Tierra vieja

Opinión:

Por medio de distintas voces, vamos haciendo un recorrido por la península ibérica en tiempos de Reconquista, siglos de continuas luchas contra los almorávides que, además de los cambios en la titularidad de los territorios o los tributos que se hubiesen de pagar, dejaron muchas zonas despobladas, con campos de cultivo perdidos y piedras donde antes hubo pueblos. Una historia que se repetía por muchas tierras, no solo las castellanas, y donde tuvieron peor suerte las fronteras naturales, al ser estos puntos los que se llevaron los ataques y asedios más fortuitos e insistentes.

A través de Valentín y Julián, los dos hermanos venidos desde León, se va dando forma a este relato que arranca cuando llegan a Atienza, un pueblo de Guadalajara, donde deciden comenzar una nueva vida. Antes de iniciar su labor como labradores, narran la manera en que van rescatando un pueblo abandonado, sacándolo adelante, con pocas herramientas y algún animal de los llamados de tiro. Un relato que hechiza por lo que transmite de esperanza pero en el que hay que añadir otros elementos que no resultan tan agradables, dando a la lectura un contrapunto entre la emoción y la incertidumbre por los hechos que se plantean: problemas de lindes y de cómo se las gastaban los nobles, dueños y señores durante siglos; o las rencillas y venganzas.

La repoblación no solo fue de tierras, sino también de hombres, mujeres y culturas: pues como bien recrea Antonio Pérez Henares, tras los primeros avances se hizo necesario el trabajo de las mujeres para terminar de darle forma y traer hijos que continuasen la labor de sus padres; así como de la integración y convivencia de los que llamaban maulas o mezquinos, cristianos mozárabes que se habían asentado en la península desde tiempos de los romanos.

La novela no deja de dibujar, desde lo histórico, un lienzo de gentes y circunstancias de una tierra vieja que, sin embargo, era capaz de ofrecer todo aquello que un hombre necesitaba, materiales, caza, pesca y agua en abundancia para sacar adelante vides, almendros e higueras; lo demás, siempre estaban a tiempo de construirlo gracias a la importancia del trabajo en comunidad, cada cual aportando el oficio que mejor sabía desempeñar.

En la parte bélica de la novela podemos conocer algún que otro relato de batallas contra los almorávides y de cómo estos dejaron varias zonas despobladas; una parte dedicada a los ataques en Guadalajara y a la repoblación de Bujalaro, otro más de los pueblos vecinos que acuden a esta obra. También cobran protagonismo los calatravos a través de varios episodios en los que su presencia se hace notar en las batallas que les enfrentaron a los moros, entre ellas, la de Alarcos donde el rey Alfonso VIII perdió a manos de al-Mansur, lo que produjo algún revuelo procedente de León. Es imposible no recordar la novela del autor "El rey pequeño", esencial para aprender de nuestro pasado.

Un emocionante relato donde entran en juego suficientes ingredientes que conforman en su conjunto un libro de Historia; el viaje necesario para entender una época, allá por el siglo XII, donde Castilla se hizo más grande e independiente. Personajes, datos y una reconstrucción coral de los hechos hacen de esta novela una lectura imprescindible que nos hace reflexionar acerca de la pertenencia a una Tierra.

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