Anika entre libros

diez pequeños indios

Ficha realizada por: Patricia Esteban Erlés
diez pequeños indios

Título: diez pequeños indios
Título Original: (ten little indians, 2003)
Autor: Sherman Alexie
Editorial: Xordica


Copyright: Traducción de Daniel Gascón
1ª Edición, 2011 ISBN: 9788496457577
Etiquetas: autores conflicto cultural escritores estadounidenses indio indios americanos literatura americana literatura estadounidense literatura norteamericana norteamericanos otras culturas sociología

Argumento:

Nueve magníficos relatos protagonizados por indios spokane, una  tribu nativa que se hallaba asentada en la zona de Washington. Todos los cuentos se ambientan en pleno siglo XXI y reflejan en muchas ocasiones el choque frontal del indígena con otras razas, así como los problemas que implica la búsqueda y recuperación de la propia identidad.

Alejado de la solemnidad de otros textos que abordan la interculturalidad, Sherman Alexie logra un libro redondo, cargado de sentido del humor y de personajes inolvidables.

Opinión:


Tendría serios problemas si me planteara elegir cuál es mi relato favorito de Diez pequeños indios. Difícil seleccionar uno o dos de estos cuentos, porque una se queda con la sensación de que cada una de las historias de Sherman Alexie era necesaria, imprescindible, para conseguir un volumen tan cerrado y perfecto como este. Pocas veces sucede que un libro de relatos no flaquee en algún momento, no sufra ligeros vaivenes en la calidad o el sentido de las narraciones. Esta es una de esas veces. Alexie rinde homenaje a un pueblo antiguo, al puñado de indios spokane oriundos de Seattle que se enfrentan en pleno siglo XXI al problema de su identidad devastada y de la relación permanentemente conflictiva con otras razas en una tierra que  les fue arrebatada por el hombre blanco. Los nueve pequeños indios del libro viven al margen de la reserva, que sienten como una especie de parque temático, de Disneylandia. Se saben parte de una raza de individuos hermosos, inteligentes y llenos de orgullo, sentimentales y humorísticos a la vez, pero obligados a adaptarse a una sociedad moderna, aunque se resistan a abandonar del todo sus tradiciones y creencias. Así sucede, por ejemplo, en el primero de los relatos, Motor de búsqueda, donde la muchacha protagonista, una spokane que cursa estudios universitarios, descubre en una biblioteca un poemario firmado por otro indio de su tribu, un hombre misterioso que parece haberse evaporado y del que empieza a seguir los pequeños rastros difusos que ha ido dejando aquí y allá, hasta dar con él. Las referencias a Homero y Ulises jalonan esta odisea en miniatura que es una búsqueda de las propias raíces y de la propia literatura, del modo de sentir y decir de una raza extraordinaria, también de sus héroes vencidos y las esperanzas que quedaron esparcidas, como ese montón de libros abandonados en un callejón y condenados a no ser leídos por nadie al que en un momento dado se refiere el autor perseguido por la joven Corliss. Hay una lección devastadora que se intuye en la charla de los dos personajes, una rendición por parte del indio que soñaba con ser escritor y todavía una esperanza, una resistencia conmovedora en el gesto final de la tenaz muchacha que ha rastreado sus pasos.

En Liga de abogados, el personaje principal es un mestizo, de sangre india y negra, un joven cerebral y ambicioso que quiere hacer carrera en política y rechaza por ello a una mujer blanca por la que se siente atraído. Sin embargo, muy poco tiempo después, durante un partido de baloncesto de la liga de abogados en la que le han invitado a participar, su naturaleza competitiva y orgullosa le lleva a hacer alarde del poder físico de su raza ante un jugador blanco. En esta ocasión el personaje es incapaz de mantener fría la mente y de decidir en virtud de lo que más le conviene. La confrontación violenta del rival que busca ganar en ese juego que es un simulacro de la vida supone la antítesis  del alejamiento racional y llevado a cabo con toda cortesía de la chica blanca con la que quizás podría haber sido feliz, pero de la que le separa, ante todo, una infranqueable barrera racial y sus propios intereses políticos. En cualquier caso, este relato pone de relieve que todavía existen abismos difíciles de salvar tanto en las relaciones personales como profesionales que se dan entre hombres y mujeres de diferentes culturas.

Muy distinta es la tesitura del inquietante ¿Puedo conseguir un testigo?, historia marcada por la psicosis del 11 de septiembre y en el que un atentado kamikaze cometido por un fanático le brinda a una mujer india profundamente insatisfecha la oportunidad de fantasear con una huida de su propia vida, presenciada por un único testigo: el hombre blanco al que ha conocido en medio de la catástrofe. El espíritu libre de su raza parece incitarla de forma irremediable a escapar, a librarse del lastre de un matrimonio y una maternidad decepcionantes, de un marido y unos hijos empeñados en camuflarse en la masa de americanos aburridos y patriotas.

De No entres dócilmentecabe decir que es sin duda el relato más conmovedor del libro. Una historia en la que una joven pareja de indios observan, desesperados, la agonía de su bebé tras un trágico accidente doméstico. Sin embargo, en contraste con la actitud derrotista de los padres blancos que se encuentran en su misma situación, los spokane encuentran la manera de invocar a su espiritualidad gracias a un objeto talismán (no revelaré cuál, porque en ello recae, precisamente, parte del humorismo contrapuntístico del cuento) y consiguen espantar a la muerte, no entrar dócilmente en su recinto, arrancar a su hijo de sus garras avariciosas.

Patrones de vuelo incide de nuevo en el tema de la familia, tan importante para una sociedad tribal como la de los spokane. El narrador es esta vez un varón indio, un hombre de negocios felizmente casado y padre de una niña que sale temprano de casa camino del aeropuerto y coge un taxi. El conductor es un africano que le pone al corriente durante el trayecto de sus dificultades para adaptarse a la vida en Norteamérica. Las diferencias que se perciben entre uno y otro, hombres de edades similares y gran preparación académica, evidencian que existen otras culturas todavía más desfavorecidas que la de los nativos indios. 

En La vida y los tiempos de Estelle Walks Above (Estela camina sobre...) se rinde tributo a la figura excéntrica de una mujer spokane. Con un tono humorístico el narrador se retrotrae a su infancia y adolescencia, vivida a solas con su madre tras la espantada del padre, al que ambos  se refieren siempre como Tanto Tiempo. El carisma de esta mujer india, su inteligencia y agudeza, la modernidad con que afronta el cambio de los tiempos y se adapta a ellos son descritos con admiración y ternura por su hijo, quien salpica de anécdotas desternillantes la evocación de una adolescencia anómala, con una madre dispuesta a comprenderlo todo. Es, en definitiva, la historia de una extraña pareja, de un dúo extraño que hace sonreír todo el tiempo, incluso en ese cierre que les muestra a los dos su propia vulnerabilidad.

¿Sabes dónde estoy? relata la apasionada historia de amor de dos jóvenes indios, amantes de la literatura, entregados el uno al otro desde la época de la universidad. Ambos tienen conciencia de su belleza e inteligencia y de la de su pareja, y disfrutan del sexo y los libros en los dorados años de su juventud, cuando todo parece estar al alcance de sus manos. Sin embargo, un incidente tonto en los días finales del último curso desencadena la primera mentira, la primera deslealtad entre ambos y está a punto de suponer el fin de la historia de estos dos príncipes spokane. Este me ha parecido un cuento extraño, porque desafía las leyes tácitas de cualquier decálogo o poética y abarca un lapso de tiempo amplísimo, el de toda una vida en común, con sus aciertos y errores. Pero da igual, ni siquier chirría o deja de suponer un acierto esa decisión narrativa, gracias al pulso firme y la intuición de Alexie. Desgarrador el momento en que los dos personajes deben enfrentarse a una segunda traición y aprender a sobrevivir después de ella. Un relato en el  que ninguno de los personajes cumple con sus expectativas y que ni siquiera por eso pierde un ápice de grandeza.

En las dos últimas narraciones, Redimiré lo que empeñastey ¿Qué fue de Frank Snake Church?se traza la ruina física y moral de dos spokane, dos hombres que perdieron el norte en un momento determinado y que de alguna manera buscan el camino de vuelta, la redención. En el primero de los dos, un indio sin hogar, alcoholizado, descubre por azar en el escaparate de una tienda de empeños el traje de fiesta de su abuela y comprende que debe recuperarlo, cueste lo que cueste, si desea estar en paz consigo mismo. La búsqueda del dinero que le pide el prestamista exacerba su naturaleza cazadora y el indio la asume como una prueba, un rito que vuelve a conectarle con sus ancestros y su orgullo tribal. Las veinticuatro horas que dura ese tour de force del indio y sus fantasmas son narradas a través de su propia voz y así entendemos que el choque continuado de la voluntad y la propia debilidad son, en ocasiones, obstáculos imposibles de vencer.

Por su parte Frank, el frágil y sobrenatural jugador de baloncesto que a la muerte de su madre decide enterrar su prometedor futuro como estrella de la NBA con ella, es el último de los personajes entrañables con el que nos encontramos en Diez pequeños indios. Un ser tan unido a sus padres, tan solo en el mundo, que cuando los pierde inicia su particular descenso a los infiernos. Vigoréxico, anoréxico, obsesionado con jugar al baloncesto todo el tiempo que le permitan sus cuarenta años, Frank intenta buscar un sentido a su vida, rendir homenaje a su familia aunque ese gesto  conlleve la propia autodestrucción. Una de esas criaturas entrañables y desnortadas que Sherman Alexie dibuja tan bien, obligándonos a amar sus delirios, sus torpezas y pequeñas catástrofes personales.

Sospecho, para terminar, que justamente es el propio autor el décimo indio que completaría el título de su obra. Da la sensación de que estos cuentos tienen mucho de sus propias vivencias. Yo al menos me quedo pensando que el amor por el baloncesto, la necesidad de buscar un lugar en un mundo de blancos que robaron sus tierras dos siglos atrás, el arraigado sentido de la familia, el sentido del humor y la ternura que surcan las páginas de cada historia parecen formar parte de él. Gracias a su narrativa ágil pero al mismo tiempo reveladora como una luz diagonal que ilumina los momentos clave de sus relatos, Alexie logra que entendamos a los spokane, su particular universo, su lucha permanente, su dolor. Consigue trascender la narración, evocar un mundo diferente pero no hostil, por el que cuesta no sentirse atraído como lector.

Un feliz descubrimiento que hay que agradecerle a Xordica, la editorial aragonesa que decidió apostar por esta pequeña joya exótica.

Patricia Esteban Erlés

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