Anika entre libros

vida y hechos de arthur rimbaud

Ficha realizada por: Carlos Ferrer

Título: vida y hechos de arthur rimbaud
Título Original: (...)
Autor: Arthur Rimbaud
Editorial: Revista Poesía


Copyright: Nº 44, edición a cargo de Gonzalo Armero. ISBN: No definido
Etiquetas:

Argumento:

Biografía, merced a una profusa relación de documentos, cartas, poemas, fotos, del poeta Arthur Rimbaud.

Opinión:

La revista Poesía, en su número 44, ha dedicado un monográfico sin desperdicio sobre la vida y los hechos de Rimbaud, apoyándose en numerosos manuscritos, dibujos, fotografías, poemas y cartas de Rimbaud y de sus allegados, algunos de ellos inéditos y otros trasladados al español por vez primera. Jean-Nicolas-Arthur Rimbaud, lector y escritor precoz, cuyas composiciones poéticas escolares en latín dejaban entrever un talento y una pasión lírica inusitadas, sufrió una férrea disciplina materna, que, por ejemplo, le reprimió la lectura deLos miserables por impía. En aquellos primeros pasos, su filiación al romanticismo, a F. Villon y a Baudelaire, a Doré y a Granville, quedaba patente en sus cartas. Rimbaud se ahogaba en la vida provinciana de la Francia de fines del s XIX y contenía su malestar en la biblioteca de su ciudad natal, Charleville, la cual espoleaba su deseo de ser poeta y enriquecía su capacidad literaria. No estamos, pues, ante el poeta irreflexivo, inculto e inconsciente que la tradición, auspiciándose en el «malditismo», ha intentado transmitir y que las últimas aproximaciones biográficas han desmentido acertadamente. A su llegada a París, fue Paul Verlaine, siempre Verlaine, quien le introdujo en los círculos literarios, pero Rimbaud, conocedor de la tradición, se alejó de esta, ya que «las invenciones de lo desconocido reclaman formas nuevas». Entonces se gestó el mito Rimbaud, el adolescente, el bachiller, el asiduo a las bibliotecas daba paso al bohemio, al bebedor de absenta, al de la nada y la noche, al de la soledad y el silencio, que acabó cediendo su postrero aliento ante cirujanos y monjas en un hospital que destilaba a cloroformo. Este infante sublime, al decir de Verlaine, desertó no sólo de la marina colonial holandesa, sino del 47º Regimiento de la Armada francesa, conformando su estela de apátrida y de inquieto viajero empedernido, de ahí su sobrenombre de «el hombre de las suelas de viento». Este muchacho de 1’77 m. de altura, cara oval, barbilla redonda y ojos azules hasta el extremo se embarcó en un sinfín de viajes a lo desconocido con tintes de aventura, asqueado de aquel ambiente juvenil francés, ejerciendo oficios pintorescos y mimetizándose con su entorno y la lengua del lugar. La peripecia se trocó, en la zona del cuerno del África, en «sinsabores tan vehementes como absurdos en estos climas atroces», sobre todo en Adén, donde se percata de que «me he mareado rodando por el mundo sin resultados». Su vida errante entre fatigas y privaciones periclitó su existencia, pereciendo el 10 de noviembre de 1891 a las 10 horas en el hospital marsellés de La Concepción. De Rimbaud han bebido Claudio Rodríguez, la poesía más reciente de Gimferrer, la otredad de Paz, la ética de L. Mª Panero, Anibal Núñez, Ángel Guinda y tantos otros y es que este excelente monógrafico muestra quién fue Rimbaud y logra que el lector sea Rimbaud, al menos durante el tiempo en que se sumerja en su lectura.

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