Un filo de luz

Opinión:

En el mundo actual en el que vivimos, el Arte depende en gran medida de don Dinero. De hecho, podríamos arriesgarnos a decir que casi siempre o siempre ha sido así. Sin embargo, muchos lectores estarán de acuerdo con el hecho de que antes parecía haber un mayor abanico de originalidad y de que ahora, en cambio, se apuesta por lo seguro. Por consiguiente, sobre todo en el cine, constantemente vemos la aparición de "Remakes", miles de partes o secuelas. En el mundo de la escritura, por su parte, es más evidente cuando aparecen nuevas entregas de un mismo personaje o historia. Empero, hay que admitir que no por ello habría achacar a un escritor de falto de imaginación por ese hecho. A veces uno sólo quiere satisfacer a un público que no se cansa de un personaje. De hecho, es de admirar que el lector no se canse.

Precisamente eso se podría alabar de Andrea Camilleri. Con esta novela, Montalbano ha aparecido ya en 23 ocasiones, y todas ellas con gran éxito y recibimiento del público. Camilleri, director teatral y guionista, ha escrito otras novelas, pero sin duda es y será recordado por el detective Montalbano, nombre que sacó de Manuel Vázquez Montalbán, al que Camilleri siempre ha profesado respeto y admiración. Desde que saliera a la luz la primera novela en 1994, Camilleri ha entretenido a miles de lectores con este detective entrañable, liado con relaciones amorosas pero infalible a la hora de echarle el guante a los criminales. Su ironía y su ingeniosa e aguda inteligencia lo convierten en un personaje adorable y humano, muy cercano al simple ser humano que se ve incapaz de resolver rompecabezas complejos.

Como en anteriores entregas, la novela "Un filo de luz" empieza con un sueño premonitorio. Sin embargo, pese a que al lector le parezca un inicio vertiginoso, el desarrollo inical de la novela se producirá con cierta lentitud. Si bien sucederán cosas, y varias a la vez, quizá el lector padezca de una sensación de lentitud porque pasan cosas pero no parece pasar realmente nada. A lo mejor eso se produce porque uno espera "cosas gordas". Acostumbrado a todas estas películas y novelas negras con múltiples asesinatos brutales y rompecabezas imposibles de resolver, los casos presentados dan la sensación de ser "casos menores". A la vez, uno también tiene la sensación de una irrealidad que no entra mucho en juego con la Sicilia real que el narrador pretende mostrar. El amor de Marian hacia con el detective a lo largo de la novela no es nada creíble, aunque, al fin y al cabo, lo bonito de la ficción es inventarse cualquier cosa.

La novela gana en interés a medida que se avanza en la novela. Esos "casos menores" se hacen más complejos y eso atrae todo el interés, mientras que el amor cada vez toma un segundo plano, si bien siempre está presente, sobre todo cuando el sol se pone y Montalbano cavila junto al mar. El lector quizá se acabe encontrando con la imposibilidad de poder parar. Respecto a esto, hay que admitir la grandeza de Camilleri en presentar algo de forma lineal y crear tanta tensión, cuando es más costumbre provocar saltos temporales o vacíos de información. El final, en cambio, es algo flojo, aunque no del todo decepcionante tampoco.

El estilo es fluido y dinámico. Si algo destaca de la novela y facilita la agilidad en la lectura, eso es su estilo, sin duda. Tejido con expresiones coloquiales y propias de Sicilia que buscan captar la esencia de la isla, la novela está atestada de diálogos y cambios de escenario. Esto último seguramente viene influenciado por su pasado como director teatral. A lo mejor el lector se encuentra estudiando un caso, cuando en no muchos párrafos pasamos a otro caso o a sus relaciones amorosas. Eso facilita y endulza el camino de la lectura, en la que nunca se vuelve realmente tediosa.

Para los fans incondicionales de Montalbano, esta novela no defraudará en absoluto. Para los que nunca hayan leído ni una sólo entrega, será una grata sorpresa.   

Cristià Serrano