la casa de convalecencia

Opinión:

La casa de convalecencia  es la primera novela de su autora, con la que consiguió ser finalista en el Guardian First Book Award 2011.

Se trata de una obra de personajes, la mayoría de los cuales son dibujados con esmero por la autora, que los observa meticulosamente en sus relaciones en esa especie de submundo, un entorno cerrado y aislado como es el sanatorio Suvanto. Tal es el tema de la novela: la conducta de una serie de personas aquejadas en mayor o menor medida por la enfermedad, unos del cuerpo, otros del alma. Un mundo que, a fin de cuentas, no es más que un reflejo del exterior.

Los diálogos son breves y entrecortados con continuas acotaciones acerca de cómo se siente el hablante. Esto, en ocasiones, ralentiza en exceso la narración y el ritmo se resiente. Puedo comprender que sea éste un efecto buscado por la autora con el fin de materializar el lento paso del tiempo en una institución de salud donde los enfermos están internos durante meses o años, pero el lector sufre las consecuencias de un desarrollo de los hechos excesivamente retardado, mientras devora páginas y páginas en las que apenas acaece nada relevante. De hecho, no es sino hasta los últimos compases del libro cuando sucede algo de verdadero interés, que ahora sí capta la atención del lector. No obstante, temo que esos eventos de la trama, que enganchan y facilitan llegar al final, aparecen demasiado tarde.

En cierto modo, parece una novela coral, donde hay muchos personajes y, exceptuando a la enfermera Sunny Taylor, nadie parece alzarse con el papel protagonista. De este modo, se diluye tanto la trama que uno no sabe bien en quién debe fijar mayor atención, porque es quien dará la sorpresa en cualquier vuelta de página. El personaje de Julia Dey está perfectamente caracterizado, así como el de la enfermera Sunny Taylor. Pero hay un elemento que pesa aún más que ellas: el entorno natural, que juega aquí un papel primordial. Son constantes las referencias al hermoso paraje en que se halla enclavado el sanatorio, como si el mundo no alcanzase más allá. Hermosas descripciones de la naturaleza, algo que parece inevitable y además es ya casi una constante en novelas ambientadas en la península escandinava. Los cambios de estación, con ese deshielo que deshace la energía y la positividad; el clima y todo lo que rodea al enclave del sanatorio son factores decisivos en la vida y también en la muerte de los personajes, quienes, pese a sentirse seguros en el interior de la residencia, parecen depender por entero de las fuerzas de la naturaleza.

El tono nostálgico en que se desarrolla la narración envuelve la historia en una atmósfera de tristeza siempre presente a pesar de las frecuentes escenas pintorescas entre las internas del centro. En ese contraste entre lo grotesco y lo trágico, creo que bien equilibrado, podemos encontrar uno de los encantos de la novela. 
  
José Antonio Carbonell Pla