Todo lo mejor

Opinión:

A día de hoy podemos encontrar fragmentos del Muro de Berlín en Bruselas, París o Taipei pero en 1980, sus casi 155 kilómetros de longitud dividían Alemania en dos: la República Democrática Alemana, controlada por soviéticos, y la República Federal Alemana, controlada por estadounidenses, franceses e ingleses.

Mientras la RFA luchaba por la reunificación del territorio con la ayuda del BND y la CIA, la RDA, luchaba por imponer los ideales comunistas a una población hastiada de vivir permanentemente controlada por la Stasi, que llegó a tener fichas de más de seis millones de alemanes.

Así estaban las cosas cuando Viktor, un joven agente del KGB, llega a Berlín para llevar a cabo una misión que pondrá a prueba sus habilidades como psicólogo criminal y su potencial como agente de inteligencia.

Su camino se cruzará con el de Otto Bauer, un policía obsesionado con resolver las terribles muertes de cinco menores que, por el modus operandi, parecen estar relacionadas entre sí. Unos asesinatos que se niegan a reconocer desde las más altas instancias de la República Democrática Alemana.

En "Todo lo mejor", César Pérez Gellida, oscurece aún más su trayectoria literaria aunando una compleja trama de espionaje en la que nada es lo que parece y otra criminal en la que tanto Viktor como Otto deberán enfrentarse a un asesino inteligente, que parece actuar con total impunidad, y al que no pueden investigar de manera oficial, porque los asesinos en serie son producto exclusivo del capitalismo.

Viktor Lavrov es un viejo conocido para los que nos consideramos Gellidistas. Ha sido curioso reencontrarse con él en su juventud y descubrir cómo comenzó a forjarse su carrera como psicólogo criminal al servicio del KGB.

Como es habitual, la ambientación está cuidada al detalle y hay abundante información sobre la vida en una Alemania, que ahora vemos como una de las grandes potencias mundiales, y que hace menos de treinta años vivía dividida y sumida en una guerra constante entre el BND y la Stasi.

La trama criminal es harina de otro costal… Especialmente cruda por la victimología y por el tipo de asesino al que Lavrov y Bauer deben enfrentarse. Ambos contarán con la inestimable ayuda de Birgit, la hermana de Bauer, que posee una portentosa memoria fotográfica.

Sólo le pongo una pega a la novela, ¡se hace corta! Devoras las 600 páginas sin poder parar y cuando llegas al temido "fin", las palabras que te vienen a la mente son las consabidas "¡hay que joderse!"

Ana G. Aranda