La soledad de la reina: Sofía, una vida

Opinión:

Con respeto pero sin concesiones, Pilar Eyre desgrana el interior de toda una existencia que, como puede verse, estuvo y está rodeada de una inmensa soledad, esa que sólo se supera con una importante vida interior.
 
"Las reinas no lloran" inculcó Federica de Grecia a su hija mayor. Desde su infancia, Sofía aprendió a controlarse, a no exteriorizar, a adaptarse… Se le grabó el sentido del deber ya en la cuna. Vivió en el exilio, pasó hambre, durmió en espacios llenos de ratas y aprendió a no expresar su miedo ante los bombardeos. Con una madre enamorada locamente de su marido y al que amó más que a sus hijos, pasó gran parte de la infancia en el exilio junto a sus hermanos, la prima Tatiana y "Nani", la joven que los cuidaba y que se convirtió en una segunda madre, por no decir primera… El resultado fue una mujer tímida, reservada, muy sensible, bastante solidaria y solitaria.
 
Destacaría la época en que Juan Carlos y Sofía tuvieron que vivir en Estoril, con unos padres del ahora rey con los que no había una relación armónica y sin saber qué sería de ellos ni cuál iba a ser su papel. Pero muy especialmente, es interesante leer cómo Franco fue tejiendo su tela en torno a Juan Carlos y cómo Sofía aceptó asistir a interminables y soporíferas meriendas organizadas por Carmen Polo y sus amigas (momias intelectuales) que no dejaban de aconsejarla y decirle cómo instruir a sus hijos, ser una buena esposa… Sofía, siempre al lado del rey y luchando por sus intereses, parece ser que aguantó todo tipo de humillaciones y despropósitos de unos y otros, escudándose en una "máscara" sonriente que no permitió ver a los demás sus demonios internos porque… "Las reinas no lloran". Y no lloró salvo por dentro cuando ella y el futuro príncipe tuvieron que salir al balcón del Palacio de Oriente tras el fusilamiento de cinco jóvenes y escuchar "vivas" a Franco y "mano dura".
 
Con valentía, la autora se ha atrevido a mencionar las incontables infidelidades del rey, en qué momento la vida conyugal de la pareja se rompió y lo poco atento que "Juanito" se muestra con "Sofi" incluso en público ¿Habría logrado el trono sin la inestimable ayuda de su mujer? Eso no lo sabemos… Pero él cae bien sin esforzarse, posee un encanto natural. Sofía, al contrario, aunque se esfuerce parece fría y distante pese a poseer, por lo que de aquí se desprende, una sensibilidad muy especial. A él le gusta la juerga, la caza y los toros; a ella la música, la arqueología y los animales… Pocos puntos de unión parece haber ahí, aunque Sofía se casó enamorada, vivió por y para su marido y compartieron una entrañable complicidad hasta que todo se torció.
 
Este es un ensayo que me ha gustado mucho porque se aparta de lo convencional, de las biografías "estudiadas" y "decoradas". Deja a un lado el personaje para descubrir a la persona poco a poco y ante determinados hechos que le tocó vivir. Y durante la lectura se aprende historia, se ríe, uno se enfurece, se asombra y hasta se enternece ante situaciones tan contradictorias y apasionantes que parecen excesivas para una sola vida.
 
La obra empieza y termina en el momento en que la reina, que acababa de llegar con el rey y las infantas a Baqueira, fue informada del "grave estado de salud de su madre" (que ya había muerto en realidad). Sola, sin la compañía del rey, viajó a Madrid… Sola sigue porque sus hijas siempre se han mostrado más cercanas al padre y Felipe (su ojito derecho) está al lado de una esposa que, parece ser, va ganando posiciones y lo aleja de esa complicidad que ambos compartían. Sin amigas, sin otra compañía que sus perros, la música, los libros o la cultura, transcurren los días de alguien que, en definitiva, está totalmente sola con ella misma salvo cuando se reúne con sus hermanos: Tino e Irene.
 
Dice Pilar Eyre en algún punto del ensayo algo así como "Alguien que adora a los niños y a los animales no puede ser mala persona". Y yo suscribo totalmente esa afirmación. Pese a no ser monárquica, siempre he sentido admiración por la reina Sofía porque me gustaba su sencillez, su "saber estar" y esa sensibilidad tan especial que no todos logran captar. Este libro me ha confirmado que tras el personaje se esconde una extraordinaria entidad a la que la perspectiva del tiempo quizá coloque algún día en el lugar que merece, cuando ni la política ni los cargos tengan más valor de juicio que el interior de las personas…
 
Pilar López Bernués