Anika entre libros

Dios es una dama con moño

Ficha realizada por: Joseph B Macgregor,Javier Pérez
Dios es una dama con moño

Título: Dios es una dama con moño
Título Original: (Dios es una dama con moño, 2008)
Autor: Isabel Camblor
Editorial: Planeta
Colección: Autores Españoles e Iberoamericanos


Copyright:

© Isabel Camblor Rodríguez, 2008
© Editorial Planeta, S.A., 2008

Edición: 1ª Edición: Enero 2008
ISBN: 978840807716
Tapa: Dura
Etiquetas: humor tragicomedia dios satanismo secta costumbrista intriga literatura española investigación cementerio
Nº de páginas: 254

Argumento:


Julia, joven treintañera madrileña que trabaja como maquilladora en unos estudios de televisión (concretamente, para Perico, el petulante presentador de un reality show tipo El diario de Patricia), descubre la foto de una mujer asesinada en el bolso de Paloma, su jefa, con la que no se lleva demasiado bien.

Aparte de eso, Julia debe enfrentarse diariamente con una serie de personajes de lo más surrealista que pululan por su vida: su propia madre, que dice tener poderes para contactar con los espíritus -especialmente con el de su marido fallecido y con el de San Blas-; Loreto, su sobrina, aficionada a lo gótico, lo macabro y a la música de Marilyn Manson; Mauro, el novio de ésta, un joven poeta que se dedica a crear epitafios que con los que comercia; Nieves, una amiga que "trabaja" posando como estatua viviente por las calles de Madrid; su cuñada Mirinda (madre de Loreto) que sufre una cambio de personalidad - ahora es mucho más simpática - gracias a los efectos producidos por un reconstituyente nutricional; Mati, otra amiga que vive obsesionada por Patricio, una amigo común fallecido; o Loli, una extrovertida limpiadora de los estudios de televisión, cuyo marido ha desaparecido "misteriosamente".

Con ayuda de Nieves - cuya condición de estatua viviente le permite hacer las veces de espía en el Cementerio de la Almudena - y Mirinda - que se transforma en una peculiar y eficaz detective-, Julia investiga a Paloma, su jefa, ya que sospecha que es líder de una secta satánica, que utiliza el cementerio como escenario para realizar sus macabros rituales. Además, parece ser que su sobrina Loreto es víctima de un complot por parte de Paloma y Mauro, su novio, y que -si nadie lo remedia- la chica se convertirá en la próxima víctima de la secta. 

 

Opinión:

 

Joseph B Macgregor

Al terminar "Dios es una dama con moño", no sabía bien si había leído la tragicomedia de una mujer atrapada en un mundo de farsantes o si por el contrario se trataba más bien de la crónica, descrita también en tono humorístico, de un treintañera que se niega a creer en la Magia de la vida. Sea lo que sea, lo que sí está bastante claro es que nos encontramos ante una comedia costumbrista pura y sin ambages: naturalidad en los diálogos y en la narración de los acontecimientos, descripción de una serie de ambientes urbanos, personajes peculiares y reconocibles en nuestro entorno más cercano, sumo cuidado en cada uno de ellos se exprese según su condición social (impagables, en este sentido, las conversaciones entre Julia y Loli, la limpiadora) etc.

En la información que aparece en las solapas del libro se remarca mucho las posibles influencias del cine de Almodóvar de esta novela; supongo que esto tiene que ver tanto con personajes que aparecen a lo largo de la narración como con las situaciones que protagonizan. Desde mi punto de vista, esto puede ser cierto aunque a mí esta novela me recuerda a más a sus discípulos o imitadores. "Dios es una dama con moño" tiene mucho más que ver, pienso yo, con el universo de Félix Sabroso & Dunia Ayaso (concretamente con "Descongélate", "El grito en el cielo" o la serie de televisión "Mujeres") o con el Javier Rebollo de "Marujas asesinas". En cualquier caso, se trata de una novela alocada, repleta de situaciones surrealistas, salidas de madre y muy cinematográfica, que presenta además a una protagonista, la maquilladora Julia, mujer nerviosa y algo acomplejada, superada en todo momento por los acontecimientos con los que se obligada a enfrentarse.

Durante bastantes páginas, Isabel Camblor se dedica a describir a los personajes, sus problemáticas y anécdotas cotidianas, de tal modo que durante mucho tiempo no sabía hacia donde iba la narración debido a la falta de un conflicto concreto que la hiciera avanzar hacia algún punto. En los primeros capítulos, se plantea un hecho que parece que va a tener alguna importancia poco después: el descubrimiento por parte de Julia de la foto de una mujer recientemente asesinada en el bolso de su jefa. Este apunte se abandona en los capítulos posteriores para ser de nuevo retomado en los últimos y resolverlo finalmente de modo algo atropellado, aunque en realidad sea el momento más divertido con diferencia del libro.

Todo esto me hace pensar que quizá para Camblor no sea demasiado importante la trama sino describir a una serie de personajes bastante peculiares o extravagantes, reflejar una serie de ambientes (el de una cadena de televisión privada, por ejemplo) con sus zancadillas, "trepas", intereses creados, programas basados en la mentira o manipulación de la audiencia, etc., o aspectos que están a la orden del día (la "moda" de lo esotérico, las relaciones sentimentales a través de Internet).

Aunque es muy posible que para la autora lo primordial sea Julia, su heroína que, como una suerte de Alicia treintañera, debe aprender a sobrevivir en un mundo que no entiende, repleto de seres extraños o surrealistas. Además, nos la presenta como una mujer joven pero que se siente vieja porque el mundo parece que va más rápido que ella. Piensa que hay muchas cosas que no entiende o se le escapan, por lo que se siente desplazada o fuera de onda. Se consigue así un personaje con el quien el lector / a de treinta años para arriba se sentirá bastante identificado sin duda alguna.

En definitiva, una novela entretenida, repleta de momentos divertidos, y con un personaje principal bastante bien dibujado y creíble (Julia) con el quien uno no puede evitar encariñarse.

Joseph B Macgregor

 

 

Javier Pérez (Strahler)

Cuando se habla de novelas que tratan el margen de la vida se suele pensar en personajes asociales, o en escenarios de enfrentamiento entre clases, culturas o modos de vivir. Este libro, sin embargo, se adentra en las rarezas de la vida cotidiana de esas personas, que podemos ser cualquiera, que llenan su vida de rarezas a fuerza de pensar y de moverse al borde de lo común. El margen de la vida lo constituyen aquí los hechos improbables que se acumulan, uno tras otro, hasta crear una trama en la que todo conspira para evitar lo sensato.

Si el humor es, como dicen, una desubicación de la lógica, estamos ante una pura novela de humor. Los personajes de este libro son perfectamente reales, y sus vidas perfectamente prosaicas, pero fuera de sitio, con extremos de caricatura inducidos por sus motivaciones, sus soledades y sus miedos. Cuando nos reímos con Isabel Camblor, y nos reímos mucho, nos reímos también y sobre todo de nosotros mismos, de nuestras angustias y de este mundo actual en el que todo se acelera hasta el punto de convertirse en borroso y casi inaprehensible.

Seguramente otro autor hubiese abordado el mismo tema, y acaso la misma historia, en clave de tragedia. Y hubiese funcionado igual, porque los hechos tienen un fondo trágico, pero el enfoque humorístico con que la autora ha preferido enfrentar las realidades dolorosas de sus personajes nos obliga paradójicamente a tomarlas más en serio.

Una filóloga metida a maquilladora de televisión por aquello de que comer no es una opción, se encuentra, en el bolso de su jefa, la foto enmarcada en negro de una mujer recién asesinada y sospecha que algunas personas de su entorno laboral y personal están envueltas en rituales satánicos. Su sobrina, una adolescente gótica y siniestra, podría ser la siguiente víctima y la maquilladora pone en marcha una investigación para detener a los criminales. El equipo de acción lo formarán ella misma, su madre, que habla con el abuelo muerto en largas sesiones de ganchillo y espiritismo, una mujer de la limpieza de la tele y una amiga que se gana la vida como estatua viviente en el Retiro. El resto, inimaginable, es mejor leerlo.

Si le gusta Eduardo Mendoza, con sus locos geniales, o Tom Sharpe, con sus desatinos constantes y demenciales, le gustará Isabel Camblor, con su divina señora con moño, y sus vidas inverosímiles pero reales. La realidad, para serlo, debe ser eso. Fuera de ahí sólo hay BOE.

Javier Pérez

 

 

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