantes son los momentos de las batallas en los que Gerda está en primera línea. Apasionantes sus momentos amorosos o de disputa. Consternador el adiós a Gerda y el final del libro: las notas de la autora que redondean el libro.

En definitiva, un homenaje a los reporteros de guerra, al no reconocimiento de una fotógrafa excepcional y comprometida, y a un amor corto e intenso que duró mientras uno de ellos siguió vivo.

Fermina Daza