lo que se de los vampiros

Opinión:

Hay un adjetivo que suelo utilizar con frecuencia de manera cariñosa -y supongo que de modo gratuito e inadecuado- con mis amigos y la gente que quiero y este es: ENCICLOPÉDICO. Mis abrazos son enciclopédicos y los besos que envío por email o por sms también. Para mí, es sinónimo de algo muy fuerte, denso, poderoso, con mucha enjundia pero a la vez hermoso y enriquecedor ya que sirve para dar mayor solidez a una amistad, para enlazar con más fuerza los afectos.

Al terminar de leer "Lo que sé de los vampiros" éste fue el primer calificativo que se vino a la cabeza para definir esta novela: enciclopédica. Aquí el adjetivo tiene matices diferentes aunque tampoco demasiado.

Efectivamente, se trata de un texto de gran solidez, monumental, de una enorme densidad -pero de esa que no molesta ni nos hace resoplar a la par que decimos: ¡Qué coñ…!-, excesivamente condimentada y como consecuencia de pesada digestión -similar a la que se experimenta tras una cena excelente y muy suculenta en la que prácticamente nos hemos hinchado de comer- … lo dicho: una obra tan ambiciosa como enciclopédica.

Algunos incluso confundirán la ambición del autor por hacer una obra total con la pretenciosidad, algo de lo que, pienso, la novela carece por completo. En todo caso, se trataría de esa pretenciosidad del que tiene las ideas claras y hace y se atreve a escribir exactamente la historia que quería hacer o que tenía en su cabeza desde un principio, pero nada más.

Hay un acierto además en el dibujo de los personajes principales -Martín, Weldone, etc- que aparecen con un enorme atractivo para el lector. De algún modo, Martín me recordó a "Barry Lindon" (al del film de Kubrick), un tipo con vocación de perdedor pero en cuyo fracaso personal hay algunos triunfos también.

Hace algún tiempo, en el foro de Anika Entre Libros, se planteó el dilema de si la buena literatura era aquella que exigía un esfuerzo por parte del lector. Muchos se mostraron de acuerdo con esta afirmación; sin embargo disentí absolutamente: ¿Por qué había que sufrir cuando en teoría leer es una afición, algo que se hace por placer? Con el tiempo, y a raíz de la lectura de una serie de libros, me replanteé mi postura ya que es cierto que hay novelas que exigen un esfuerzo por parte del lector y que es precisamente en esta dificultad en donde reside el encanto o la belleza de estos textos. "Lo que sé de los vampiros" es un ejemplo claro que confirma esta regla. Se disfruta porque un libro difícil, que exige una gran concentración, en el que el lector no es sólo un ente pasivo sino que debe reflexionar sobre lo que se le está contando.

Lo más importante de todo es que Casavella intenta hacer una novela histórica distinta, algo que tiene poco que ver con Pérez Reverte y similares. Aquí el marco histórico está al servicio del argumento y no al revés. De igual modo, la historia no un mero adorno o paisaje escénico sino algo que nos invita constantemente a la reflexión. En ese sentido, el autor va planteando a lo largo de la narración cuestiones filosóficas de profundo calado (La ley de los vampiros, por ejemplo) o nos hace reflexionar acerca de temas tan interesantes como la sinrazón de La Razón, manifestada en todo el episodio dedicado a la Revolución Francesa.

Joseph B Macgregor