Tres minutos de color

Opinión:

Ana Olivia Fiol

Esperaba la llegada de este libro con gran interés. Soy lectora de Pere Cervantes desde que en 2014 cayera en mis manos "No nos dejan ser niños", una novela policíaca que tiene su continuación en "La mirada de Chapman". Disfruté mucho ambas, pero "Tres minutos de color" ha superado todas mis expectativas. En primer lugar, la riqueza del lenguaje, con reflexiones casi poéticas, que nos sintetiza, al mismo tiempo, una historia compleja, llena de matices y rozando rasgos de otros géneros, hasta convertirla en una novela que tras su lectura te va a dejar reflexionando durante mucho tiempo.

Los personajes están tan bien trabajados que a veces te parece sentir su aliento traspasar las páginas y acabas viendo con claridad la expresión de sus rostros, desconcertados, furiosos o desesperados. Se agradece el mimo con el que Pere nos presenta a cada uno, definiendo con vida y originalidad hasta al personaje de menor importancia. En los universos creados por Pere Cervantes incluso el personaje más fugaz se merece su propia personalidad.

Y en cuanto a los principales, desde el comienzo empatizas con ellos, incluso con el protagonista, Coque Brox, el inspector de policía acromatópsico. ¿Te imaginas cómo sería ver el mundo permanentemente en blanco y negro? Pues tras leer esta novela conservarás esas imágenes, como si realmente las hubieras vivido. Coque no disimula su carácter avinagrado; lleva a cuestas como una losa su pasado turbador, que iremos comprendiendo a medida que avancen las páginas, hasta descubrir las aplastantes circunstancias que lo han convertido en quien es.

Y lo mismo ocurre con la portada. En un primer instante te desconcierta, con una imagen a la que no le encuentras razón de ser, sin embargo, cuando ya te acercas al final de la novela, la ilustración cobra todo el sentido, y por supuesto, luego ya no puedes volver a sentir las dudas que te hicieron fruncir el ceño la primera vez que tuviste el libro en tus manos.

En "Tres minutos de color", tenemos muchos y ricos matices, que van más allá de la novela negra habitual. Presenta de un modo muy inteligente el fenómeno de las ECM (experiencias cercanas a la muerte), logrando, de una manera siempre natural y verosímil, introducirnos en un asunto polémico, defendido por muchos científicos, pero denostado por otros. Y, sin pretender sentar cátedra al respecto, la novela hace que el lector se plantee cosas, que se haga preguntas, que dude de las verdades que se dan por definitivas, para asomarse a un nuevo y excitante modo de ver el mundo.

La historia está ambientada en la Barcelona del 2004, una época de cambios y transiciones, con la que me he sentido muy identificada porque precisamente viví. La Barcelona pura y canalla se convirtió de pronto en un parque de atracciones enfocado en el turismo, y es algo que Coque Brox vive con amargura, con nostalgia, y que nos transmite de forma muy sincera y visceral. La ciudad se muestra desde enfoques distintos, e incluso oníricos, y, párrafo a párrafo, incluso sin haber conocido antes la Ciudad Condal, el autor nos sumerge en ese mundo de variados matices, que van desde la visión completamente incolora del protagonista, hasta una Barcelona onírica, que nos fascinarán.

No puedo desvelar mucho más, porque todos merecemos las sorpresas y los giros narrativos que esta novela tan rica y bien hilada nos ofrece. En concreto hay un giro magistral, una sorpresa de valor incalculable que, como un bofetón literario, provoca un completo cambio de rumbo en la historia que multiplica nuestras ganas de seguir pegados a sus páginas para acabar de devorarla.

De momento, es mi novela favorita de todo el 2017, y llevo leídas unas cuantas. Su valentía a la hora de tocar temas tan especiales, su excelente prosa y las historias que nos plantea a lo largo de la trama, harán las delicias de cualquier aficionado al thriller, y a la novela negra y policial. Pero también resultará un soplo de aire fresco para los interesados en las ECM, así como para quien no suela acercarse a género negro, pero que esté buscando algo original y diferente, cargado de intriga y escrito con esa magia con la que el autor es capaz de introducirnos en un mundo tan único y especial.

Ana Olivia Fiol

Anika Lillo

Nada me parecía más atractivo que una novela negra donde el policía sufría de acromatopsia (verlo todo en blanco y negro) y que las ECM (experiencias cercanas a la muerte) formaran parte de la historia. Lo que no me esperaba, además, es que fuera tan original, porque si hay una primera parte común a la vida terrenal, hay una segunda que se vive en otro plano, el de las ECM.

Pere Cervantes escribe muy bien, eso se nota, y si le unís que a una novela negra le ha metido ingredientes diferentes a los comunes, consigue una historia muy atractiva. Si sólo hubiese sido la investigación de un poli muerto, de corrupción, de gente de bien e influyente que disfruta demasiado de las jovencitas, etc, no habría dejado de ser una novela más. Siempre hay que hacer algo más para que la historia despunte dentro del género negro, o escribirla tan bien que ya por ello destaque. En el caso de "Tres minutos de color" hay ambas cosas: originalidad en la trama y un buen trabajo narrativo.

En la novela, Coque se relaciona con su ex mujer, dada a los intentos de suicidio, y su hija; con su compañero de piso, Oliver, adicto a los juegos virtuales y forense; con Jalil, al que necesita para que sea en parte sus ojos; con Nadia, cirujana y amiga de Oliver… En segundo plano están el jefe, Palomares, que parece tenerle inquina, una prostituta y un ser despreciable que encontrará en más de un plano.

La parte más atractiva que está a medio camino de esta realidad y la vivida en las ECM es la del bar de Rodri y un libro muy especial que tiene allí para que sus parroquianos se dejen mensajes.

La historia que descubre es oscura, luctuosa, y abominable. La novela tiene momentos tiernos, otros desesperantes, algunos excitantes y otros tantos de intriga. Desde luego no es para dejarla escapar, a mí me ha encantado.

Anika Lillo