Anika entre libros

La Regenta

Ficha realizada por: Lidia Casado
La Regenta

Título: La Regenta
Título Original: (La Regenta, 1884)
Autor: Leopoldo Alas Clarín
Editorial: Penguin clásicos
Colección: Penguin clásicos


Copyright:

© Gregorio Torres Nebrera, por la introducción, edición y actividades, 2005

© J.M. Ollero y Ramos Distribución, S.L., por la colección Clásicos comentados

© Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U., 2005

Edición: 1ª Edición: Febrero 2018
ISBN: 9788491050179
Tapa: Blanda
Etiquetas: religión clásicos amor belleza costumbrista mujeres literatura española novela realismo siglo XIX seducción religiosos clásicos modernos infidelidades envidia desamor condición humana fanatismo religioso decimonónica doble moral naturalismo hipocresía Don Juan
Nº de páginas: 1024

Argumento:

Ana Ozores no es mujer feliz. A pesar de tener muchas de las cualidades (posición, belleza y juventud) que hacen que sea envidiada por toda Vetusta, la Regenta no logra encontrar su lugar en el mundo. Necesitada de afecto desde la misma infancia, se debate entre momentos de religiosidad extrema y los trastornos físicos y psicológicos que se derivan de esa falta de amor. Ejemplo de rectitud y bondad, toda Vetusta conspirará para hacer que caiga de ese pedestal en el que ellos mismos la han colocado. Por eso, y dada la inclinación que sienten hacia ella tanto Álvaro Mesía, el donjuán de la ciudad, como Fermín de Pas, el Magistral, toda la sociedad que la rodea maniobrará de un lado o del otro hasta verla ceder y convertirse en una más.

 

Opinión:

 

Aprovechando las recientes reimpresiones de Penguin Clásicos, me he propuesto leer de forma continuada "Anna Karénina", "La Regenta" y "Madame Bovary" con el propósito personal de comparar las tres grandes novelas clásicas que indagan sobre la mujer y el adulterio. Tras la reseña de la primera de ellas, comencé la lectura de la segunda y pronto empecé a ver semejanzas y diferencias entre una y otra.

La primera semejanza es obvia: el tema de fondo; aunque el tratamiento de uno y de otro no tiene nada que ver. Si en la primera es la protagonista la que no puede evitar enamorarse de Vronski y decide con libertad emprender una nueva vida con él, alejándose de su marido, en "La Regenta" la protagonista no tiene tanta libertad ni para amar ni para elegir. Sí es cierto que las dos parten de la base de un matrimonio desigual con un hombre bastante mayor que ellas que no satisfacen sus expectativas (en el que caso de Ana Ozores, Víctor Quintanar es más un padre que un marido y mantiene con ella una relación tan casta y protectora como lo haría un progenitor), pero mientras Anna se deja llevar por el amor y la pasión que Vronski despiertan en ella, Ana (y obsérvese la coincidencia de ambos nombres) pone freno constantemente a la atracción que siente por Mesía desde que antes de casarse.

En este sentido, cabe señalar que conocemos muchísimo mejor a Ozores que Karénina. Clarín dibuja con todo lujo de detalles el perfil infantil, social, psicológico, espiritual e íntimo de la Regenta. Por eso sabemos de dónde le viene la falta de amor y el temor extremo a los juicios de los demás. También descubrimos las causas de sus "crisis" y su debilidad emocional y las razones por las que se agarra a la religión como tabla de salvación frente a la sociedad pero también frente a sus propios terremotos emocionales. Como señala Gregorio Torres Nebrera en las actividades en torno a la novela que aparecen al final de la edición de Penguin Clásicos, Ana se debate constantemente entre sus sentimientos y apetencias íntimas y sus deberes morales sociales, lo que hace de ella un claro ejemplo del "carácter indeciso" de Hegel. El autor retrata de forma magistral ese modelo conductual y no solo lo hace visible al lector, sino que también nos permite compartir emociones y sensaciones con la gran protagonista de su obra.

La sociedad española tampoco tiene mucho que ver con la rusa, aunque ambas obras canónicas de la literatura universal coinciden en hacernos un retrato exhaustivo de una y otra. Si Tolstói lo lleva a cabo con una clara inclinación ideológica pero con cierta objetividad, Clarín no tiene piedad alguna y se burla y se ríe de los personajes una y otra vez. Es mordaz, irónico y hasta cruel que algunos de ellos pero, al final, la lectura que he realizado de ello es que les paga con su propia moneda: no les juzga más que como ellos juzgan y tratan a quienes les rodean.

El autor zamorano afincado en Oviedo presenta así una asfixiante sociedad provinciana que no permite que nada ocurra no ya sin su conocimiento, sino sin su consentimiento. Por eso no solo juzgan, sino que conspiran y censuran a su antojo hasta moldear a cualquiera que no sea como ellos a su imagen y semejanza. Clarín retrata (y lo hace de forma magistral) la vida de provincias y censura los círculos cerrados en los que se organiza. Expone sin piedad a los ojos del lector la hipocresía y la falsa moral de los miembros de esa sociedad, como también hizo Tolstói en su "Anna Karénina". Una hipocresía que se aplica a todo los aspectos de la vida (no hay más que ver el comportamiento de toda la sociedad con el caso de Santos Barrinaga, el alcohólico que acusa al Magistral de todos sus males, acusación que la sociedad apoya sin ningún tipo de problema pero al que tampoco nadie tiende la mano para intentar sacarle de su situación; se juzga pero se no actúa, se critica pero no se hace nada por tratar de cambiar realidades), incluida la distinta visión de las actitudes de hombres y mujeres que mantiene tal sociedad (al menos, de puertas hacia afuera).

Tampoco se queda atrás en la crítica al clero y a la iglesia. No entra tanto en ideologías o creencias pero sí que se ceba con las actitudes (y quizá también con las aptitudes) de los encargados de difundir y mantener tales creencias. Clarín critica aquí la doble moral que también mantienen los vetustenses en este sentido y pone el acento en su falsa beatería o en una religiosidad que se ocupa más de las apariencias que del auténtico sentimiento religioso o espiritual. Pero siempre sin pasarse, eso sí. Por eso la atracción del Magistral por la Regenta, ese amor beato que le profesa, causa tanta expectación en Vetusta: esa doble moral también tiene algo de envidia y de desear el mal ajeno y, sobre todo, de ver caer a quienes son tomados como ejemplo de virtud y conducta (como ocurre con el propio Fermín de Pas y con Ana Ozores: el pueblo los ensalza y el pueblo los vilipendia).

Respecto a la edición de Penguin Clásicos, he de señalar que tanto la edición como las notas y los estudios preliminares y posteriores que podemos encontrar en el ejemplar que ahora reseño, firmados por Gregorio Torres Nebrera, no son solo interesantes sino que ayudan a comprender y completar el vastísimo universo creado por Clarín.

Así pues, por temas propuestos, por estilo, por intención y por la capacidad para crear (o recrear) una sociedad tan compleja y completa como la de Vetusta, nos encontramos ante una de las novelas cumbre de la Literatura Española por méritos propios. Una novela que merece ser degustada con calma y sosiego para visitar con el tiempo que merece cada uno de sus rincones, conocer a cada uno de sus 150 personajes (según detalle Torres Nebrera en las actividades finales) y captar la intención final de esa sociedad reducida a 1.000 páginas con la que Clarín pretende que reflexionemos sobre la condición humana y la pugna constante entre lo individual y lo colectivo, lo personal y la sociedad, la imagen exterior y los tormentos interiores que a todos nos hierven por dentro.

Lidia Casado

 

 

 

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