Anika entre libros

el mar y veneno

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
el mar y veneno

Título: el mar y veneno
Título Original: (umi to dokuyaku, 1958, bungei shunju co ltd tokyo)
Autor: Shusaku Endo
Editorial: Ático de los Libros


Copyright:

Traducción de David Favard
1ª Edición, Marzo 2011

ISBN: 9788493829544
Etiquetas: 2ª gm 2ª guerra mundial autores escritores experimentos ii guerra mundial japoneses literatura japonesa supervivencia superviviente

Argumento:

El extraño doctor Suguro, un médico que parece refugiarse del mundo entre las cuatro paredes de su oscura consulta privada, guarda un terrible secreto sobre su pasado. Secreto que iremos conociendo a través de los testimonios de varios personajes implicados, como él, en los espantosos experimentos con prisioneros norteamericanos llevados a cabo en un hospital japonés, durante la Segunda Guerra Mundial.

Opinión:


Elegí esta novela por su título, que me pareció perturbador y sugerente desde la primera vez que lo vi escrito. Un título japonés, un enigma, un sintagma que combinaba la inmensidad ingobernable del océano, ese elemento tan temido y admirado por el hombre, con el veneno, la sustancia capaz de acabar con una vida. A veces, una simple intuición nos lleva a darnos de bruces con libros tan terribles y magníficos como este, escrito desde una sinceridad aguda y dolorosa como una incisión de bisturí que caracteriza la prosa de Shusaku Endo (" El samurai"), eterno candidato al Premio Nobel hasta el año de su muerte, que podemos disfrutar ahora gracias a la valiente apuesta del sello editorial independiente Ático de los Libros. Y doy gracias a ese título que se refiere al mar como metáfora de la muerte y al veneno que el ser humano guarda en su interior como motor generador de sus actos, que me ha permitido descubrir la obra de Endo.

Esta novela habla de un infierno. De un país bombardeado, donde cada edificio y cada ser humano ha sido reducido a cenizas, a la peor versión de sí mismo. En un mundo en ruinas, los japoneses que sobreviven al terror diario de los bombarderos americanos deben aprender a sostener la mirada a la muerte, en especial si se trabaja en un hospital como el de Fukuoka, donde el hambre y la carencia de medicamentos y de humanidad acaban con cualquier resquicio de esperanza. En esta clínica universitaria existen dos clases de pacientes: los ancianos hacinados en una estancia común que dependen del Estado y son sometidos sin ningún escrúpulo a operaciones experimentales, y los enfermos recomendados, parientes de alguna personalidad relevante, que descansan internados en habitaciones individuales y soleadas, y cuyas vidas se utilizan como moneda de cambio para obtener ascensos o recomendaciones. También hay dos clases de doctores, separados por una estricta jerarquía. En la cúpula de la pirámide, instituciones venerables e implacables como el Viejo, otrora eminente cirujano, ahora un simple carnicero senil que se comporta como el señor feudal que rige los destinos de cada uno de los pacientes, guiándose únicamente por sus propios intereses personales. En el escalón inferior, estudiantes de Medicina como el protagonista principal, el doctor Suguro, que hacen sus prácticas y, sobre todo, obedecen, cumplen órdenes que llegan desde arriba, cerrando sus ojos y sus conciencias.

Es admirable la economía y eficacia con la que Endo traza este retrato de un espeluznante microcosmos médico, sin que le resulte necesario recurrir al menudeo de detalles sórdidos que escalofríe al lector cada página, pues para conseguirlo le basta con recurrir a una técnica de acercamiento progresivo al escenario y los protagonistas, a partir del uso de varios narradores en primera y tercera persona. El primero de ellos, un paciente de la consulta privada en la que el huraño doctor Suguro parece ocultarse del mundo y de sí mismo al final de la guerra, sirve como introductor al enigma de ese médico atormentado que nunca reclama el pago de sus tratamientos a los enfermos que visita. A partir de ahí, en los capítulos siguientes, el autor nos permite acceder a la conciencia de Suguro y sus cómplices en las atroces vivisecciones realizadas a prisioneros norteamericanos en los quirófanos del hospital. Con pulso firme y delicado elabora la biografía previa de cada uno de los implicados en ese crimen enmascarado de pretensiones científicas que se comete a las tres de la tarde, en la persona de un ser humano indefenso, sedado con éter y atado a una camilla. Creo que gracias a ese bosquejo personalizado de la conciencia de los jóvenes doctores y la enfermera ayudante (en mi opinión, el de esta mujer frustrada y estéril es el tramo más logrado de la novela), Endo construye la taxonomía de miedos, ambiciones y odios que les llevan a asistir y participar en un asesinato, disfrazado de intervención quirúrgica.

Una obra demoledora que nos pone en contacto con los instintos más bajos del hombre, capaz de comerse el hígado del enemigo por diversión o simple curiosidad, y que nos hace comprender cómo en muchas ocasiones el progreso científico es un simple pretexto tras el que se oculta un afán insaciable de destrucción.

Patricia Esteban Erlés

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