Un artista del trapecio. El primer dolor
Título: Un artista del trapecio. El primer dolor
Título Original: (Erstes leid)
Autores: Franz Kafka, Sesé
Editorial:
Narval
Copyright:
© Ilustraciones de Sesé, 2012
© Narval Editores, 2012
Traducción: Lai LiñánIlustraciones: Color
Edición: 1ª Edición: Mayo 2012
ISBN: 9788493998400
Tapa: Dura
Etiquetas: álbumes ilustrados ilustración crossover relatos libro para regalar literatura checa relato largo 15 años 14 años 16 años circo 12 años 13 años literatura juvenil tiranía o egoísmo
Nº de páginas: 32
Argumento:
En el circo habita un artista del trapecio, y habita allí, en lo alto, pasando cada vez más tiempo en las alturas, olvidándose del resto y de lo que necesitan los demás para satisfacer su propia vida, obsesionado con conseguir algo más, y una vez conseguido, echar la vista atrás y darse cuenta de que ha perdido el tiempo todos esos años que no tenía lo que ha conseguido ahora. Un artista, sí, pero excéntrico, dirían algunos.
Opinión:
Sabía, conforme lo leía, que éste no era un libro para niños aunque fuera un álbum ilustrado, o libro ilustrado, según se mire, pues tiene ilustraciones completas pero el texto está en páginas en blanco. El caso es que creía que lo era, pero quienes conocen a Kafka sabrán que sus historias no son sencillas, que están llenas de secretos, de recovecos, de segundas lecturas, también de segundas intenciones, de simbología, y "Un artista del trapecio" no es un relato distinto de otros suyos. No es fácil de entender para un niño. Pero sí puede ser leído por un adolescente y, a partir de ahí, ser un crossover: o sea, para adultos también.
De hecho tampoco es fácil de entender para un adulto y requiere una mente abierta. No se trata de concentrarse en la lectura, lo que te cuenta está clarísimo, pero sí entender que Kafka no contaba historias sin darle importancia a algo más profundo, y eso es lo que debemos descubrir en su relato.
Yo veo la tiranía del artista con mucha claridad, y también cómo quienes le valoran acaban sucumbiendo a esa tiranía de la que él es responsable pero no consciente. Se supone que el artista es el sensible, pero en este relato de Kafka, el que tiene sensibilidad es el personaje que le valora y le da lo que quiere, disfrutando de su devoción con fuertes sentimientos hacia su arte. El artista, por el contrario, sólo piensa en sí mismo.
En algún sitio, hace ya muchísimos años, leí que se supo que Nietzsche se había vuelto loco cuando se abrazó, llorando, a un caballo. Desconozco cuánto de verdad tiene esto o si es leyenda urbana, pero esa extraña imagen recuerda mucho a lo que le sucede al trapecista de Kafka.
Quizás esta sea de esas historias que cada uno leerá y entenderá a su manera, que le provocará distintas reacciones (a unos les gustará, a otros les sorprenderá, habrá quienes no lo aprecien y también quienes quieran releerla más veces y encontrarles sentidos ocultos). Casi estoy segura de ello, por eso no lo recomendaré a alguien en particular, aunque sí a los lectores de Nietzsche y a los seguidores del ilustrador, Sesé, que con sus imágenes, tan poco llamativas, de líneas tan rectas, hacen que te fijes mucho más en el texto y no te despistes con los dibujos.
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