El esclavo de la rosa 1

Opinión:

"El esclavo de la rosa" es una bilogía que acaba de presentarse en sociedad después de años de trabajo con guión de Javi Cuho (Las horas perdidas) y la dibujante gallega Van Durán.
 
Es la primera vez que leo un comic yaoi u homoerótico. Sí, contiene un par de páginas explícitas, pero la verdad es que la editorial lo destina a mayores de dieciocho años. Que luego los más jóvenes lo busquen o que haya una mayoría de chicas que lo compren sólo habla de la curiosidad personal de cada uno. Si fuera abusivo no me habría gustado.
 
Para ser franca, me ha encantado. Hay calidad en la historia, y hay Historia, y está ambientado en la Historia. Esta conjunción de Historia* + Historia + calidad de la trama me ha convencido, he disfrutado la novela gráfica y me he quedado con unas ganas tremendas de leer la segunda parte. 
 
Una cosa esencial para que algo funcione es que haya * historia, un argumento férreo, unos personajes bien perfilados, con sus caracteres, su pasado, sus fobias y sus filias... y que el autor sepa armarla con calidad. Da igual si es novela o novela gráfica, estos datos son los que hacen algo bueno, mediocre o malo. "El esclavo de la rosa" lo tiene. Javi Cuho ha armado una trama consistente y ha conseguido con la complicidad de Van Durán unos personajes clarísimamente diferenciados. Tanto entre líneas como en el dibujo, a Hans se le ve la delicadeza, al conde (su tío) se le nota la soberbia y el rencor por un secreto del pasado y el tormento, a la condesa se le ve la altivez, al joven Ben (enamorado de Hans) se le aprecia lo que empieza a ser una obsesión, y a la liberada Marie le desborda la tristeza... No sólo ellos. Muy atractivo (¡gracias Van Durán!) y útil en la historia es André, el hermano de Ben, y de hecho puede observarse que no se ponen personajes de paja, que todos tienen su motivo de existencia; de una delicadeza exquisita Magnus, el padre de Ben, cuando en la historia nos llevan al pasado para evocar cierto momento importante de la vida de éste y su hermano... y así todo. Son personajes creados con mimo, dotados de personalidad, creíbles.
 
La verdad es que ha sido como leer uno de esos viejos folletines de amor que al estar ambientados en la Francia del s. XVIII le dan un toque muy atractivo. Podemos observar cómo el talento de Hans es real, cómo sus sospechas tienen una base, y eso nos agarrará como lectores. Tanto que cuando llegas al final te da rabia no tener la continuación. Cuho nos deja con la miel en los labios.
 
Anika Lillo