Una habitación propia (Ilustrado)

Opinión:

Virginia Woolf es un referente de la literatura moderna vanguardista del siglo XIX, así como un modelo feminista vigente en nuestros días. Esta escritora británica, marcada por la inestabilidad emocional, ha sido autora de grandes novelas y relatos que, en su época, trataron sobre temáticas de gran relevancia y que actualmente todavía sustentan las bases de muchos discursos.

"Una habitación propia" recoge la transcripción de una serie de conferencias para mujeres que la autora ofreció en Newnham College y Girton College. En este ensayo, Virginia aborda la literatura desde el punto de vista femenino de un modo sensible, elegante, sencillo y reivindicativo.

Traducido por Jorge Luis Borges, la obra se convierte en una simbiosis de grandes literatos, la comprensión entre los mismos y el proceso escritor que incluye como ejemplos referenciales a personajes de la talla de Shakespeare, Jane Austen, las hermanas Brönte, excluyendo a Anne, o George Elliot, entre otros.  

Virginia toca diversas temáticas con ejemplos que ella misma ha experimentado o investigado para sustentar sus teorías, lanzando al aire preguntas que no llegan a ser respondidas y que permiten que el lector inicie un proceso reflexivo.

A partir de dichas meditaciones, nos demuestra lo difícil que ha resultado a lo largo de los siglos el ser mujer, tanto en algunos ámbitos, especialmente en el mundo de las letras, como en la vida social en donde incluso para asistir a una biblioteca debían tener un pase especial o autorización masculina. Del mismo modo, examina el proceso escritor con detenimiento, exponiendo el síndrome del impostor o la dificultad que conllevaba el plasmar e interpretar diferentes situaciones en el papel cuando sus experiencias femeninas eran limitantes.

Continuamente lanza grandes mensajes reivindicativos contra la dominancia del hombre, la dependencia económica, la restricción a las labores domésticas o la dificultad para acceder a la información. También, alude a la importancia de la educación de las mujeres, la libertad de expresión y la propiedad de sus derechos.

Indiscutiblemente lanza críticas hacia los hombres, siempre con un toque de humor e ironía de lo más sutil, nombrando a grandes representantes de la literatura y comparando su carrera con el de las mujeres, las cuales, en su mayoría debían usar pseudónimos para poder destacar, o si quiera ser publicadas, en el mundo de las letras.  

La voz de la autora es firme y decidida, sigue su propia corriente de pensamientos siendo fiel a sí misma y sus convicciones. Viaja de un punto a otro de un modo fluido, con un estilo muy personal en donde su alter ego tiene un protagonismo inigualable.

Aunque al principio cuesta un poco adentrarse, a partir del tercer capítulo el lector se adentra en el mundo de Woolf, en su mente y en su narración, se siente fluir con sus palabras y comprender hacia dónde se dirige con sus vagos y, a priori, desconectados pensamientos.

Acompañando al texto se encuentran las bellas y características ilustraciones de María Hesse quien, con delicadeza, plasma pequeños detalles en cada una de las páginas, así como representativos bocetos de personajes o escenas mencionadas en el discurso. Estos pequeños detalles hacen de la edición una delicia que debe ser incluida en cualquier colección.

Sin duda, se trata de una obra pionera, muy adelantada a su tiempo cuya finalidad es orientar y animar a las mujeres a levantar la voz y a luchar por sus derechos, a formarse y a decidir vivir sus vidas de forma libre. Un ensayo que si bien está enmarcado en un contexto social muy determinante y estructurado no deja indiferente al lector contemporáneo, dejando tras de sí memorables frases y grandes reflexiones.

Marisa Costa