Ya no quedan junglas adonde regresar

Opinión:

Una obra multipremiada que se está adaptando al cine en una gran producción internacional.

Esta nueva edición con nota de autor celebra una obra imprescindible del noir español.

Carlos Augusto Casas nos entrega una novela negra feroz y poco convencional en "Ya no quedan junglas adonde regresar", una historia que rompe los límites de su género. Con un estilo narrativo ágil donde el diálogo y los giros inesperados cobran protagonismo, este autor patrio teje con maestría una historia de amor, violencia y venganza que deja una huella duradera.

En el fondo, esta novela destaca no sólo por su trama, sino por la riqueza de sus personajes. Lejos de los arquetipos típicos de la novela negra, los protagonistas y personajes secundarios pulsan con tal realismo y profundidad que se vuelven inolvidables. La historia sigue al Gentleman llamado Teo, un hombre mayor que espera desde hace tiempo la llegada de cada jueves, cuando se encuentra con Olga, una joven prostituta de la calle Montera. Sin embargo, lo que parece el comienzo de una historia sórdida rápidamente se transforma en algo mucho más inesperado: y es que a Teo no le interesa el sexo, sino el breve escape de la monotonía de la vida que él y Olga crean juntos, donde se transforman en personas diferentes, como en un sueño, casi irreales.

Pero la frágil paz entre estas dos almas se rompe cuando Olga es asesinada a sangre fría. A partir de ese momento, Casas sumerge al lector en un mundo impulsado por la venganza. Ahora, el Gentleman es un hombre destrozado que ya lo ha perdido todo, comienza a urdir un plan para matar a los cuatro abogados sospechosos del asesinato.

La fuerza de esta trama reside en el retrato de un criminal aficionado que se convierte en un auténtico asesino. Es un viaje crudo y brutal, y la transformación de este hombre maduro en vengador habla de la ferocidad de un hombre que no tiene nada que perder.

Sin embargo, amigo lector, esta novela es mucho más que una historia de venganza unidimensional. El autor combina hábilmente otras dos líneas argumentales, igualmente convincentes en su gravedad emocional. La inspectora Iborra, encargada de investigar el asesinato de Olga, está atormentada por su propia tragedia personal: su marido desaparecido, a quien sigue dejándole mensajes de voz, un desgarrador ritual de amor suspendido en el tiempo. Su búsqueda de respuestas en el asesinato refleja su lucha interna con la pérdida y el abandono.

Luego está la historia de Pedro Bustos, alias Herodes, un sicario que intenta escapar de su pasado. Su anhelo por una vida normal con su pareja Lidia y su hijo Daniel se ve constantemente eclipsado por los fantasmas de su historia criminal, un recordatorio de que la paz suele ser esquiva para quienes viven en las sombras. La forma en que Carlos entrelaza estas tres narrativas es perfecta, cada hilo mejora a los demás y profundiza la complejidad emocional de la novela.

El entorno, en particular la madrileña Calle de la Montera, es parte integral de la historia. Carlos pinta esta bulliciosa calle con un realismo vívido: las mujeres que venden sus cuerpos se destacan para quienes eligen verlas, pero permanecen invisibles para quienes miran deliberadamente hacia otro lado. La yuxtaposición de invisibilidad y cruda realidad es un testimonio del comentario de la novela sobre la ignorancia voluntaria de la sociedad. El bar donde se desarrolla gran parte de la acción se convierte en un mundo propio, que cobra vida gracias a la vibrante y locuaz mujer que lo regenta, lo que brinda momentos de ligereza en medio de la sombría narrativa.

La violencia sigue siendo un tema central y es verdad que este autor no evita las escenas explícitas que pueden desafiar a los lectores sensibles. La brutalidad no es gratuita, sino más bien un aspecto esencial del realismo oscuro de la historia. La inexperiencia inicial de Teo como asesino aumenta la tensión, mientras lo vemos tropezar en sus primeros actos de violencia, torpe pero decidido. Nuestro escritor es inquebrantable en su retrato, presentando la venganza no como un acto limpio o heroico, sino como un proceso desordenado y doloroso nacido de la desesperación.

Estamos ante una novela de una crudeza y originalidad inquebrantables que se suma al género policial. Con personajes inolvidables y una trama que desafía las convenciones, con una escritura que atrapa a los lectores.

La novela es una poderosa exploración del amor y la pérdida, con la violencia como el amargo hilo que los une. Es una lectura obligada para quienes buscan una novela policial que rompa con los clichés y desafíe la esencia misma de lo que significa sobrevivir en un mundo donde te arrebataron lo que en verdad te importaba.

Muy recomendada.

Violeta Lila