Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado

Opinión:

"Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado" estremece, desconcierta, zarandea, golpea, sorprende, fustiga y hasta acosa al lector, que ve cómo los personajes, la historia y hasta el propio título de la obra le hurgan por dentro, le secuestran y le someten a un tormento a la vez chocante y placentero.

Ganadora, merecidamente, del II Premio Valencia de Novela Negra, esta novela gusta no sólo porque esté bien estructurada, porque sus personajes sean sólidos o porque la historia que cuenta tenga garra, sino que, además, provoca ese invencible morbo que rodea a lo que puede llamarse ya, sin ningún género de dudas, el "Universo Biedma", todo un mundo de caos, perversión, mezquindad, ambiente malsano, personajes horrendos, monstruosidades vivientes, crímenes rebuscados, oscuridad permanente, escrúpulos inexistentes y podredumbre en vena.

Con la excusa de una oleada de desapariciones de niñas pertenecientes a la élite política de la época, el autor nos muestra lo más descarnado de la sociedad de la época y, con ello, lo ilimitada que pueden llegar a ser la perversión y la depravación del género humano. Así, asistiremos consternados a las dantescas escenas que se suceden en el Zoológico de Aclimatación Hagenbeck, donde malviven hacinados y recluídos, especímenes humanos representativos de exóticas etnias que son objeto de exhibición como si de bestias se tratasen. Veremos, con justificado pavor, cómo son literalmente torturados los reclusos de la prisión infantil de Newgate, y también cómo se asan los trabajadores de la fábrica de gas de Westminster. Pero todo eso lo veremos con la claridad que aporta la forma en la que Biedma nos lo cuenta, dotando a lo tétrico y pavoroso de la normalidad que acaba por darle esa inevitabilidad propia del ambiente tan negro y podrido que este autor ha creado.

Es difícil destacar algo en la novela, pues constantemente se producen en ella situaciones que desconciertan al lector y sacuden su conciencia, ocasionándole esa agridulce sensación como de "no puedo dejar de leer esto que tanta repulsión me ocasiona leer", pero no puedo dejar de resaltar las descripciones, muy trabajadas y elaboradas y que en algunos momentos pueden llegar a ser como ilustraciones escritas, olores impresos o ambientes legibles.

En cuanto a los personajes, que son muchos, hay varios de ellos principales, lo que dificulta la determinación de quién es el protagonista, dejando en manos del lector el decidir quién lleva las riendas argumentales de la novela.

Yo me quedo con Cox, quien dejó atrás su vida como profesor universitario tras un traumático cambio vital cuya causante vuelve ahora a cruzarse en su camino, en sus inmundos saqueos de tumbas, en sus incursiones al inframundo, precisamente para aprovechar el resultado, más bien los despojos, de aquella catarsis fatal.

Pero tampoco podemos olvidar la doble transformación de Moriarty y Holmes, el primero obligado a usar la lógica y la deducción que siempre definieron al segundo, y éste sumergido en un pozo de degeneración que le acerca cada vez más al que se supone es su contrario. Ambos personajes evolucionarán en una metamorfosis que les provocará mutaciones cruzadas.

En definitiva, múltiples historias y tramas, con personajes increíbles, ambientes sobrecogedores, ritmo constante, relaciones tormentosas, mentes mezquinas, almas corruptas y una inevitable necesidad para de no cesar en la lectura, a veces dulcemente martirizante, de "Tus magníficos ojos vengativos cuando todo ha pasado".

Miguel Ángel León Asuero